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El esposo de Judit, que se llamaba Manasés y era de la misma tribu y familia que ella, había muerto durante la cosecha de la cebada. Estando al frente de los jornaleros que hacían los atados de trigo en el campo, le dio una insolación, cayó en cama y murió en Betulia, su ciudad. Lo sepultaron al lado de sus antepasados, en el campo que está entre Dotán e Ibleam. Ya hacía tres años y cuatro meses que Judit había quedado viuda, viviendo en su casa.

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