Add parallel Print Page Options

Jefté libra a Israel

11 Y Jefté galaadita(A) era un guerrero valiente[a], hijo de una ramera. Y Galaad era el padre de[b] Jefté. Y la mujer de Galaad le dio hijos; y cuando los hijos de su mujer crecieron, echaron fuera a Jefté, y le dijeron: No tendrás heredad en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer. Jefté huyó de sus hermanos y habitó en la tierra de Tob(B); y hombres indignos se juntaron con[c] Jefté y salían con él.

Después de cierto tiempo sucedió que los hijos de Amón(C) pelearon contra Israel. Y[d] cuando los hijos de Amón pelearon contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob. Y dijeron a Jefté: Ven y sé nuestro jefe para que peleemos contra los hijos de Amón. Entonces Jefté dijo a los ancianos de Galaad: ¿No me odiasteis y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, habéis venido a mí ahora cuando estáis en apuros(D)? Y los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: Por esta causa hemos vuelto a ti: para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón y seas jefe sobre todos los habitantes de Galaad(E). Y Jefté dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para pelear contra los hijos de Amón y el Señor me[e] los entrega, ¿seré yo vuestro jefe? 10 Y los ancianos de Galaad dijeron a Jefté: El Señor es testigo[f] entre nosotros(F); ciertamente haremos como has dicho[g]. 11 Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo hizo cabeza y jefe sobre ellos; y Jefté habló todas sus palabras delante del Señor en Mizpa(G).

12 Y envió Jefté mensajeros al rey de los hijos de Amón, diciendo: ¿Qué hay entre tú y yo[h], que has venido a mí para pelear contra mi tierra? 13 Y el rey de los hijos de Amón dijo a los mensajeros de Jefté: Porque Israel tomó mi tierra, cuando subieron de Egipto, desde el Arnón hasta el Jaboc(H) y el Jordán; por tanto devuélvela ahora en paz. 14 Pero Jefté volvió a enviar mensajeros al rey de los hijos de Amón, 15 que le dijeron: Así dice Jefté: «Israel no tomó la tierra de Moab, ni la tierra de los hijos de Amón. 16 Porque cuando subieron de Egipto, e Israel pasó por el desierto hasta el mar Rojo[i](I) y llegó a Cades(J), 17 Israel envió mensajeros al rey de Edom, diciendo: “Permítenos, te rogamos, pasar por tu tierra”, pero el rey de Edom no les escuchó. También enviaron mensajeros al rey de Moab pero él no consintió(K), así que Israel permaneció en Cades. 18 Luego atravesaron el desierto y rodearon la tierra de Edom y de Moab(L), llegaron al lado oriental de la tierra de Moab y acamparon al otro lado del Arnón; pero no entraron en el territorio de Moab(M), porque el Arnón era la frontera de Moab. 19 (N)Y envió Israel mensajeros a Sehón, rey de los amorreos, rey de Hesbón, y le dijo Israel: “Permítenos, te rogamos, pasar por tu tierra a nuestro lugar”. 20 Pero Sehón no confió en Israel para darle paso por su territorio; reunió, pues, Sehón a todo su pueblo y acampó en Jahaza, y peleó contra Israel. 21 Y el Señor, Dios de Israel, entregó a Sehón y a todo su pueblo en manos de Israel, y los derrotaron[j], e Israel tomó posesión de toda la tierra de los amorreos, los habitantes de esa región(O). 22 Y poseyeron todo el territorio de los amorreos desde el Arnón hasta el Jaboc(P), y desde el desierto hasta el Jordán. 23 Y puesto que el Señor, Dios de Israel, expulsó[k] a los amorreos de delante de su pueblo Israel, ¿has tú de poseerla? 24 ¿No posees tú lo que Quemos(Q), tu dios, te ha dado para poseer? De modo que todo el territorio que el Señor nuestro Dios ha desposeído delante de nosotros, lo poseeremos. 25 Ahora pues, ¿eres tú mejor que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab(R)? ¿Acaso luchó él con Israel, o acaso peleó contra ellos? 26 Mientras Israel habitaba en Hesbón y sus pueblos(S), y en Aroer y sus aldeas, y en todas las ciudades que están a orillas del Arnón, trescientos años, ¿por qué no las recuperaste durante ese tiempo? 27 Por tanto, yo no he pecado contra ti, pero tú me estás haciendo mal al hacer guerra contra mí; que el Señor, el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón(T)». 28 Pero el rey de los hijos de Amón no hizo caso al mensaje[l] que Jefté le envió.

Voto y victoria de Jefté

29 Y el Espíritu del Señor vino sobre Jefté(U), y pasó por Galaad y Manasés; luego pasó por Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad fue adonde estaban los hijos de Amón. 30 Y Jefté hizo un voto al Señor, y dijo: Si en verdad entregas en mis manos a los hijos de Amón, 31 sucederá que cualquiera que salga de las puertas de mi casa a recibirme cuando yo vuelva en paz de los hijos de Amón, será del Señor, o[m] lo ofreceré como holocausto. 32 Y Jefté cruzó adonde estaban los hijos de Amón para pelear contra ellos; y el Señor los entregó en su mano. 33 Y los hirió con una gran matanza desde Aroer hasta la entrada de Minit(V), veinte ciudades, hasta Abel-keramim. Y los hijos de Amón fueron sometidos delante de los hijos de Israel.

34 Cuando Jefté llegó a su casa en Mizpa(W), he aquí, su hija salió a recibirlo con panderos y con danzas(X). Era ella su única hija; fuera de ella no tenía hijo ni hija. 35 Y[n] cuando la vio, él rasgó sus ropas y dijo: ¡Ay, hija mía! Me has abatido y estás entre los que me afligen; porque he dado mi palabra[o] al Señor, y no me puedo retractar(Y). 36 Entonces ella le dijo: Padre mío, has dado tu palabra[p] al Señor; haz conmigo conforme a lo que has dicho[q](Z), ya que el Señor te ha vengado de tus enemigos, los hijos de Amón. 37 Y ella dijo a su padre: Que se haga esto por mí; déjame sola por dos meses, para que vaya yo a[r] los montes y llore por mi virginidad(AA), yo y mis compañeras. 38 Y él dijo: Ve, y la dejó ir por dos meses; y ella se fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. 39 Al[s] cabo de los dos meses ella regresó a su padre, que hizo con ella conforme al voto que había hecho; y ella no tuvo relaciones con ningún hombre[t]. Y se hizo costumbre en Israel, 40 que de año en año las hijas de Israel fueran cuatro días en el año a conmemorar[u] a la hija de Jefté galaadita.

Footnotes

  1. Jueces 11:1 O, poderoso hombre de valor
  2. Jueces 11:1 Lit., engendró a
  3. Jueces 11:3 Lit., a
  4. Jueces 11:5 Lit., Y fue que
  5. Jueces 11:9 Lit., delante de mí
  6. Jueces 11:10 Lit., oyente
  7. Jueces 11:10 Lit., conforme a tu palabra
  8. Jueces 11:12 Lit., Qué a mí y a ti
  9. Jueces 11:16 Lit., mar de Cañas
  10. Jueces 11:21 Lit., hirieron
  11. Jueces 11:23 Lit., desposeyó
  12. Jueces 11:28 Lit., no escuchó las palabras
  13. Jueces 11:31 O, y
  14. Jueces 11:35 Lit., Y fue que
  15. Jueces 11:35 Lit., he abierto mi boca
  16. Jueces 11:36 Lit., has abierto tu boca
  17. Jueces 11:36 Lit., a lo que ha salido de tu boca
  18. Jueces 11:37 Lit., vaya y descienda sobre
  19. Jueces 11:39 Lit., Y fue que al
  20. Jueces 11:39 Lit., no conoció hombre
  21. Jueces 11:40 Lit., recontar; algunas versiones antiguas dicen: lamentar

11 Jefté el galaadita era un guerrero valiente, hijo de Galaad y de una prostituta. Galaad también tuvo hijos con su esposa, quienes cuando crecieron echaron a Jefté. «No tendrás parte en la herencia de nuestra familia —dijeron—, porque eres hijo de otra mujer». Entonces Jefté huyó de sus hermanos y se fue a vivir en la región de Tob, donde se le juntaron unos hombres sin escrúpulos, que salían con él a cometer fechorías.

Después de algún tiempo, cuando los amonitas hicieron la guerra contra Israel, los jefes de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob.

—Ven —le dijeron—, sé nuestro comandante, para que podamos luchar contra los amonitas.

Jefté les contestó:

—¿No eran ustedes los que me odiaban y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a verme ahora cuando están en apuros?

Los jefes de Galaad dijeron:

—Por eso ahora venimos a verte. Ven con nosotros a luchar contra los amonitas y serás el líder de todos los que vivimos en Galaad.

Jefté respondió:

—Si me llevan con ustedes para luchar contra los amonitas y el Señor me los entrega, entonces de veras seré el líder de ustedes.

10 Los jefes de Galaad le aseguraron:

—El Señor es nuestro testigo: haremos lo que tú digas.

11 Jefté fue con los jefes de Galaad; entonces el pueblo lo puso como su líder y comandante. Y reiteró en Mizpa todas sus palabras en presencia del Señor.

12 Luego Jefté envió unos mensajeros al rey de los amonitas para que le preguntaran:

—¿Qué tienes contra mí que has venido a hacerle la guerra a mi país?

13 El rey de los amonitas respondió a los mensajeros de Jefté:

—Cuando Israel salió de Egipto, se apoderó de mi tierra desde el Arnón hasta el Jaboc, incluso hasta el Jordán. Ahora devuélvemela por las buenas.

14 Jefté volvió a enviar mensajeros al rey amonita, 15 diciéndole:

«Así dice Jefté: “Israel no se apoderó de la tierra de los moabitas ni de los amonitas. 16 Cuando los israelitas salieron de Egipto, caminaron por el desierto hasta el mar Rojo[a] y siguieron hasta Cades. 17 Entonces enviaron mensajeros al rey de Edom, diciéndole: ‘Danos permiso para pasar por tu país’. Pero el rey de Edom no les hizo caso. Enviaron el mismo mensaje al rey de Moab, pero él tampoco aceptó. Así que Israel se quedó a vivir en Cades.

18 »”Después anduvieron por el desierto y bordeando los territorios de Edom y Moab, entraron en territorio moabita por la parte oriental y acamparon al otro lado del río Arnón. No entraron en el territorio moabita, pues el Arnón era la frontera.

19 »”Entonces Israel mandó mensajeros a Sijón, rey de los amorreos, que gobernaba en Hesbón, y le dijo: ‘Permítenos pasar por tu país hasta nuestro territorio’. 20 Pero Sijón desconfió de Israel[b] en cuanto a dejarlo pasar por su territorio, por lo que reunió a todo su ejército y acampó en Yahaza y luchó contra Israel.

21 »”El Señor, Dios de Israel, entregó a Sijón y a todo su ejército en manos de Israel y los derrotó. Así tomó Israel posesión de toda la tierra de los amorreos que vivían en aquel país, 22 ocupándolo todo, desde el Arnón hasta el Jaboc y desde el desierto hasta el Jordán.

23 »”El Señor, Dios de Israel, les quitó esta tierra a los amorreos para dársela a su pueblo Israel, ¿y tú nos la vas a quitar? 24 ¿Acaso no consideras tuyo lo que tu dios Quemós te da? Pues también nosotros consideramos nuestro lo que el Señor nuestro Dios nos ha dado. 25 ¿Acaso te crees mejor que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Acaso alguna vez entró él en litigio con Israel o luchó contra ellos? 26 Hace ya trescientos años que Israel ocupó a Hesbón y Aroer, con sus poblados y todas las ciudades en la ribera del Arnón. ¿Por qué no las recuperaron durante ese tiempo? 27 Yo no te he hecho ningún mal. Tú, en cambio, obras mal conmigo al librar una guerra contra mí. Que el Señor, el gran Juez, dicte hoy su sentencia en esta contienda entre israelitas y amonitas”».

28 Sin embargo, el rey de los amonitas no prestó atención al mensaje que le envió Jefté.

29 Entonces Jefté, tomado por el Espíritu del Señor, recorrió Galaad y Manasés, pasó por Mizpa de Galaad y desde allí avanzó contra los amonitas. 30 Y Jefté hizo una promesa solemne al Señor: «Si verdaderamente entregas a los amonitas en mis manos, 31 quien salga primero de la puerta de mi casa a recibirme, cuando yo vuelva de haber vencido a los amonitas, será del Señor y lo ofreceré en holocausto».

32 Jefté cruzó el río para luchar contra los amonitas y el Señor los entregó en sus manos. 33 Derrotó veinte ciudades, desde Aroer hasta las inmediaciones de Minit, hasta Abel Queramín. La derrota fue muy grande; así los amonitas quedaron sometidos a los israelitas.

34 Cuando Jefté volvió a su hogar en Mizpa, salió a recibirlo su hija, bailando al son de los panderos. Ella era hija única, pues Jefté no tenía otros hijos. 35 Cuando Jefté la vio, se rasgó las vestiduras y exclamó:

—¡Ay, hija mía, me has destrozado por completo! ¡Eres la causa de mi desgracia! Juré algo al Señor y no puedo retractarme.

36 —Padre mío —respondió ella—, le has dado tu palabra al Señor. Haz conmigo conforme a tu juramento, ya que el Señor te ha vengado de tus enemigos, los amonitas. 37 Pero concédeme esta sola petición —añadió—. Ya que nunca me casaré, dame un plazo de dos meses para retirarme a las montañas y llorar allí con mis amigas.

38 —Está bien, puedes ir —respondió él.

Y le permitió irse por dos meses. Ella y sus amigas se fueron a las montañas y lloró porque nunca se casaría. 39 Cumplidos los dos meses volvió a su padre y él hizo con ella conforme a su promesa. Ella era virgen.

De allí se originó la costumbre israelita 40 de que todos los años, durante cuatro días, las muchachas de Israel recordaran a la hija de Jefté de Galaad.

Footnotes

  1. 11:16 Lit. mar de las Cañas. Término con el que se designa en la Biblia al mar Rojo en su parte septentrional.
  2. 11:20 desconfió de Israel. Alt. no acordó con Israel.

Jefté

11 Jefté, un valiente soldado de la zona de Galaad, era hijo de una prostituta. Su padre, que se llamaba Galaad, tuvo otros hijos con su esposa, y cuando éstos crecieron, echaron de la casa a Jefté. Le dijeron: «No vas a recibir ninguna herencia de tu padre, porque eres hijo de otra mujer».

Entonces Jefté se alejó de sus hermanos y se fue a vivir a la tierra de Tob. Allí reunió a unos bandoleros que salían con él a robar.

Después de algún tiempo los amonitas atacaron a los de Israel. Los líderes de Galaad fueron entonces a la tierra de Tob a buscar a Jefté, y le dijeron:

—Queremos que seas nuestro líder en la guerra contra los amonitas. Ven con nosotros.

Jefté les respondió:

—Si tanto me odiaban ustedes, que hasta me echaron de la casa de mi padre, ¿por qué ahora que están en problemas me vienen a buscar?

Ellos le contestaron:

—Justamente porque estamos en problemas, necesitamos que vengas con nosotros a atacar a los amonitas. Queremos que seas el jefe de todos los que vivimos en Galaad.

Jefté entonces les dijo:

—Está bien. Pero si vuelvo con ustedes, y Dios me ayuda a vencer a los amonitas, ¿de veras seré su jefe?

10 Y los líderes le aseguraron:

—Dios es nuestro testigo de que haremos todo lo que tú nos digas.

11 Así que Jefté se fue con ellos, y el pueblo lo nombró jefe y gobernador. En Mispá, Jefté puso a Dios por testigo del trato que hicieron.

12 Después de eso, Jefté envió unos mensajeros al rey de los amonitas para que le dijeran:

«¿Qué tienes contra nosotros? ¿Por qué vienes a atacar mi territorio?»

13 El rey de los amonitas le respondió:

«Vengo a recuperar nuestras tierras, desde el río Arnón hasta los ríos Jaboc y Jordán. Ustedes se apoderaron de ellas cuando salieron de Egipto, pero ahora me las tienen que devolver pacíficamente».

14 Jefté volvió a enviar mensajeros al rey de los amonitas 15 con esta respuesta:

«Nosotros no les hemos quitado tierras a los moabitas ni a los amonitas. 16 Lo que ocurrió fue que, cuando salimos de Egipto, cruzamos el desierto hasta el Mar de los Juncos y llegamos a Cadés. 17 Luego enviamos mensajeros al rey de Edom pidiéndole permiso para pasar por su territorio, pero él no nos dejó pasar. También se enviaron mensajeros al rey de los moabitas, y él tampoco nos dio permiso, así que nos quedamos en Cadés.

18 »Después seguimos por el desierto, rodeando el territorio de Edom y de los moabitas. Cuando llegamos al este del territorio moabita, acampamos allí, al otro lado del río Arnón, y como este río es la frontera no entramos a territorio moabita. 19 Entonces mandamos mensajeros a Sihón, el rey amorreo de Hesbón, pidiéndole que nos dejara pasar por su territorio para llegar al nuestro. 20 Pero el rey Sihón desconfió de nosotros, y no nos permitió pasar por su territorio. Al contrario, acampó en Jahas con todo su ejército y nos atacó. 21 Sin embargo nuestro Dios nos hizo vencer a todo el ejército de Sihón. Entonces nos apoderamos de todo el territorio de los amorreos que vivían allí, 22 desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán. 23 ¿Y ahora quieres tú recuperar el territorio que el Dios de Israel les quitó a ustedes y nos dio a nosotros? 24 Lo que su dios Quemós les ha dado es de ustedes, y lo que nuestro Dios nos ha dado es de nosotros.

25 »¿Te crees más importante que Balac, el rey de los moabitas? Él nunca combatió contra los israelitas ni les hizo la guerra. 26 Trescientos años hemos vivido en Hesbón y en Aroer, en las aldeas que las rodean, y en las ciudades a orillas del río Arnón; ¿por qué en todo este tiempo no se apoderaron de estos territorios? 27 Yo no les he hecho ningún mal. Son ustedes los que están actuando mal al atacarnos. ¡Pero el Dios de Israel será el que juzgue entre ustedes y nosotros!»

28 Pero el rey de los amonitas no hizo caso del mensaje que Jefté le envió.

Promesa de Jefté

29 Después de esto el espíritu de Dios actuó sobre Jefté, y lo hizo recorrer los territorios de Galaad y Manasés, y volver después a Mispá de Galaad. De allí Jefté fue al territorio de los amonitas, 30 en donde le prometió a Dios: «Si me das la victoria sobre los amonitas, 31 yo te ofreceré como sacrificio a la primera persona de mi familia que salga a recibirme».

32 Jefté cruzó el río para atacar a los amonitas, y Dios le dio la victoria sobre ellos. 33 Mató a muchos enemigos y conquistó veinte ciudades, desde Aroer hasta la zona de Minit, llegando hasta Abel-queramim. Así los israelitas dominaron a los amonitas.

34 Cuando Jefté regresó a su casa en Mispá, su única hija salió a recibirlo, bailando y tocando panderetas. Aparte de ella Jefté no tenía otros hijos, 35 así que se llenó de tristeza al verla, y rompió sus ropas como señal de su desesperación. Le dijo:

—¡Ay, hija mía! ¡Qué tristeza me da verte! Y eres tú quien me causa este gran dolor, porque le hice una promesa a Dios y tengo que cumplírsela.

36 Ella le respondió:

—Padre, si le prometiste algo a Dios, cumple conmigo tu promesa, ya que él te ha dado la victoria sobre tus enemigos, los amonitas. 37 Pero una cosa te pido, padre mío: Déjame ir dos meses a las montañas, con mis amigas. Tengo mucha tristeza por tener que morir sin haberme casado; necesito llorar.

38 Su padre le dio permiso de hacerlo, y ella se fue a las montañas con sus amigas. Allí lloró y lamentó el haberse quedado soltera.

39 Pasados los dos meses, regresó a donde estaba su padre, quien cumplió con ella la promesa que había hecho. Y ella murió sin haberse casado. De ahí comenzó la costumbre 40 de todos los años, de que las jóvenes israelitas dedican cuatro días a hacer lamentos por la hija de Jefté.

Jefté

11 Jefté era un valiente guerrero de la región de Galaad. Era hijo de una prostituta y de un hombre llamado Galaad, y como la esposa de Galaad le había dado otros hijos, cuando ellos crecieron echaron de la casa a Jefté y le dijeron que no heredaría nada de su padre, por ser hijo de otra mujer. Entonces Jefté huyó de sus hermanos y se fue a vivir a la región de Tob, donde reunió una banda de desalmados que junto con él salían a hacer correrías.

Pasado algún tiempo los amonitas atacaron a Israel, y los jefes de Galaad mandaron traer a Jefté de la región de Tob, y le dijeron:

—Ven, queremos que seas nuestro jefe en la guerra contra los amonitas.

Jefté les contestó:

—¿Pues no me odiaban ustedes, y hasta me obligaron a irme de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a buscarme ahora que están en aprietos?

—Precisamente porque estamos en aprietos venimos a buscarte —dijeron ellos—. Queremos que vengas con nosotros y pelees contra los amonitas, y que seas el jefe de todos los que vivimos en Galaad.

—Pues si ustedes quieren que yo regrese para pelear contra los amonitas, y si el Señor me da la victoria, seré el jefe de ustedes —respondió Jefté.

10 Y los jefes le aseguraron:

—El Señor es testigo nuestro de que haremos todo lo que has dicho.

11 Entonces Jefté fue con ellos, y el pueblo lo nombró su jefe y caudillo. En Mispá, Jefté repitió ante el Señor lo que antes había dicho. 12 Después mandó unos mensajeros al rey de los amonitas, para que le preguntaran: «¿Qué tienes tú contra mí, para que vengas ahora a atacar mi país?» 13 Y el rey de los amonitas les contestó a los mensajeros de Jefté: «Cuando ustedes los israelitas salieron de Egipto, nos quitaron nuestras tierras, desde el río Arnón hasta los ríos Jaboc y Jordán. Ahora, pues, devuélvemelas por las buenas.»

14 Jefté envió entonces otros mensajeros al rey de los amonitas, 15 con este mensaje: «Ésta es la respuesta de Jefté: Nosotros los israelitas no les hemos quitado tierras ni a los moabitas ni a los amonitas. 16 Cuando salimos de Egipto, cruzamos el desierto hasta el Mar Rojo, y llegamos hasta Cadés. 17 Entonces mandamos unos mensajeros al rey de Edom pidiéndole que nos dejara pasar por sus territorios, pero él no nos dejó pasar. Se lo pedimos también al rey de Moab, pero él tampoco nos dejó pasar. Por eso nos quedamos en Cadés. 18 Después, andando por el desierto, fuimos rodeando los territorios de Edom y de Moab, hasta llegar al este de Moab, y acampamos allí, al otro lado del río Arnón. Pero no lo cruzamos, porque allí empezaba el territorio de Moab. 19 Entonces mandamos unos mensajeros a Sihón, el rey amorreo de Hesbón, pidiéndole que nos dejara pasar por sus territorios para dirigirnos a nuestra tierra. 20 Pero Sihón desconfió y no nos permitió pasar por su territorio; por el contrario, reunió a todo su ejército y acampó en Jahas, y nos atacó. 21 Pero el Señor, el Dios de Israel, su pueblo, nos dio la victoria, y derrotamos a Sihón y a su ejército, y nos adueñamos de todo el territorio de los amorreos de esa región: 22 tomamos toda la tierra de los amorreos, desde el río Arnón hasta el Jaboc y desde el desierto hasta el Jordán. 23 ¿Y ahora quieres tú despojarnos de lo que el Señor les quitó a los amorreos y nos dio a nosotros? 24 Si Quemós, tu dios, te da algo en posesión, tú lo consideras propiedad tuya, ¿no es cierto? Pues también nosotros consideramos nuestro lo que el Señor nos ha dado en propiedad. 25 ¿Acaso te crees mejor que Balac, hijo de Sipor, el rey de Moab? Pues bien, él no vino a pelear contra nosotros. 26 Ya hace trescientos años que vivimos en Hesbón, Aroer y las aldeas vecinas, y en todas las ciudades a orillas del Arnón; ¿por qué no han reclamado ustedes esas tierras en todo este tiempo? 27 Yo no te he hecho ningún mal. Eres tú quien está actuando mal al venir a atacarnos. Pero el Señor es el juez, y él será quien juzgue a israelitas y amonitas.»

28 A pesar de todo, el rey de los amonitas no hizo caso del mensaje de Jefté.

La promesa de Jefté

29 Entonces el espíritu del Señor vino sobre Jefté, y éste recorrió Galaad y Manasés, pasando por Mispá de Galaad, para invadir el territorio de los amonitas. 30 Y Jefté le hizo esta promesa al Señor: «Si me das la victoria sobre los amonitas, 31 yo te ofreceré en holocausto a quien primero salga de mi casa a recibirme cuando yo regrese de la batalla.»

32 Jefté invadió el territorio de los amonitas, y los atacó, y el Señor le dio la victoria. 33 Mató Jefté a muchos enemigos, y conquistó veinte ciudades entre Aroer, Minit y Abel-queramim. De este modo los israelitas dominaron a los amonitas.

34 Cuando Jefté volvió a su casa en Mispá, la única hija que tenía salió a recibirlo bailando y tocando panderetas. Aparte de ella, no tenía otros hijos, 35 así que, al verla, se rasgó la ropa en señal de desesperación y le dijo:

—¡Ay, hija mía, qué gran dolor me causas! ¡Y eres tú misma la causa de mi desgracia, pues le he hecho una promesa al Señor, y ahora tengo que cumplírsela!

36 Y ella le respondió:

—Padre mío, haz conmigo lo que le prometiste al Señor, ya que él ha cumplido su parte al darte la victoria sobre tus enemigos los amonitas. 37 Te ruego, sin embargo, que me concedas dos meses para andar por los montes, con mis amigas, llorando por tener que morir sin haberme casado.

38 Jefté le concedió los dos meses, y en ese tiempo ella anduvo por los montes, con sus amigas, llorando porque iba a morir sin haberse casado. 39 Después de ese tiempo volvió a donde estaba su padre, y él cumplió la promesa que le había hecho al Señor. La hija de Jefté murió sin haber tenido relaciones sexuales con ningún hombre. 40 Por eso es costumbre entre los israelitas que todos los años las jóvenes vayan a llorar a la hija de Jefté durante cuatro días.