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Había un hombre de Zora(A), de la familia de los danitas, el cual se llamaba Manoa; su mujer era estéril y no había tenido hijos. Entonces el ángel del Señor se le apareció a la mujer(B), y le dijo: «Tú eres estéril y no has tenido hijos, pero vas a concebir y a dar a luz un hijo. Ahora pues, cuídate de no beber vino ni licor(C), y de no comer ninguna cosa inmunda. Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. Él no pasará navaja sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios(D) desde el seno materno(E). Y él comenzará a salvar a Israel(F) de manos de los filisteos».

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