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10-11 ―Bien, quédate conmigo —dijo Micaías— y serás mi sacerdote y te respetaré como a un padre. Te daré diez monedas de plata por año, ropa y comida.

Al joven le agradó la propuesta y pasó a ser como uno de los hijos de Micaías. 12 Entonces Micaías lo consagró para que fuera su sacerdote personal.

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