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33 Entonces todo el pueblo, tanto los descendientes de Israel como los extranjeros, y todos los ancianos, oficiales y jueces, se pusieron a los lados del arca de la alianza del Señor, frente a los sacerdotes levitas que la llevaban en hombros. Para la bendición del pueblo de Israel, la mitad de ellos estaba del lado del monte Guerizim, y la otra mitad del lado del monte Ebal, tal como lo había ordenado desde el principio Moisés, el siervo del Señor.

34 Después Josué leyó cada una de las palabras del libro de la ley, tanto las bendiciones como las maldiciones. 35 No hubo una sola palabra de todo lo que Moisés había mandado, que no leyera Josué ante toda la comunidad de Israel, incluyendo a las mujeres y niños, y aun a los extranjeros que vivían entre ellos.

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