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Las aguas me rodearon hasta el cuello,
y el abismo me envolvió.
¡Las algas se enredaron en mi cabeza!
Bajé hasta los cimientos de los montes;
la tierra echó para siempre sus cerrojos sobre mí;
pero tú, mi Señor y Dios, rescataste mi vida del sepulcro.
Cuando dentro de mí desfallecía mi alma,
me acordé de ti, Señor,
Y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo.

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