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Nosotros, servidores de Nabucodonosor, los aplastaremos como si fueran un solo hombre; no podrán resistir la embestida de nuestra caballería. Los exterminaremos. Sus montes se embriagarán con su sangre, y las llanuras se llenarán con sus cadáveres. No podrán mantenerse en pie frente a nosotros. ¡Perecerán sin remedio! ¡Lo afirma el rey Nabucodonosor, el señor de toda la tierra! El ha hablado, y sus palabras no caerán en el vacío. Y tú, Aquior, mercenario de Amón, que has dicho estas palabras con intenciones perversas, de hoy en adelante no volverás a presentarte delante de mí, hasta que yo haya tomado venganza de esa gente escapada de Egipto.

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