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Algunos de ellos fueron a la casa de Ozías para llamar a Aquior. Cuando éste llegó, vio que uno de los hombres tenía en la mano la cabeza de Holofernes, y se desmayó. Cuando volvió en sí, se arrodilló delante de Judit en señal de respeto, y le dijo:

«¡Que en todos los hogares de Judá y en todas las naciones se hable bien de ti! ¡Que todos tiemblen de miedo al escuchar tu nombre! Ahora cuéntame qué hiciste durante estos días».

Entonces Judit le contó de principio a fin todo lo que había hecho.

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