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El regreso de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés

22 Entonces Josué llamó a las tribus de Rubén y de Gad y a la media tribu de Manasés, y les dijo: «Ustedes han cumplido todo lo que les ordenó Moisés, el siervo del Señor, y han obedecido todas mis órdenes. Hasta el día de hoy, y durante todo este tiempo, no han abandonado a sus hermanos, y han cumplido fielmente los mandamientos del Señor y Dios de ustedes. Ahora que él ha cumplido su promesa y que los hermanos de ustedes tienen paz, vuelvan a sus tiendas de campaña y a las tierras que Moisés, el siervo del Señor, les dio al este del río Jordán. Lo único que les pido es que cumplan fielmente el mandamiento y la ley que les dio Moisés, el siervo del Señor, es decir, que amen al Señor y Dios de ustedes, que anden siempre en sus caminos y obedezcan sus mandatos, y que le sigan y le sirvan con todo el corazón y con toda el alma.»

Después de esto, Josué los bendijo y los despidió, y ellos se fueron a sus tiendas.

A una mitad de la tribu de Manasés, Moisés le había dado tierras en la región de Basán. A la otra mitad de la tribu de Manasés, Josué le dio tierras entre los israelitas al oeste del Jordán, y a los primeros los bendijo y los mandó de regreso. Y les dijo: «Ustedes vuelven ahora a sus tierras con grandes riquezas y muchos animales, con oro, plata, bronce y hierro, y con mucha ropa. Compartan con sus hermanos esto que le han quitado al enemigo.»

Así fue como las tribus de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés se separaron del resto de los israelitas en Siló, en la región de Canaán, para regresar a sus posesiones en la región de Galaad, donde tenían tierras según el Señor lo había ordenado por medio de Moisés.

El altar junto al Jordán

10 Cuando las tribus de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés llegaron al río Jordán, todavía en territorio cananeo, levantaron junto al río un gran altar. 11 A los otros israelitas les llegó la noticia de que las tribus de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés habían construido un altar en la frontera de Canaán, junto al Jordán, en territorio israelita; 12 y en cuanto los israelitas lo supieron, se reunieron en Siló para ir a pelear contra ellos. 13 Mandaron antes a Finees, hijo del sacerdote Eleazar, para que fuera a Galaad, donde estaban las tribus de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés. 14 Con él iban diez principales jefes israelitas, cada uno de los cuales representaba a su clan y a su tribu. 15 Todos ellos fueron a Galaad, donde estaban las tribus de Rubén y de Gad y la media tribu de Manasés, y les dijeron:

16 —Nosotros hablamos en el nombre del pueblo del Señor. ¿Qué traición es ésta que ustedes han cometido contra el Dios de Israel? ¿Por qué le han abandonado y se han construido un altar en rebeldía contra el Señor? 17 ¿Acaso no ha sido bastante el pecado de Peor, con el que todavía estamos manchados y por el que murieron tantos del pueblo del Señor? 18 ¿No les basta con eso, para que ahora ustedes también se aparten del Señor? Si ustedes se rebelan hoy contra el Señor, mañana él se enojará con todo el pueblo israelita. 19 Si les parece que este territorio que les ha tocado es impuro, vengan a la tierra del Señor, donde está el santuario del Señor. Tomen un territorio entre nosotros. Pero no se rebelen contra el Señor ni contra nosotros construyendo otro altar además del altar del Señor nuestro Dios. 20 Acuérdense que Acán, el hijo de Zérah, pecó al tomar de lo que estaba consagrado a la destrucción, y que por su culpa el Señor se enojó con toda la comunidad de Israel. ¡Y Acán no fue el único que murió a causa de su pecado!

21 Entonces los de Rubén y Gad y los de la media tribu de Manasés contestaron a los jefes israelitas:

22 —El Señor y Dios de todos los dioses sabe que no hicimos este altar por rebeldía o para apartarnos de él. Él lo sabe y se lo hace saber a todos ustedes; si fue por estas razones, ¡no nos perdones la vida! 23 Si construimos este altar para apartarnos del Señor, o para presentar holocaustos, ofrendas de cereales o sacrificios de reconciliación, que el mismo Señor nos pida cuentas. 24 La verdad es que lo hicimos porque no queremos que algún día los hijos de ustedes les digan a los nuestros: “¿Qué tienen ustedes que ver con el Señor y Dios de Israel? 25 El Señor ha puesto el Jordán para separarnos de ustedes, los de las tribus de Rubén y de Gad. Ustedes no tienen nada que ver con el Señor.” Así los hijos de ustedes harían que nuestros hijos dejaran de sentir reverencia por el Señor. 26 Por eso pensamos en construir un altar, no para ofrecer holocaustos al Señor ni presentar otros sacrificios, 27 sino para que sea un testimonio entre ustedes y nosotros, y entre nuestros descendientes, de que nosotros podemos servir al Señor y presentarnos ante él con nuestros holocaustos y con nuestros sacrificios por el pecado y de reconciliación. Así los descendientes de ustedes no podrán decirles a los nuestros: “Ustedes no tienen nada que ver con el Señor.” 28 Pensamos que si alguien nos dice eso a nosotros o a nuestros descendientes, nosotros podremos responder: “¡Miren! Nuestros antepasados construyeron este altar del Señor, no para ofrecer holocaustos ni sacrificios, sino para que sirva de testimonio entre ustedes y nosotros.” 29 Dios nos libre de rebelarnos contra él o de abandonarle, construyendo otro altar para ofrecer holocaustos u ofrendas de cereales, o para otros sacrificios, aparte del altar del Señor nuestro Dios que está delante de su santuario.

30 Cuando el sacerdote Finees, los jefes de la comunidad y los jefes de clanes que iban con él oyeron lo que decían los de Rubén y de Gad y los de la media tribu de Manasés, les pareció bien. 31 Entonces Finees, el hijo del sacerdote Eleazar, les dijo:

—Ahora estamos seguros de que el Señor está con nosotros, pues ustedes no trataron de rebelarse contra él, y así nos han salvado del castigo del Señor.

32 Después de esto, Finees y los que iban con él se despidieron de ellos, y regresaron de la región de Galaad a la de Canaán, donde estaban los israelitas. Cuando les contaron a los que estaban en Canaán lo que habían contestado los de las otras tribus, 33 la respuesta les pareció bien, y alabaron a Dios. Desde entonces no hablaron más de atacar a las tribus de Rubén y de Gad, ni de destruir sus tierras. 34 Los descendientes de Rubén y de Gad le pusieron al altar el nombre de «Testimonio», diciendo: «Este altar será un testimonio entre nosotros de que el Señor es Dios.»

Josué habla al pueblo

23 Mucho tiempo después de que el Señor les diera a los israelitas paz con sus enemigos, y cuando ya Josué estaba viejo, mandó llamar Josué a todos los israelitas, con sus ancianos, jefes, jueces y oficiales, y les dijo:

«Yo ya estoy viejo, y los años me pesan. Ustedes han visto todo lo que el Señor les hizo a todos estos pueblos que se les oponían, pues él es quien ha peleado por ustedes. Yo repartí por sorteo todas estas tierras entre las tribus. No repartí sólo los territorios ya conquistados, sino también los que quedan por conquistar, desde el río Jordán al este hasta el mar Mediterráneo al oeste. El Señor va a echar de esas tierras a los que viven en ellas, y ustedes las tomarán, tal como el Señor su Dios lo ha prometido.

»Esfuércense en cumplir todo lo que dice el libro de la ley de Moisés; cúmplanlo al pie de la letra. No se mezclen con la otra gente que todavía vive aquí entre ustedes. No adoren a sus dioses, ni los obedezcan; ni siquiera mencionen el nombre de esos dioses, ni juren por ellos. Sigan siempre al Señor su Dios, como lo han hecho hasta ahora. El Señor ha arrojado de delante de ustedes a pueblos grandes y fuertes, y hasta el día de hoy nadie ha podido resistir ante ustedes. 10 Uno solo de ustedes puede hacer huir a mil, porque el Señor su Dios pelea a su favor, como él mismo lo prometió. 11 Tengan, pues, cuidado de ustedes mismos, y amen al Señor su Dios. 12-13 Porque quiero que sepan esto: que si se apartan de Dios y se mezclan con esta gente que ha quedado entre ustedes, y hacen matrimonios unos con otros, el Señor su Dios no echará a estos pueblos de la presencia de ustedes, sino que los usará como red y como trampa para que ustedes caigan, y como látigo sobre sus espaldas y como espinas en sus ojos, hasta que no quede ni uno solo de ustedes en esta tierra tan buena que el Señor su Dios les ha dado.

14 »Yo ya me voy a morir, pero antes quiero que ustedes reconozcan de todo corazón y con toda el alma que se han cumplido todas las cosas buenas que el Señor les prometió. Ni una sola de sus promesas quedó sin cumplirse. 15 Pero, así como se cumplió todo lo bueno que el Señor les prometió, así también él traerá sobre ustedes todo tipo de calamidades, hasta que no quede ni uno solo de ustedes en esta tierra buena que él les dio, 16 si no cumplen la alianza que el Señor hizo con ustedes. Si van y adoran a otros dioses, y se inclinan delante de ellos, el Señor se enojará con ustedes, y muy pronto serán borrados de esta tierra tan buena que él les ha dado.»

La despedida de Josué

24 Josué reunió en Siquem a todas las tribus de Israel. Llamó a los ancianos, jefes, jueces y oficiales y, en presencia del Señor, dijo a todo el pueblo:

—Esto dice el Señor y Dios de Israel: “Antiguamente, Térah y sus hijos Abraham y Nahor, antepasados de ustedes, vivían a orillas del río Éufrates y adoraban a otros dioses. De las orillas del Éufrates tomé a Abraham, y lo hice andar por toda la región de Canaán. Lo hice crecer en número, dándole primero a su hijo Isaac, y a Isaac le di dos hijos, Jacob y Esaú. A Esaú le di la región montañosa de Seír, pero Jacob y sus hijos se fueron a Egipto. Entonces yo envié a Moisés y Aarón, y herí de muerte a los egipcios, hasta que los saqué a ustedes de allí. Cuando los antepasados de ustedes salieron de Egipto, los egipcios los persiguieron con carros de guerra y caballos, hasta el Mar Rojo. Ellos me llamaron, y yo puse una gran oscuridad entre ellos y los egipcios, e hice que el mar cayera sobre los egipcios y los cubriera. Ustedes fueron testigos de lo que hice en Egipto.

»”Después pasaron ustedes mucho tiempo en el desierto, hasta que los traje a la tierra de los amorreos, en el lado oriental del Jordán. Ellos pelearon contra ustedes, pero yo los hice caer en manos de ustedes, y ustedes los derrotaron y se adueñaron de la región. Después Balac, hijo de Sipor, rey de los moabitas, vino a pelear contra ustedes. Balac mandó a buscar a Balaam, el hijo de Beor, para que los maldijera a ustedes. 10 Pero yo no dejé que Balaam los maldijera, y tuvo que bendecirlos. Así los salvé a ustedes. 11 Entonces ustedes cruzaron el río Jordán y llegaron hasta Jericó. Los que vivían en Jericó (amorreos, ferezeos, cananeos, hititas, gergeseos, heveos y jebuseos) pelearon contra ustedes, pero yo hice que ustedes los derrotaran. 12 A los dos reyes amorreos no los derrotaron ustedes con espadas ni con arcos, sino que yo envié mi pánico delante de ustedes, de modo que ellos huyeron antes que ustedes llegaran. 13 Yo les di a ustedes tierras que no habían trabajado y ciudades que no habían construido. Ahora viven en ellas, y comen uvas y aceitunas que no plantaron.”

Y añadió Josué:

14 —Por todo esto, respeten al Señor y sírvanle con sinceridad y lealtad. Apártense de los dioses que sus antepasados adoraron a orillas del río Éufrates y en Egipto, y sirvan al Señor. 15 Pero si no quieren servir al Señor, elijan hoy a quién van a servir: si a los dioses a los que sus antepasados servían a orillas del Éufrates, o a los dioses de los amorreos que viven en esta tierra. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor.

16 Entonces el pueblo dijo:

—¡No permita el Señor que lo abandonemos por servir a otros dioses! 17 El Señor fue quien nos sacó a nosotros y a nuestros antepasados de Egipto, donde éramos esclavos. Él fue quien hizo tantas maravillas delante de nuestros ojos, y quien nos protegió y nos defendió durante el camino, cuando pasamos entre tantos pueblos. 18 Él echó de delante de nosotros a todos los pueblos que estaban en nuestro camino, y a los amorreos que vivían aquí. Por todo esto, nosotros también serviremos al Señor, pues él es nuestro Dios.

19 Pero Josué les dijo:

—Ustedes no van a poder servir al Señor, porque él es un Dios santo y celoso, que no va a tolerar las rebeliones y pecados de ustedes. 20 Si ustedes lo abandonan y sirven a otros dioses, el Señor responderá haciéndoles mal, y los destruirá a pesar de haberles hecho tanto bien.

21 El pueblo le contestó:

—Eso no va a pasar. Nosotros serviremos al Señor.

22 Entonces Josué dijo:

—Ustedes son sus propios testigos de que han escogido servir al Señor.

—Lo somos —respondieron ellos.

23 Les dijo Josué:

—Quiten entonces todos los otros dioses que hay entre ustedes, y vuélvanse de todo corazón al Señor y Dios de Israel.

24 Y el pueblo respondió:

—Nosotros serviremos al Señor nuestro Dios, y haremos lo que él nos diga.

25 Aquel mismo día, allí en Siquem, Josué hizo un pacto con el pueblo, y les dio leyes y decretos, 26 los cuales escribió en el libro de la ley de Dios. Después tomó una gran piedra y la puso debajo de la encina que estaba en el santuario del Señor, 27 y le dijo a todo el pueblo:

—Esta piedra va a servirnos de testimonio, pues ella es testigo de todo lo que el Señor nos ha dicho. Será un testimonio contra ustedes, para que no sean falsos con su Dios.

28 Después Josué mandó a cada uno a su territorio.

Muerte de Josué(A)

29 Poco después murió Josué hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años. 30 Lo enterraron en su propiedad, en Timnat-sérah, que está en los montes de Efraín, al norte del monte de Gaas. 31 Los israelitas sirvieron al Señor mientras vivió Josué, y aun después, mientras vivieron los ancianos que sabían todo lo que el Señor había hecho por los israelitas.

Los israelitas entierran los restos de José

32 Los restos de José, que los israelitas habían traído desde Egipto, fueron enterrados en Siquem, en el terreno que Jacob había comprado por cien monedas de plata a los hijos de Hamor, el padre de Siquem, y que luego pasó a ser propiedad de los descendientes de José.

Muerte de Eleazar

33 Cuando murió Eleazar, hijo de Aarón, lo enterraron en la colina de su hijo Finees, la cual le fue dada en los montes de Efraín.

El altar junto al Jordán

22 Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, y les dijo: «Vosotros habéis guardado todo lo que Moisés, siervo de Jehová, os mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo que os he mandado. No habéis abandonado a vuestros hermanos en este largo tiempo, hasta el día de hoy, sino que os habéis cuidado de guardar los mandamientos de Jehová, vuestro Dios. Ahora, pues, que Jehová, vuestro Dios, ha dado reposo a vuestros hermanos como lo había prometido, volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de las posesiones que Moisés, siervo de Jehová, os dio al otro lado del Jordán. Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés, siervo de Jehová, os ordenó: que améis a Jehová, vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, lo sigáis y lo sirváis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.»

Josué los bendijo y los despidió, y ellos se fueron a sus tiendas.

A la media tribu de Manasés le había dado Moisés una posesión en Basán; a la otra mitad le dio Josué una heredad entre sus hermanos a este lado del Jordán, al occidente. También a estos los envió Josué a sus tiendas, después de haberlos bendecido, y les dijo: «Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata, oro y bronce, y con muchos vestidos; compartid con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos.»

Así los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés se volvieron, separándose de los hijos de Israel en Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de sus posesiones, en la cual se habían establecido conforme al mandato que Jehová había dado por conducto de Moisés.

10 Cuando llegaron a los límites del Jordán que está en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de apariencia grandiosa. 11 Los hijos de Israel se enteraron de que los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés habían edificado un altar frente a la tierra de Canaán, en los límites del Jordán, del lado de los hijos de Israel. 12 Cuando los hijos de Israel oyeron esto, se juntó toda la congregación de los hijos de Israel en Silo, para subir a pelear contra ellos. 13 Pero antes enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, a la tierra de Galaad, a Finees, hijo del sacerdote Eleazar, 14 y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. 15 Cuando llegaron donde estaban los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, les dijeron:

16 —Toda la congregación de Jehová dice así: “¿Qué traición es ésta que cometéis contra el Dios de Israel, al apartaros hoy de seguir a Jehová, edificándoos un altar y rebelándoos contra Jehová? 17 ¿No ha bastado con la maldad de Peor, de la que aún hoy no estamos limpios, por la cual vino la mortandad sobre la congregación de Jehová, 18 para que vosotros os apartéis hoy de seguir a Jehová? Vosotros os rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se encenderá su ira contra toda la congregación de Israel. 19 Si os parece que la tierra que os pertenece es inmunda, pasaos a la tierra que pertenece a Jehová, en la cual está el tabernáculo de Jehová, y habitad entre nosotros, pero no os rebeléis contra Jehová, ni os rebeléis contra nosotros, edificándoos un altar además del altar de Jehová, nuestro Dios. 20 ¿No cometió Acán hijo de Zera una transgresión en el anatema, y la ira cayó sobre toda la congregación de Israel? Aquel hombre no fue el único que pereció por su pecado.”

21 Entonces los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron a los cabezas de los millares de Israel:

22 —Jehová, Dios de los dioses, Jehová, Dios de los dioses, él sabe y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por infidelidad contra Jehová, no nos salves hoy. 23 Si nos hemos edificado altar para apartarnos de Jehová, o para presentar holocaustos u ofrendas, o para hacer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová nos lo demande. 24 Lo hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a nuestros hijos: “¿Qué tenéis vosotros que ver con Jehová, el Dios de Israel? 25 Jehová ha puesto por lindero el Jordán entre nosotros y vosotros, hijos de Rubén e hijos de Gad. ¡No tenéis vosotros parte con Jehová!” Y así vuestros hijos harían que nuestros hijos dejaran de temer a Jehová. 26 Por esto nos dijimos: “Edifiquemos ahora un altar, no para holocaustos ni para sacrificios, 27 sino para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros y entre los que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer el servicio de Jehová delante de él con nuestros holocaustos, nuestros sacrificios y nuestras ofrendas de paz; para que no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: ‘Vosotros no tenéis parte con Jehová.’” 28 Nosotros, pues, nos dijimos: “Si acontece que en lo por venir nos dicen tal cosa a nosotros o a nuestros descendientes, entonces responderemos: ‘Mirad la forma del altar de Jehová, el cual construyeron nuestros padres, no para holocaustos o sacrificios, sino como un testimonio entre nosotros y vosotros.’” 29 Nunca acontezca que nos rebelemos contra Jehová o que nos apartemos hoy de seguir a Jehová edificando un altar para holocaustos, ofrendas o sacrificios, aparte del altar de Jehová, nuestro Dios, que está delante de su Tabernáculo.

30 Cuando Finees, el sacerdote, los príncipes de la congregación y los jefes de los millares de Israel que con él estaban, oyeron las palabras pronunciadas por los hijos de Rubén, los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien todo ello. 31 Y dijo Finees, hijo del sacerdote Eleazar, a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés:

—Hoy hemos entendido que Jehová está entre nosotros, pues no habéis intentado esta traición contra Jehová. Así habéis librado a los hijos de Israel de la mano de Jehová.

32 Luego Finees, hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes, dejando a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad, regresaron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, y les dieron la respuesta. 33 El asunto pareció bien a los hijos de Israel y bendijeron a su Dios. No hablaron más de hacerles la guerra y destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad. 34 Los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron al altar el nombre de Ed, porque dijeron: «Testimonio es entre nosotros de que Jehová es Dios.»

Josué exhorta al pueblo

23 Aconteció, muchos días después que Jehová concediera paz a Israel de todos los enemigos que lo rodeaban, que Josué, ya viejo y avanzado en años, llamó a todo Israel, a sus ancianos, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales, y les dijo: «Yo ya soy viejo y avanzado en años. Vosotros habéis visto todo lo que Jehová, vuestro Dios, ha hecho con todas estas naciones por vuestra causa, pues Jehová, vuestro Dios, es quien ha peleado por vosotros. Yo os he repartido por suertes, como herencia para vuestras tribus, estas naciones, tanto las destruidas como las que quedan, desde el Jordán hasta el Mar Grande, hacia donde se pone el sol. Jehová, vuestro Dios, las echará de delante de vosotros, las expulsará de vuestra presencia y vosotros poseeréis sus tierras, como Jehová, vuestro Dios, os ha dicho.

»Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello ni a la derecha ni a la izquierda, para que no os mezcléis con estas naciones que han quedado entre vosotros, ni hagáis mención ni juréis por el nombre de sus dioses, ni los sirváis, ni os inclinéis a ellos. Pero a Jehová, vuestro Dios, seguiréis como habéis hecho hasta hoy. Pues ha expulsado Jehová de vuestra presencia a naciones grandes y fuertes, y hasta hoy nadie os ha podido resistir. 10 Un hombre de vosotros perseguirá a mil, porque Jehová, vuestro Dios, es quien pelea por vosotros, como él os dijo. 11 Guardad, pues, con diligencia vuestras almas, para que améis a Jehová, vuestro Dios. 12 Porque si os apartáis y os unís a lo que resta de estas naciones que han quedado entre vosotros, y si concertáis con ellas matrimonios, mezclándoos con ellas y ellas con vosotros, 13 sabed que Jehová, vuestro Dios, no seguirá expulsando ante vosotros a estas naciones, sino que os serán como lazo, trampa y azote para vuestros costados y espinas para vuestros ojos, hasta que desaparezcáis de esta buena tierra que Jehová, vuestro Dios, os ha dado.

14 »Yo estoy próximo a entrar hoy por el camino que recorren todos. Reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado ni una sola de todas las bendiciones que Jehová, vuestro Dios, os había dicho; todas se os han cumplido, no ha faltado ninguna de ellas. 15 Pero así como se os han cumplido todas las bendiciones que Jehová, vuestro Dios, os había dicho, también traerá Jehová sobre vosotros todas sus maldiciones, hasta borraros de sobre la buena tierra que Jehová, vuestro Dios, os ha dado. 16 Si quebrantáis el pacto que Jehová, vuestro Dios, os ha mandado, yendo a honrar a dioses ajenos e inclinándoos ante ellos, entonces la ira de Jehová se encenderá contra vosotros y desapareceréis rápidamente de esta buena tierra que él os ha dado.»

Discurso de despedida de Josué

24 Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, a sus príncipes, sus jueces y sus oficiales. Todos se presentaron delante de Dios. Josué dijo a todo el pueblo:

—Así dice Jehová, el Dios de Israel: “Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor, y servían a dioses extraños. Yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río y lo traje por toda la tierra de Canaán, aumenté su descendencia y le di a Isaac. A Isaac le di a Jacob y a Esaú. A Esaú le di en posesión los montes de Seir, pero Jacob y sus hijos descendieron a Egipto. Entonces yo envié a Moisés y a Aarón, y castigué a Egipto con lo que hice en medio de él, y después os saqué. Saqué a vuestros padres de Egipto, y llegaron al mar; los egipcios siguieron a vuestros padres hasta el Mar Rojo con carros y caballería. Cuando ellos clamaron a Jehová, él interpuso una gran oscuridad entre vosotros y los egipcios, e hizo volver sobre ellos el mar, el cual los cubrió. Vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto.

»”Después estuvisteis muchos días en el desierto. Yo os introduje en la tierra de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán, los cuales pelearon contra vosotros, pero yo los entregué en vuestras manos; ocupasteis su tierra, porque yo los exterminé de delante de vosotros. Después se levantó Balac hijo de Zipor, rey de los moabitas, a pelear contra Israel, y mandó a llamar a Balaam hijo de Beor para que os maldijera. 10 Pero yo no quise escuchar a Balaam, por lo cual os bendijo repetidamente, y os libré de sus manos. 11 Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó, pero los habitantes de Jericó pelearon contra vosotros: los amorreos, ferezeos, cananeos, heteos, gergeseos, heveos y jebuseos, y yo los entregué en vuestras manos. 12 Envié delante de vosotros tábanos, los cuales expulsaron a los dos reyes amorreos antes de llegar vosotros; no fue con tu espada ni con tu arco. 13 Os di la tierra por la cual no trabajasteis y las ciudades que no edificasteis, y en las que ahora habitáis; y coméis de las viñas y olivares que no plantasteis”.

14 »Ahora, pues, temed a Jehová y servidlo con integridad y verdad; quitad de en medio de vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto, y servid a Jehová. 15 Si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

16 Entonces el pueblo respondió:

—Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses, 17 porque Jehová, nuestro Dios, es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado durante todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por los cuales pasamos. 18 Además, Jehová expulsó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra. Nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios.

19 Entonces Josué dijo al pueblo:

—No podréis servir a Jehová, porque él es un Dios santo y un Dios celoso que no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. 20 Si dejáis a Jehová y servís a dioses ajenos, él se volverá contra vosotros, os hará el mal y os destruirá, después que os ha hecho tanto bien.

21 El pueblo entonces dijo a Josué:

—No, sino que a Jehová serviremos.

22 Josué respondió al pueblo:

—Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido a Jehová para servirlo.

—Testigos somos —respondieron ellos.

23 —Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová, Dios de Israel.

24 El pueblo respondió a Josué:

—A Jehová, nuestro Dios, serviremos y a su voz obedeceremos.

25 Entonces Josué hizo un pacto con el pueblo aquel mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. 26 Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios, tomó una gran piedra y la plantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová. 27 Y dijo Josué a todo el pueblo:

—Esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios.

28 Después despidió Josué al pueblo, y cada uno volvió a su posesión.

Muerte de Josué(A)

29 Después de estas cosas murió Josué hijo de Nun, siervo de Jehová, a la edad de ciento diez años. 30 Lo sepultaron en su heredad en Timnat-sera, que está en los montes de Efraín, al norte del monte Gaas. 31 Israel sirvió a Jehová durante toda la vida de Josué, y durante toda la vida de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todo lo que Jehová había hecho por Israel.

Sepultura de los huesos de José en Siquem

32 Enterraron en Siquem los huesos de José que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró, por cien monedas, de los hijos de Hamor, padre de Siquem, y que pasó a ser posesión de los hijos de José.

Muerte de Eleazar

33 También murió Eleazar hijo de Aarón, y lo enterraron en el collado de Finees, su hijo, que le fue dado en los montes de Efraín.