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Los israelitas derrotan a Hai

Entonces el Señor le dijo a Josué: «No tengas miedo ni te desanimes. Toma a todos tus hombres de guerra y ataca la ciudad de Hai, porque te he entregado al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su tierra. Los destruirás tal como destruiste a Jericó y a su rey. Pero esta vez podrán quedarse con el botín y los animales. Preparen una emboscada detrás de la ciudad».

Entonces Josué y todos los hombres de guerra salieron a atacar a Hai. Josué eligió a treinta mil de sus mejores guerreros y los envió de noche con la siguiente orden: «Escóndanse en emboscada no muy lejos detrás de la ciudad y prepárense para entrar en acción. Cuando nuestro ejército principal ataque, los hombres de Hai saldrán a pelear como lo hicieron antes, y nosotros huiremos de ellos. Dejaremos que nos persigan hasta alejarlos de la ciudad. Pues dirán: “Los israelitas huyen de nosotros como lo hicieron antes”. Entonces, mientras nosotros huimos de ellos, ustedes saldrán de golpe de su escondite y tomarán posesión de la ciudad. Pues el Señor su Dios la entregará en sus manos. Prendan fuego a la ciudad, tal como el Señor lo ordenó. Esas son las instrucciones».

Entonces salieron y fueron al lugar de la emboscada, entre Betel y el lado occidental de Hai; pero esa noche, Josué se quedó con el pueblo en el campamento. 10 Temprano a la mañana siguiente, Josué despertó a sus hombres y emprendió la marcha hacia Hai, acompañado por los ancianos de Israel. 11 Todos los hombres de guerra que estaban con Josué marcharon por delante de la ciudad y acamparon al norte de Hai, donde un valle los separaba de la ciudad. 12 Esa noche, Josué envió a unos cinco mil hombres para que esperaran escondidos entre Betel y Hai, al occidente de la ciudad. 13 De esa manera, el ejército principal se estableció en el norte, y la emboscada al occidente de la ciudad. Josué, por su parte, pasó la noche en el valle.

14 Cuando el rey de Hai vio a los israelitas del otro lado del valle, se apresuró a salir temprano por la mañana con todo su ejército y los atacó desde un lugar con vista al valle del Jordán;[a] pero no se dio cuenta de que había una emboscada detrás de la ciudad. 15 Entonces Josué y el ejército israelita huyeron en retirada hacia el desierto como si los hubieran vencido por completo. 16 Así que llamaron a todos los hombres de la ciudad, para que salieran a perseguirlos. De esa manera, los alejaron de la ciudad. 17 No quedó ni un solo hombre en Hai o en Betel[b] que no persiguiera a los israelitas, y la ciudad quedó completamente desprotegida.

18 Entonces el Señor le dijo a Josué: «Apunta hacia Hai con la lanza que tienes en la mano, porque te entregaré la ciudad». Así que Josué hizo lo que se le ordenó. 19 En cuanto Josué dio la señal, todos los hombres que esperaban en la emboscada salieron de golpe de sus puestos e invadieron la ciudad en masa. Enseguida la sitiaron y le prendieron fuego.

20 Cuando los hombres de Hai miraron hacia atrás, vieron que salía tanto humo de la ciudad que cubría el cielo, y ya no tenían adónde ir. Pues los israelitas que habían huido hacia el desierto se dieron vuelta y atacaron a los que los perseguían. 21 Cuando Josué y todos los demás israelitas vieron que la emboscada había dado resultado y que de la ciudad salía humo, se dieron vuelta y atacaron a los hombres de Hai. 22 Mientras tanto, los israelitas que habían entrado en la ciudad salieron y atacaron al enemigo por la retaguardia. De esa manera los hombres de Hai quedaron atrapados en medio, ya que los guerreros israelitas los encerraron por ambos lados. Israel los atacó, y no sobrevivió ni escapó una sola persona. 23 Solo al rey de Hai lo capturaron vivo y lo llevaron ante Josué.

24 Cuando el ejército israelita terminó de perseguir y de matar a todos los hombres de Hai en campo abierto, regresó y acabó con la gente que había quedado en la ciudad. 25 Ese día fue exterminada toda la población de Hai, incluidos hombres y mujeres, doce mil personas en total. 26 Pues Josué mantuvo la lanza extendida hasta que todos los habitantes de Hai fueron totalmente destruidos.[c] 27 Solo los animales y los tesoros de la ciudad no fueron destruidos, porque los israelitas los tomaron como botín, tal como el Señor le había ordenado a Josué. 28 Luego Josué incendió la ciudad de Hai,[d] la cual se convirtió en un montón de ruinas y aún sigue desolada hasta el día de hoy.

29 Entonces Josué atravesó al rey de Hai con un poste afilado y lo dejó allí colgado hasta la tarde. A la puesta del sol, los israelitas bajaron el cuerpo como Josué ordenó y lo arrojaron frente a la puerta de la ciudad. Apilaron un montón de piedras sobre él, las cuales todavía pueden verse hasta el día de hoy.

El pacto del Señor es renovado

30 Luego Josué construyó un altar al Señor, Dios de Israel, en el monte Ebal. 31 Siguió los mandatos que Moisés, siervo del Señor, había escrito en el libro de instrucción: «Háganme un altar con piedras sin labrar y que no hayan sido trabajadas con herramientas de hierro»[e]. Entonces presentaron sobre el altar ofrendas quemadas y ofrendas de paz al Señor. 32 Y mientras los israelitas observaban, Josué copió en las piedras del altar[f] las instrucciones que Moisés les había dado.

33 Después, todo Israel—tanto los extranjeros como los israelitas de nacimiento—junto con sus ancianos, jefes y jueces fue dividido en dos grupos. Un grupo se paró frente al monte Gerizim, y el otro, delante del monte Ebal. Ambos grupos quedaron frente a frente y, entre ellos, estaban los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto del Señor. Todo se hizo de acuerdo a las órdenes que Moisés, siervo del Señor, había dado previamente para bendecir al pueblo de Israel.

34 Entonces Josué le leyó al pueblo todas las bendiciones y maldiciones que Moisés había escrito en el libro de instrucción. 35 Cada palabra de cada mandato que Moisés había dado se leyó a todos los israelitas reunidos en asamblea, incluso a las mujeres, a los niños y a los extranjeros que vivían entre ellos.

Los gabaonitas engañan a Israel

Ahora bien, todos los reyes que estaban al occidente del río Jordán se enteraron de lo que había sucedido. Eran los reyes de los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, quienes vivían en la zona montañosa, en las colinas occidentales[g] y a lo largo de la costa del mar Mediterráneo[h] hasta las montañas del Líbano, al norte. Esos reyes unieron sus tropas para pelear como un solo ejército contra Josué y los israelitas.

Sin embargo, cuando los habitantes de Gabaón oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a la ciudad de Hai, recurrieron al engaño para salvarse la vida. Enviaron a unos representantes ante Josué y, sobre sus asnos, cargaron alforjas desgastadas y odres viejos y remendados. Se pusieron ropa harapienta y se calzaron sandalias gastadas y remendadas. Además, llevaban pan seco y mohoso. Cuando llegaron al campamento de Israel, en Gilgal, les dijeron a Josué y a los hombres de Israel:

—Venimos de una tierra lejana para pedirles que hagan un tratado de paz con nosotros.

Entonces los israelitas les respondieron a esos heveos:

—¿Cómo podemos saber que ustedes no viven cerca? Pues si viven cerca, no podemos hacer ningún tratado de paz con ustedes.

Ellos respondieron:

—Nosotros somos sus siervos.

—Pero ¿quiénes son ustedes?—preguntó Josué—. ¿De dónde vienen?

Ellos contestaron:

—Nosotros sus siervos venimos de un país muy lejano. Hemos oído del poder del Señor su Dios y de todo lo que hizo en Egipto. 10 También hemos oído de lo que les hizo a los dos reyes amorreos que vivían al oriente del río Jordán: a Sehón, rey de Hesbón, y a Og, rey de Basán (quien vivía en Astarot). 11 Entonces nuestros ancianos y todo nuestro pueblo nos dieron las siguientes instrucciones: “Lleven provisiones para un largo viaje. Vayan al encuentro del pueblo de Israel y díganle: ‘Somos sus siervos; les suplicamos que hagan un tratado con nosotros’”.

12 »Este pan estaba caliente, recién salido del horno, cuando partimos de nuestros hogares. Pero ahora, como pueden ver, está seco y mohoso. 13 Estos odres estaban nuevos cuando los llenamos, pero ahora están viejos y rotos. Y nuestra ropa y las sandalias que traemos puestas están desgastadas de tan largo viaje.

14 Entonces los israelitas revisaron el alimento de los gabaonitas pero no consultaron al Señor. 15 Así que Josué hizo un tratado de paz con ellos y les garantizó seguridad, y los líderes de la comunidad ratificaron el acuerdo mediante un juramento que los obligaba a cumplirlo.

16 Tres días después de hacer el tratado, ¡los israelitas se enteraron de que esa gente en realidad vivía cerca! 17 Enseguida salieron a investigar y, en tres días, llegaron a sus ciudades, las cuales se llamaban Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat-jearim. 18 Sin embargo, como los líderes israelitas habían hecho un voto en el nombre del Señor, Dios de Israel, no atacaron a ninguna de las ciudades gabaonitas.

Entonces el pueblo de Israel se quejó contra sus líderes por causa del tratado. 19 Pero los líderes respondieron: «Dado que hicimos un juramento en presencia del Señor, Dios de Israel, no podemos tocarlos. 20 Lo que tenemos que hacer es dejarlos con vida, porque el enojo divino caería sobre nosotros si no cumpliéramos nuestro juramento. 21 Déjenlos vivir». Así que los hicieron cortar leña y llevar agua para toda la comunidad, tal como lo indicaron los líderes israelitas.

22 Entonces Josué reunió a los gabaonitas y les dijo:

—¿Por qué nos mintieron? ¿Por qué dijeron que vivían en una tierra lejana, si en realidad viven aquí mismo, entre nosotros? 23 ¡Malditos sean! De ahora en adelante, siempre serán siervos encargados de cortar madera y de llevar agua para la casa de mi Dios.

24 Ellos le respondieron:

—Lo hicimos porque a nosotros, sus siervos, se nos dijo con claridad que el Señor su Dios le ordenó a Moisés, siervo del Señor, que les entregara toda esta tierra y que destruyera a todos sus habitantes. Así que temimos profundamente por nuestra vida a causa de ustedes. Por eso hicimos lo que hicimos. 25 Ahora estamos a merced de ustedes; hagan con nosotros lo que mejor les parezca.

26 Así que Josué no permitió que el pueblo de Israel matara a los gabaonitas; 27 pero desde ese día, los hizo cortar la leña y llevar el agua para la comunidad de Israel y el altar del Señor, donde fuere que el Señor eligiera construirlo. Y a eso se dedican hasta el día de hoy.

Israel derrota a los ejércitos del sur

10 Adonisedec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado y destruido por completo[i] la ciudad de Hai y había matado a su rey, lo mismo que había hecho con la ciudad de Jericó y su rey. También se enteró de que los gabaonitas habían hecho la paz con Israel y ahora eran sus aliados. Cuando él y su pueblo oyeron todo eso, tuvieron mucho miedo, porque Gabaón era una ciudad grande, tan grande como las ciudades de la realeza y más grande que la ciudad de Hai. Además, los gabaonitas eran guerreros fuertes.

Entonces Adonisedec, rey de Jerusalén, envió mensajeros a varios otros reyes: a Hoham, rey de Hebrón, a Piream, rey de Jarmut, a Jafía, rey de Laquis y a Debir, rey de Eglón. «Vengan y ayúdenme a destruir Gabaón—les rogó—, porque hizo la paz con Josué y con el pueblo de Israel». Entonces esos cinco reyes amorreos unieron sus ejércitos para atacar en conjunto. Pusieron todas sus tropas en posición y atacaron Gabaón.

Enseguida, los hombres de Gabaón enviaron mensajeros a Josué, quien se encontraba en su campamento, en Gilgal. «¡No abandone a sus siervos ahora!—rogaron—. ¡Venga de inmediato! ¡Sálvenos! ¡Ayúdenos! Pues todos los reyes amorreos que viven en la zona montañosa unieron sus fuerzas para atacarnos».

Entonces Josué y todo su ejército, incluidos sus mejores guerreros, salieron de Gilgal hacia Gabaón. «No les tengas miedo—le dijo el Señor a Josué—, porque te he dado la victoria. Ni uno de ellos podrá hacerte frente».

Josué marchó toda la noche desde Gilgal y tomó por sorpresa a los ejércitos amorreos. 10 El Señor llenó de pánico a los amorreos, y los israelitas masacraron a un gran número de ellos en Gabaón. Después persiguieron a sus enemigos por el camino que lleva a Bet-horón y los fueron matando a lo largo de toda la ruta a Azeca y Maceda. 11 Mientras los amorreos estaban en retirada por el camino de Bet-horón, el Señor los destruyó mediante una terrible tormenta de granizo que envió desde el cielo, y que no paró hasta que llegaron a Azeca. El granizo mató a más enemigos de los que mataron los israelitas a filo de espada.

12 El día que el Señor les dio a los israelitas la victoria sobre los amorreos, Josué oró al Señor delante de todo el pueblo de Israel y dijo:

«Que el sol se detenga sobre Gabaón,
    y la luna, sobre el valle de Ajalón».

13 Entonces el sol se detuvo y la luna se quedó en su sitio hasta que la nación de Israel terminó de derrotar a sus enemigos.

¿Acaso no está registrado ese suceso en El libro de Jaser[j]? El sol se detuvo en medio del cielo y no se ocultó como en un día normal.[k] 14 Jamás, ni antes ni después, hubo un día como ese, cuando el Señor contestó semejante oración. ¡Sin duda, ese día el Señor peleó por Israel!

15 Después Josué y el ejército israelita regresaron a su campamento, en Gilgal.

Josué mata a los cinco reyes del sur

16 Durante la batalla, los cinco reyes escaparon y se escondieron en una cueva, en Maceda. 17 Cuando Josué oyó que los habían encontrado, 18 dio la siguiente orden: «Cubran la abertura de la cueva con rocas grandes y pongan guardias en la entrada, para mantener adentro a los reyes. 19 Los demás continúen persiguiendo a los enemigos y mátenlos por la retaguardia. No los dejen volver a sus ciudades, porque el Señor, Dios de ustedes, les ha dado la victoria sobre ellos».

20 Entonces Josué y el ejército israelita continuaron con la masacre y derrotaron al enemigo por completo. Exterminaron totalmente a los cinco ejércitos con excepción de un pequeño grupo que logró llegar a sus ciudades fortificadas. 21 Luego los israelitas volvieron a salvo al campamento de Maceda, donde estaba Josué. Después de eso, nadie se atrevió a decir ni una sola palabra en contra de Israel.

22 Luego Josué dijo: «Quiten las rocas que cubren la abertura de la cueva y tráiganme a los cinco reyes». 23 Así que hicieron salir de la cueva a los cinco reyes de las ciudades de Jerusalén, de Hebrón, de Jarmut, de Laquis y de Eglón. 24 Cuando los sacaron, Josué les dijo a los comandantes de su ejército: «Acérquense y pónganles el pie sobre el cuello a estos reyes». Y ellos hicieron lo que se les dijo.

25 «Jamás tengan miedo ni se desanimen—les dijo Josué a sus hombres—. Sean fuertes y valientes, porque el Señor hará lo mismo con todos sus enemigos». 26 Entonces Josué mató a cada uno de los cinco reyes y los atravesó con cinco postes afilados, donde quedaron colgados hasta la tarde.

27 Mientras se ponía el sol, Josué mandó que descolgaran los cuerpos de los postes y que los arrojaran dentro de la cueva donde se habían escondido los reyes. Luego taparon la abertura de la cueva con un montón de rocas grandes, lo cual permanece allí hasta el día de hoy.

Israel destruye las ciudades del sur

28 Ese mismo día, Josué tomó y destruyó la ciudad de Maceda. Mató a todos sus habitantes, incluso al rey, y no dejó a nadie con vida. Los destruyó a todos y mató al rey de Maceda, lo mismo que había hecho con el rey de Jericó. 29 Después, Josué y los israelitas se dirigieron hacia Libna y la atacaron. 30 Allí también el Señor les entregó la ciudad con su rey. Mató a todos sus habitantes sin dejar a nadie con vida. Luego Josué mató al rey de Libna, lo mismo que había hecho con el rey de Jericó.

31 De Libna, Josué y los israelitas fueron a Laquis y la atacaron. 32 Igual que en las veces anteriores, el Señor les entregó Laquis. Josué la tomó el segundo día y mató a todos sus habitantes, tal como había hecho en Libna. 33 Durante el ataque a Laquis, el rey Horam, de Gezer, llegó con su ejército para ayudar a defender la ciudad. Pero los hombres de Josué lo mataron junto con su ejército y no dejaron a nadie con vida.

34 Luego Josué y el ejército israelita siguieron hacia la ciudad de Eglón y la atacaron. 35 La tomaron ese mismo día y mataron a todos sus habitantes. Josué destruyó a todos por completo, tal como había hecho en Laquis. 36 De Eglón, Josué y el ejército israelita subieron a Hebrón y la atacaron. 37 Tomaron la ciudad y mataron a todos sus habitantes, incluso al rey, y no dejaron a nadie con vida. Hicieron lo mismo con todas las aldeas vecinas. Y tal como había hecho en Eglón, Josué destruyó por completo a toda la población.

38 Después, Josué y los israelitas se volvieron y atacaron Debir. 39 Josué tomó la ciudad con su rey y todas las aldeas vecinas. Destruyó por completo a todos sus habitantes y no dejó a nadie con vida. Hizo a Debir y a su rey lo mismo que les había hecho a Hebrón, a Libna y a su rey.

40 Así que Josué conquistó toda la región: a los reyes y a los pueblos de la zona montañosa, el Neguev, las colinas occidentales[l] y las laderas de las montañas. Destruyó por completo a todos los habitantes del territorio sin dejar a nadie con vida, tal como el Señor, Dios de Israel, lo había ordenado. 41 Josué los masacró desde Cades-barnea hasta Gaza y desde la región que rodea la ciudad de Gosén hasta Gabaón. 42 Josué venció a todos esos reyes y conquistó sus territorios en una sola campaña, porque el Señor, Dios de Israel, peleaba por su pueblo.

43 Después Josué y el ejército israelita regresaron a su campamento, en Gilgal.

Israel derrota a los ejércitos del norte

11 Cuando el rey Jabín, de Hazor, oyó lo que había sucedido, envió un mensaje a los siguientes reyes: al rey Jobab, de Madón; al rey de Simrón; al rey de Acsaf; a todos los reyes de la zona montañosa del norte; a los reyes del valle del Jordán, al sur de Galilea;[m] a los reyes de las colinas de Galilea;[n] a los reyes de Nafot-dor, al occidente; a los reyes de Canaán, tanto del oriente como del occidente; y a los reyes de los amorreos, de los hititas, de los ferezeos, de los jebuseos en la zona montañosa y de los heveos en las ciudades que están en las laderas del monte Hermón, en la tierra de Mizpa.

Todos esos reyes salieron a pelear. Sus ejércitos unidos formaban una inmensa multitud. Y con todos sus caballos y carros de guerra cubrieron el terreno como la arena a la orilla del mar. Los reyes unieron sus fuerzas y establecieron su campamento alrededor de las aguas que están cerca de Merom para pelear contra Israel.

Entonces el Señor le dijo a Josué: «No les tengas miedo. Mañana, a esta hora, los entregaré a todos muertos en manos de Israel. Después lisia sus caballos y quema sus carros de guerra».

Así que Josué y todos sus hombres de guerra avanzaron hasta las aguas que están cerca de Merom y atacaron por sorpresa. Y el Señor les dio la victoria sobre sus enemigos. Los israelitas los persiguieron tan lejos como Gran Sidón y Misrefot-maim y, hacia el oriente, por el valle de Mizpa, hasta que no quedó ningún guerrero del enemigo con vida. Después Josué lisió los caballos y quemó todos los carros de guerra, tal como el Señor había indicado.

10 Luego Josué regresó y tomó Hazor y mató a su rey. (Hazor había sido por un tiempo la capital de todos esos reinos). 11 Los israelitas destruyeron por completo[o] a todo ser viviente de la ciudad, sin dejar sobrevivientes. No se le perdonó la vida a nadie. Y después Josué quemó la ciudad.

12 Josué masacró a todos los demás reyes y a sus pueblos, los destruyó por completo, tal como lo había ordenado Moisés, siervo del Señor. 13 Pero los israelitas no quemaron ninguna de las ciudades construidas sobre collados salvo Hazor, la cual Josué quemó. 14 Y los israelitas se quedaron con todo el botín y con los animales de las ciudades devastadas; pero mataron a toda la gente, sin dejar a nadie con vida. 15 Tal como el Señor le había ordenado a su siervo Moisés, también Moisés le ordenó a Josué. Y Josué hizo lo que se le indicó, obedeció cuidadosamente todos los mandatos que el Señor le había dado a Moisés.

16 Así que Josué conquistó toda la región: la zona montañosa, todo el Neguev, toda el área que rodea la ciudad de Gosén, las colinas occidentales, el valle del Jordán,[p] los montes de Israel y las colinas de Galilea. 17 El territorio israelita ahora se extendía desde el monte Halac, que se eleva hacia Seir, al sur, hasta Baal-gad, al pie del monte Hermón, en el valle del Líbano, al norte. Josué mató a todos los reyes de esos territorios, 18 después de hacer guerra por mucho tiempo para lograrlo. 19 Ninguno de esa región hizo la paz con los israelitas salvo los heveos de Gabaón. Todos los demás fueron derrotados, 20 porque el Señor les endureció el corazón y los hizo pelear contra los israelitas. Así que fueron totalmente destruidos sin compasión, tal como el Señor le había ordenado a Moisés.

21 Durante ese período, Josué destruyó a todos los descendientes de Anac, quienes vivían en la zona montañosa de Hebrón, Debir, Anab y en toda la región montañosa de Judá e Israel. Los mató a todos y destruyó sus ciudades por completo. 22 No quedó ningún descendiente de Anac en la tierra de Israel, aunque algunos todavía permanecían en Gaza, Gat y Asdod.

23 Así que Josué tomó control de todo el territorio, tal como el Señor le había indicado a Moisés. Le dio la tierra al pueblo de Israel como su preciada posesión y repartió el territorio entre las tribus. Entonces por fin la tierra descansó de la guerra.

Footnotes

  1. 8:14 En hebreo al Arabá.
  2. 8:17 En algunos manuscritos falta o en Betel.
  3. 8:26 El término hebreo empleado aquí se refiere a la consagración total de cosas o personas al Señor, ya sea destruyéndolas o entregándolas como ofrenda.
  4. 8:28 Hai significa «ruina».
  5. 8:31 Ex 20:25; Dt 27:5-6.
  6. 8:32 En hebreo en las piedras.
  7. 9:1a En hebreo en la Sefela.
  8. 9:1b En hebreo mar Grande.
  9. 10:1 El término hebreo empleado aquí se refiere a la consagración total de cosas o personas al Señor, ya sea destruyéndolas o entregándolas como ofrenda; también en 10:28, 35, 37, 39, 40.
  10. 10:13a O El libro del justo.
  11. 10:13b O no se puso por casi un día entero.
  12. 10:40 En hebreo la Sefela.
  13. 11:2a En hebreo reyes del Arabá, al sur de Cineret.
  14. 11:2b En hebreo de la Sefela; también en 11:16.
  15. 11:11 El término hebreo empleado aquí se refiere a la consagración total de cosas o personas al Señor, ya sea destruyéndolas o entregándolas como ofrenda; similar en 11:12, 20, 21.
  16. 11:16 En hebreo Gosén, la Sefela, el Arabá.

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