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Por qué los judíos no creían en Jesús

37 A pesar de que Jesús había hecho tan grandes señales milagrosas delante de ellos, no creían en él; 38 pues tenía que cumplirse lo que escribió el profeta Isaías:

«Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?»

39 Así que no podían creer, pues también escribió Isaías:

40 «Dios les ha cerrado los ojos
y ha entorpecido su mente,
para que no puedan ver
ni puedan entender;
para que no se vuelvan a mí,
y yo no los sane.»

41 Isaías dijo esto porque había visto la gloria de Jesús, y hablaba de él.

42 Sin embargo, muchos de los judíos creyeron en Jesús, incluso algunos de los más importantes. Pero no lo decían en público por miedo a los fariseos, para que no los expulsaran de las sinagogas. 43 Preferían la gloria que dan los hombres a la gloria que da Dios.

Las palabras de Jesús juzgarán a la gente

44 Jesús dijo con voz fuerte: «El que cree en mí, no cree solamente en mí, sino también en el Padre, que me ha enviado. 45 Y el que me ve a mí, ve también al que me ha enviado. 46 Yo, que soy la luz, he venido al mundo para que los que creen en mí no se queden en la oscuridad. 47 Pero a aquel que oye mis palabras y no las obedece, no soy yo quien lo condena; porque yo no vine para condenar al mundo, sino para salvarlo. 48 El que me desprecia y no hace caso de mis palabras, ya tiene quien lo condene: las palabras que yo he dicho lo condenarán en el día último. 49 Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me ha enviado, me ha ordenado lo que debo decir y enseñar. 50 Y sé que el mandato de mi Padre es para vida eterna. Así pues, lo que yo digo, lo digo como el Padre me ha ordenado.»

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