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El ángel del Señor en Boquín

Un día el ángel del Señor llegó a Boquín, desde Guilgal y anunció al pueblo de Israel: «Los saqué de Egipto, los hice entrar en esta tierra que prometí a sus antepasados, y dije que jamás quebrantaría mi pacto con ustedes si no hacían tratados de paz con los habitantes de esta tierra. Yo les ordené que destruyeran los altares paganos que ellos tenían. ¿Por qué no han obedecido? Ahora, puesto que ustedes han quebrantado el pacto, ya no está en efecto, y ya no estoy obligado a destruir a las naciones que viven en esta tierra; por el contrario, ellos serán para ustedes como espinas en el costado, y sus dioses serán una tentación constante para ustedes».

Cuando el ángel terminó de hablar, el pueblo rompió a llorar. Por eso le pusieron al lugar Boquín (Lugar donde el pueblo lloró). Luego ofrecieron allí sacrificios al Señor.

Desobediencia y derrota

Josué envió de regreso a los israelitas, cada tribu pasó a su nuevo territorio y tomó posesión de la tierra. 7-9 Josué, siervo de Dios, murió a la edad de ciento diez años, y fue sepultado en su propiedad en Timnat Sera en la región montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas. El pueblo permaneció fiel al Señor durante la vida de Josué. Y también lo hizo mientras vivieron los ancianos que, como Josué, habían visto los grandiosos milagros que el Señor había hecho por Israel. 10 Finalmente murió toda aquella generación.

Los que nacieron después de ellos, ya no fueron fieles al Señor su Dios, ni recordaban los actos portentosos que había hecho en favor de Israel. 11 Esta nueva generación siguió y sirvió a otros dioses, y realizó actos que el Señor había prohibido expresamente. 12-14 Abandonó totalmente al Señor, el Dios que amaron y adoraron sus antepasados, el Dios que los había sacado de la tierra de Egipto. En su lugar, adoraron y sirvieron a los dioses de las naciones vecinas. Por lo tanto, la ira del Señor se inflamó contra Israel, y los dejó a merced de sus enemigos, porque se había separado del Señor y estaban adorando a Baal y a Astarté.

15 Cuando la nación de Israel salía a presentar batalla a sus enemigos, el Señor estaba en su contra. Les había advertido que lo haría así. En realidad lo había jurado. Pero cuando el pueblo estaba en medio de una terrible aflicción, 16 el Señor levantaba caudillos o jueces que los salvaran de sus enemigos. 17 Sin embargo, Israel no oía a los caudillos sino que desobedecía al Señor al adorar otros dioses. Se apartaron muy pronto del camino de sus padres, y se negaron a obedecer los mandamientos del Señor. 18 Cada juez rescataba al pueblo de Israel de sus enemigos durante su vida, porque el Señor se compadecía del clamor de su pueblo cuando estaba oprimido y acosado. 19 Pero cuando el juez moría, el pueblo volvía a hacer lo malo y lo hacía aún peor que sus antepasados. Adoraban nuevamente a otros dioses. Obstinadamente regresaban a las costumbres perversas de las naciones que los rodeaban.

20 Entonces la ira del Señor se inflamaba nuevamente contra Israel. Declaraba: «Por cuanto este pueblo ha violado el pacto que hice con sus antepasados, 21 ya no apartaré de delante de ellos a las naciones que Josué dejó sin conquistar cuando murió. 22 En cambio, me servirán para probar a mi pueblo, para ver si obedece al Señor de la manera que sus antepasados lo hicieron».

23 El Señor, pues, dejó a aquellas naciones en la tierra y no las expulsó ni permitió que Israel las destruyera.

El ángel del Señor en Boquim

El ángel del Señor fue de Guilgal a Boquim, y les dijo a los israelitas: «Yo los saqué a ustedes de Egipto, y los he traído a esta tierra que les prometí a sus antepasados cuando les dije: “Nunca romperé mi alianza con ustedes, con tal de que ustedes no hagan ningún pacto con los habitantes de esa tierra, sino que destruyan sus altares.” Pero ustedes no me obedecieron, ¡y miren lo que han hecho! Por eso ahora les digo: No voy a echar a esos pueblos de delante de ustedes, y ellos y sus dioses serán una trampa para ustedes.»

Cuando el ángel del Señor terminó de hablar, todos los israelitas se echaron a llorar a voz en cuello. Por eso llamaron Boquim a aquel lugar, y allí ofrecieron sacrificios al Señor.

Muerte de Josué(A)

Cuando Josué se despidió de los israelitas, cada uno se fue a tomar posesión de la tierra que le había tocado. Mientras él vivió, los israelitas mantuvieron el culto al Señor; y también mientras vivieron los ancianos que sobrevivieron a Josué, que habían visto todos los grandes hechos del Señor en favor de Israel. Pero murió Josué, a la edad de ciento diez años, y lo enterraron en su propio terreno de Timnat-sérah, que está al norte del monte de Gaas, en los montes de Efraín. 10 Murieron también todos los israelitas de la época de Josué. Y así, los que nacieron después no sabían nada del Señor ni de sus hechos en favor de Israel.

Los israelitas abandonan al Señor

11 Pero los hechos de los israelitas fueron malos a los ojos del Señor, pues empezaron a adorar a las diferentes representaciones de Baal. 12 Dejaron al Señor, el Dios de sus antepasados que los había sacado de Egipto, y se entregaron a adorar a los dioses de la gente que vivía alrededor, provocando así el enojo del Señor. 13 Dejaron al Señor por adorar a Baal y a las diferentes representaciones de Astarté, 14 y por eso el Señor se enojó contra Israel e hizo que los ladrones los despojaran de lo que tenían, y que sus enemigos de los alrededores los derrotaran sin que ellos pudieran hacerles frente. 15 Cada vez que ellos marchaban a la batalla, el Señor se ponía en su contra y les iba mal, según él mismo se lo había anunciado.

Sin embargo, aunque el Señor puso a los israelitas en aprietos, 16 también hizo surgir caudillos que los libraran de quienes los despojaban. 17 Pero los israelitas no hicieron caso a estos caudillos, sino que fueron infieles al Señor y adoraron a otros dioses. Sus antepasados habían obedecido los mandamientos del Señor; pero ellos no siguieron su ejemplo. 18 Cada vez que el Señor hacía surgir un caudillo, también lo ayudaba, y durante la vida del caudillo libraba a los israelitas del poder de sus enemigos, pues sentía compasión de ellos al oírlos gemir por causa de la opresión que sufrían. 19 Pero cuando el caudillo moría, ellos volvían a corromperse, y llegaban a ser peores que sus padres, sirviendo y adorando a otros dioses. No abandonaban sus malas prácticas, ni su terca conducta. 20 Por eso el Señor se enfureció contra Israel, y dijo: «Esta gente rompe la alianza que yo hice con sus antepasados, y no quiere obedecerme. 21 Por lo tanto, no volveré a desalojar ante ellos a ninguno de los pueblos que Josué no desalojó antes de morir.» 22 Con esto el Señor quería ver si los israelitas seguirían el camino del Señor, como antes lo habían seguido sus antepasados, o no. 23 Por eso el Señor no desalojó en seguida a las naciones que no había entregado en manos de Josué, sino que les permitió quedarse.