Add parallel Print Page Options

Sansón le respondió:

— Si me amarraran con siete cuerdas de arco todavía frescas y sin secar, perdería la fuerza y sería como un hombre cualquiera.

Los jefes de los filisteos le llevaron a Dalila siete cuerdas de arco frescas, sin secar aún, y ella lo amarró con ellas. Tenía ella hombres escondidos en la alcoba y le gritó:

— ¡Sansón! ¡Los filisteos!

Rompió Sansón las cuerdas de arco como se rompe el hilo de estopa en cuanto lo toca el fuego. Y no se descubrió el secreto de su fuerza.

Read full chapter