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La toma de Jericó

Jericó estaba cerrada, bien cerrada, por temor a los hijos de Israel: nadie entraba ni salía. Pero Jehová dijo a Josué: «Mira, yo he entregado en tus manos a Jericó y a su rey, junto con sus hombres de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, dando una vez la vuelta alrededor de la ciudad. Esto haréis durante seis días. Siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del Arca. El séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Cuando el cuerno de carnero dé un toque prolongado, tan pronto oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará con fuerza, y el muro de la ciudad caerá. Entonces la asaltará el pueblo, cada uno derecho hacia delante.»

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La conquista de Jericó

Las puertas de Jericó estaban bien aseguradas por temor a los israelitas; nadie podía salir o entrar.

Pero el Señor dijo a Josué: «¡He entregado en tus manos a Jericó y a su rey con sus guerreros! Tú y tus soldados marcharán una vez alrededor de la ciudad; así lo harán durante seis días. Siete sacerdotes llevarán trompetas y marcharán frente al arca. El séptimo día ustedes marcharán siete veces alrededor de la ciudad, mientras los sacerdotes tocan las trompetas. Cuando todos escuchen el toque de trompeta, el pueblo deberá gritar a voz en cuello. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán y cada uno entrará sin impedimento».

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