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Se levantó el hombre para irse, pero insistió su suegro y volvió a pasar la noche allí.

Al quinto día, levantándose de mañana para irse, le dijo el padre de la joven:

—Conforta ahora tu corazón y aguarda hasta que decline el día.

Y ambos comieron juntos.

Luego el hombre se levantó para irse con su concubina y su criado. Entonces su suegro, el padre de la joven, le dijo:

—Ya el día declina y va a anochecer; te ruego que paséis aquí la noche. Puesto que el día se acaba, duerme aquí, para que se alegre tu corazón. Mañana os levantaréis temprano y os pondréis en camino, y te irás a tu casa.

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