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El hambre en Jerusalén

¡Cómo se ha ennegrecido el oro!

¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo!
Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro,
¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

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