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El ángel del Señor anuncia desgracias a Israel

El ángel del Señor subió de Guilgal a Betel y dijo:

— Yo os saqué de Egipto, os traje a la tierra que había prometido con juramento a vuestros antepasados y os dije: “No romperé jamás mi alianza con vosotros; por vuestra parte, no haréis alianza con los habitantes de este país y destruiréis sus altares”. Pero no habéis escuchado mi voz. ¿Por qué habéis obrado así? Por eso no los expulsaré ante vosotros; serán vuestros opresores, y sus dioses una trampa para vosotros.

Apenas el ángel del Señor dijo estas palabras a todos los israelitas, el pueblo se puso a llorar a gritos. Así que llamaron a aquel lugar Bokín. Y ofrecieron allí sacrificios al Señor.

II.— HISTORIAS DE LOS “JUECES” (2,6—16,31)

Interpretación religiosa programática

Josué despidió al pueblo, y los israelitas se volvieron cada uno a su heredad para tomar posesión de ella. El pueblo sirvió al Señor mientras vivieron Josué y los ancianos que le sobrevivieron y que habían sido testigos de todas las grandes hazañas que el Señor había hecho en favor de Israel. Pero Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, murió a la edad de ciento diez años. Lo enterraron en el término de su heredad, en Timná Séraj, en la montaña de Efraín, al norte del monte Gaas. 10 También aquella generación fue a reunirse con sus antepasados y surgió otra generación que no conocía al Señor ni lo que había hecho por Israel.

11 Entonces los israelitas hicieron lo que desagrada al Señor: dieron culto a los Baales; 12 abandonaron al Señor, el Dios de sus antepasados, que los había sacado de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor; se postraron ante ellos e irritaron al Señor. 13 Dejaron al Señor y dieron culto a Baal y a las Astartés. 14 Entonces se encolerizó el Señor contra Israel y los entregó en manos de salteadores que los saqueaban; los dejó a merced de los enemigos de alrededor y no pudieron ya resistir ante ellos. 15 En todas sus campañas el Señor se les ponía en contra haciendo que fracasaran tal como el Señor se lo tenía dicho y jurado. Los puso así en gran aprieto.

16 Pero entonces el Señor hacía surgir jueces que los ponían a salvo de quienes los saqueaban. 17 Sin embargo, tampoco hicieron caso de esos jueces. Dieron culto a otros dioses y se postraron ante ellos. Se desviaban en seguida del camino seguido por sus padres que habían sido dóciles a los mandamientos del Señor y no los imitaban.

18 Cuando el Señor les suscitaba jueces, el Señor asistía al juez y, mientras este vivía, estaban a salvo de sus enemigos, porque el Señor se compadecía de los gemidos que proferían ante los que los maltrataban y oprimían. 19 Pero en cuanto moría el juez, volvían a corromperse más todavía que sus padres e iban detrás de otros dioses, dándoles culto, postrándose ante ellos y siguiendo en todo las prácticas y la conducta obstinada de sus padres. 20 Así que el Señor se encolerizó con el pueblo israelita y dijo:

— Ya que este pueblo ha quebrantado la alianza que sellé con sus antepasados y no ha escuchado mi voz, 21 tampoco yo seguiré expulsando ante ellos a ninguno de los pueblos que Josué al morir dejó sin conquistar.

22 El Señor quería poner a prueba con esos pueblos a los israelitas, a ver si seguían o no los caminos del Señor, como los habían seguido sus antepasados. 23 Por eso el Señor no se metió con aquellos pueblos, y no los expulsó en seguida, ni los entregó en manos de Josué.