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Sus opresores son ahora sus amos
    y sus enemigos prosperan,
porque el Señor castigó a Jerusalén
    por sus muchos pecados.
Sus hijos fueron capturados
    y llevados a tierras lejanas.

La bella Jerusalén[a] ha sido despojada
    de toda su majestad.
Sus príncipes son como venados hambrientos
    en busca de pastos.
Están demasiado débiles para huir
    del enemigo que los persigue.

En medio de su tristeza y sus andanzas,
    Jerusalén recuerda su antiguo esplendor.
Pero ahora ha caído en manos de su enemigo
    y no hay quien la ayude.
Su enemigo la derribó
    y se burlaba cuando ella caía.

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Footnotes

  1. 1:6 En hebreo La hija de Sion.

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