Juan 19
La Palabra (Hispanoamérica)
Jesús condenado a muerte (Mt 27,30-31; Mc 15,12-20; Lc 23,20-25)
19 Así pues, Pilato se hizo cargo del asunto y mandó que azotaran a Jesús. 2 Los soldados trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza. Le echaron también sobre los hombros un manto de púrpura 3 y, acercándose a él, decían:
— ¡Viva el rey de los judíos!
Y le daban bofetadas. 4 Salió de nuevo Pilato y les dijo:
— Miren, se lo voy a presentar a ustedes para dejar claro que no encuentro delito alguno en él.
5 Salió, pues, Jesús llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Pilato les dijo:
— ¡Este es el hombre!
6 Al ver a Jesús, los jefes de los sacerdotes y sus esbirros comenzaron a gritar:
— ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
Pilato insistió:
— Tómenlo ustedes y crucifíquenlo; yo no encuentro delito alguno en él.
7 Los judíos replicaron:
— Nosotros tenemos una ley, y según ella debe morir, porque ha querido hacerse pasar por Hijo de Dios.
8 Al oír esto, Pilato sintió aún más temor. 9 Entró de nuevo en el palacio y preguntó a Jesús:
— ¿De dónde eres tú?
Jesús ni siquiera le contestó. 10 Pilato le dijo:
— ¿Cómo? ¿Te niegas a contestarme? ¿Es que no sabes que tengo autoridad tanto para dejarte en libertad como para hacerte crucificar?
11 Jesús le respondió:
— No tendrías autoridad alguna sobre mí si Dios no te la hubiera concedido; por eso, el que me ha entregado a ti es mucho más culpable que tú.
12 Desde ese momento, Pilato intentaba por todos los medios poner a Jesús en libertad. Pero los judíos le gritaban:
— Si lo pones en libertad, no eres amigo del emperador. El que pretende ser rey se enfrenta al emperador.
13 Al oír esto, Pilato mandó sacar fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar conocido con el nombre de “Enlosado”, que en la lengua de los judíos se llama “Gábata”. 14 Era el día de preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Pilato dijo a los judíos:
— ¡Aquí tienen a su rey!
15 Pero ellos comenzaron a gritar:
— ¡Quítalo de en medio! ¡Crucifícalo!
Pilato insistió:
— ¿Cómo voy a crucificar a su rey?
Pero los jefes de los sacerdotes replicaron:
— Nuestro único rey es el emperador romano.
16 Así que, al fin, Pilato se lo entregó para que lo crucificaran.
Crucifixión de Jesús (Mt 27,32-44; Mc 15,21-32; Lc 23,26-43)
Tomaron, pues, a Jesús 17 que, cargando con su propia cruz, se encaminó hacia el llamado “lugar de la Calavera” (que en la lengua de los judíos se conoce como “Gólgota”). 18 Allí lo crucificaron, y con él crucificaron también a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio.
19 Pilato mandó poner sobre la cruz un letrero con esta inscripción: “Jesús de Nazaret, el rey de los judíos.” 20 La inscripción fue leída por muchos judíos, porque el lugar donde Jesús había sido crucificado estaba cerca de la ciudad. Además, el texto estaba escrito en hebreo, latín y griego. 21 Así que los jefes de los sacerdotes se presentaron a Pilato y le dijeron:
— No pongas: “El rey de los judíos” sino: “Este hombre dijo: Yo soy el rey de los judíos”.
22 Pero Pilato les contestó:
— Que quede escrito lo que yo mandé escribir.
23 Los soldados, una vez que terminaron de crucificar a Jesús, tomaron sus ropas e hicieron con ellas cuatro lotes, uno para cada soldado. Se quedaron también con la túnica, pero como era una túnica sin costuras, tejida de una sola pieza de arriba a abajo, 24 llegaron a este acuerdo:
— No debemos partirla; lo que procede es sortearla para ver a quién le toca.
Así se cumplió el pasaje de la Escritura que dice: Dividieron entre ellos mis ropas y echaron a suertes mi túnica.
Esto fue lo que hicieron los soldados.
La madre de Jesús y el discípulo amado
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, María la mujer de Cleofás, que era hermana de su madre, y María Magdalena. 26 Jesús, al ver a su madre y, junto a ella, al discípulo a quien tanto quería, dijo a su madre:
— Mujer, ahí tienes a tu hijo.
27 Después dijo al discípulo:
— Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquel momento, el discípulo la acogió en su casa.
Muerte de Jesús (Mt 27,48-50; Mc 15, 36-37; Lc 23,46)
28 Después de esto, plenamente consciente de que todo había llegado a su fin, para que se cumpliese la Escritura, Jesús exclamó:
— Tengo sed.
29 Empaparon una esponja en vinagre, la colocaron en la punta de una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. 30 Jesús probó el vinagre y dijo:
— Todo está cumplido.
Inclinó, entonces, la cabeza y expiró.
La lanzada en el costado
31 Era el día de preparación y los judíos no querían que los cuerpos de los ajusticiados quedaran en la cruz aquel sábado, porque en él se celebraba una fiesta muy solemne. Por eso, pidieron a Pilato que ordenase quebrar las piernas de los crucificados y retirarlos de allí. 32 Fueron los soldados y quebraron las piernas de los dos que habían sido crucificados con Jesús. 33 Pero cuando se acercaron a Jesús, al comprobar que ya había muerto, no le quebraron las piernas, 34 sino que uno de los soldados le abrió el costado de una lanzada, y al punto brotó de él sangre y agua. 35 El que lo vio da testimonio de ello y su testimonio es verdadero y está seguro de que habla con verdad para que también ustedes crean. 36 Porque todo esto ocurrió para que se cumpliese la Escritura que dice: No le quebrarán ningún hueso. 37 Y también la otra Escritura que dice: Mirarán al que traspasaron.
Sepultura de Jesús (Mt 27,57-61; Mc 15,42-47; Lc 23,50-56)
38 Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque lo mantenía en secreto por miedo a los judíos, solicitó de Pilato el permiso para hacerse cargo del cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió, y él se hizo cargo del cuerpo. 39 También vino Nicodemo, el que con anterioridad había ido de noche a entrevistarse con Jesús, trayendo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe. 40 Entre ambos se llevaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas de lino bien empapadas en los aromas, según acostumbraban hacer los judíos para sepultar a sus muertos.
41 Cerca del lugar donde Jesús fue crucificado había un huerto, y en el huerto, un sepulcro nuevo en el que nadie había sido sepultado. 42 Y como el sepulcro estaba cerca y era para los judíos el día de preparación, depositaron allí el cuerpo de Jesús.
Juan 19
Traducción en lenguaje actual
19 Entonces Pilato ordenó que le dieran azotes a Jesús. 2 Luego, los soldados romanos hicieron una corona de espinas y se la pusieron a Jesús. También le pusieron un manto de color rojo oscuro[a] 3 y, acercándose a él, dijeron: «¡Viva el rey de los judíos!» Y lo golpeaban en la cara.
4 Pilato volvió a salir, y dijo a la gente: «¡Escuchen! Ordené que traigan a Jesús de nuevo. Yo no creo que sea culpable de nada malo.»
5 Cuando sacaron a Jesús, llevaba puesta la corona de espinas y vestía el manto rojo. Pilato dijo:
—¡Aquí está el hombre!
6 Cuando los jefes de los sacerdotes y los guardias del templo vieron a Jesús, comenzaron a gritar:
—¡Clávalo en una cruz! ¡Clávalo en una cruz!
Pilato les dijo:
—Yo no creo que sea culpable de nada. Así que llévenselo y clávenlo en la cruz ustedes mismos.
7 La gente respondió:
—De acuerdo a nuestra ley, este hombre tiene que morir porque dice ser el Hijo de Dios.
8 Cuando Pilato oyó lo que decían, sintió más miedo. 9 Volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó:
—¿De dónde eres?
Pero Jesús no le contestó. 10 Entonces Pilato le dijo:
—¿No me vas a contestar? ¿Acaso no sabes que tengo poder para mandar que te dejen libre, o para que mueras clavado en una cruz?
11 Jesús le respondió:
—No tendrías ningún poder sobre mí, si Dios no te lo hubiera dado. El hombre que me entregó es más culpable de pecado que tú.
12 A partir de ese momento, Pilato buscó la manera de dejar libre a Jesús, pero la gente gritó:
—¡Si dejas libre a ese hombre, no eres amigo del emperador romano! ¡Cualquiera que quiera hacerse rey, es enemigo del emperador!
13 Al oír esto, Pilato mandó que sacaran a Jesús del palacio. Luego se sentó en el asiento del tribunal, en un lugar llamado Gabatá, que en hebreo significa El Empedrado. 14 Faltaba un día para la fiesta de la Pascua, y eran como las doce del día. Entonces Pilato dijo a los judíos:
—¡Aquí tienen a su rey!
15 Pero la gente gritó:
—¡Clávalo en una cruz! ¡Clávalo en una cruz!
Pilato les preguntó:
—¿De veras quieren que mate a su rey?
Y los sacerdotes principales le respondieron:
—¡Nosotros no tenemos más rey que el emperador de Roma!
16 Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo mataran en una cruz, y ellos se lo llevaron.
Jesús es clavado en una cruz
17 Jesús salió de allí cargando su propia cruz, y fue al lugar llamado Gólgota, que en hebreo significa «Lugar de la Calavera». 18 Allí clavaron a Jesús en la cruz. También crucificaron a otros dos hombres, uno a cada lado de Jesús.
19-20 Pilato ordenó que escribieran un letrero que explicara por qué habían matado a Jesús. El letrero fue escrito en tres idiomas: hebreo, latín y griego; y decía: «Jesús de Nazaret, Rey de los judíos». Colocaron el letrero en la cruz, por encima de la cabeza de Jesús.
Como el lugar donde clavaron a Jesús estaba cerca de la ciudad, muchos judíos leyeron el letrero. 21 Por eso los sacerdotes principales le dijeron a Pilato:
—No escribas: “Rey de los judíos”. Más bien debes escribir: “Este hombre afirma ser el Rey de los judíos.”
22 Pilato les dijo:
—Lo que he escrito así se queda.
23 Después de que los soldados romanos clavaron a Jesús en la cruz, recogieron su ropa y la partieron en cuatro pedazos, una para cada soldado. También tomaron el manto de Jesús, pero como era un tejido de una sola pieza y sin costuras, 24 decidieron no romperlo, sino echarlo a la suerte, para ver quién se quedaría con él. Así se cumplió lo que dice la Biblia:
«Hicieron un sorteo
para ver quién se quedaba con mi ropa.»
25 Cerca de la cruz estaban María la madre de Jesús, María la esposa de Cleofás y tía de Jesús, y María Magdalena. 26 Cuando Jesús vio a su madre junto al discípulo preferido, le dijo a ella: «Madre, ahí tienes a tu hijo.» 27 Después le dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y a partir de ese momento, el discípulo llevó a María a su propia casa.
La muerte de Jesús
28 Jesús sabía que ya había hecho todo lo que Dios le había ordenado. Por eso, y para que se cumpliera lo que dice la Biblia, dijo: «Tengo sed».
29 Había allí un jarro lleno de vinagre. Entonces empaparon una esponja en el vinagre, la ataron a una rama, y la acercaron a la boca de Jesús. 30 Él probó el vinagre y dijo: «Todo está cumplido». Luego, inclinó su cabeza y murió.
La lanza en el costado de Jesús
31 Era viernes, y al día siguiente sería la fiesta de la Pascua. Los jefes judíos no querían que en el día sábado los tres hombres siguieran colgados en las cruces, porque ése sería un sábado muy especial. Por eso le pidieron a Pilato ordenar que se les quebraran las piernas a los tres hombres. Así los harían morir más rápido y podrían quitar los cuerpos.
32 Los soldados fueron y les quebraron las piernas a los dos que habían sido clavados junto a Jesús. 33 Cuando llegaron a Jesús, se dieron cuenta de que ya había muerto. Por eso no le quebraron las piernas.
34 Sin embargo, uno de los soldados atravesó con una lanza el costado de Jesús, y enseguida salió sangre y agua.
35-37 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Biblia: «No le quebrarán ningún hueso». En otra parte, la Biblia también dice: «Mirarán al que atravesaron con una lanza».
El que dice esto, también vio lo que pasó, y sabe que todo esto es cierto. Él cuenta la verdad para que ustedes crean.
Jesús es sepultado
38 Después de esto José, de la ciudad de Arimatea, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era seguidor de Jesús, pero no se lo había dicho a nadie porque tenía miedo de los líderes judíos. Pilato le dio permiso, y José se llevó el cuerpo.
39 También Nicodemo, el que una noche había ido a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de perfume a donde estaba José. 40 Los dos tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en vendas de una tela muy cara. Luego empaparon las vendas con el perfume que había llevado Nicodemo. Los judíos acostumbraban sepultar así a los muertos.
41 En el lugar donde Jesús murió había un jardín con una tumba nueva. Allí no habían puesto a nadie todavía. 42 Como ya iba a empezar el sábado, que era el día de descanso obligatorio para los judíos, pusieron allí el cuerpo de Jesús en esa tumba, porque era la más cercana.
Footnotes
- Juan 19:2 La corona y el manto de color rojo oscuro eran símbolos que usaban los reyes de aquella época. Como Jesús era acusado de proclamarse rey de los judíos, los soldados romanos le pusieron la corona de espinas y el manto para burlarse de él.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España
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