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Entonces enviaron mensajeros a Nabucodonosor con esta propuesta de paz:

«Al gran rey Nabucodonosor:

»Su Majestad, nosotros somos sus servidores y nos ponemos a sus órdenes. Nuestra vida está en sus manos. 3-4 Todo lo que tenemos es suyo: fincas, animales, campos de trigo, y hasta nuestras ciudades con sus habitantes. Su Majestad puede hacer lo que quiera con todo esto».

5-8 Los mensajeros le entregaron la propuesta al comandante Holofernes, y éste decidió ir a cada una de las ciudades de la costa. En todas ellas, la gente lo recibió con música de tambores y baile, y hasta se puso coronas de hojas de laurel. Sin embargo, Holofernes destruyó todos los templos que había en esas ciudades, pues tenía orden de destruir los ídolos. Así todos los habitantes de esas ciudades, sin importar su raza o idioma, tendrían que adorar al rey Nabucodonosor como si fuera un dios.

Al salir de cada ciudad, Holofernes dejó tropas de su ejército vigilando la ciudad, y eligió hombres del lugar para que sirvieran como soldados auxiliares. Luego se fue al valle de Esdrelón, que está junto a Dotán, frente a las montañas de Judea. 10 Puso su campamento entre las ciudades de Gabá y Escitópolis, y se quedó allí un mes, para juntar más alimentos y equipo para su ejército.