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25 Los otros seguidores le dijeron:

—¡Vimos al Señor!

Pero él les dijo:

—No creeré a menos que vea la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado.

26 Una semana después, los seguidores estaban otra vez en la casa. Esta vez Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban con llave, Jesús entró y se puso en medio de ellos y dijo:

—La paz sea con ustedes.

27 Después le dijo a Tomás:

—Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Extiende tu mano y métela en este lado de mi cuerpo. Ya deja de dudar y cree.

28 Tomás le contestó:

—¡Mi Señor y mi Dios!

29 Jesús le dijo:

—¿Tú creíste porque me viste? Afortunados los que creen sin haber visto.

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