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18 Vigilan todos nuestros pasos;
no podemos salir a la calle;
el fin de nuestros días se acerca;
¡nuestra vida ha llegado a su fin!

19 Los que nos persiguen son más ligeros
que las águilas del cielo.
Nos persiguen por los montes,
y en el desierto nos han tendido trampas.

20 Atrapado entre sus redes
quedó el ungido del Señor,
el que daba aliento a nuestra vida;
aquél del cual decíamos:
«Bajo su sombra protectora
viviremos entre las naciones.»

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