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30 Entonces el gobernador Ozías les respondió:

—¡Compatriotas, tengan fe! ¡Les pido que aguantemos sólo cinco días más! ¡Les aseguro que Dios tendrá compasión de nosotros! ¡Dios no nos abandonará! 31 Si al cabo de cinco días nuestro Dios no nos ha salvado, haré lo que ustedes me están pidiendo.

32 Luego los despidió y les encargó que regresaran a sus puestos. Entonces los hombres se dirigieron a las murallas y a las torres de la ciudad, y las mujeres y los niños se fueron a sus casas. Sin embargo, en toda la ciudad había mucha preocupación y tristeza.

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