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(5) Llegué a sentirme echado de tu presencia;
pensé que no volvería a ver tu santo templo.
(6) Las aguas me rodeaban por completo;
me cubría el mar profundo;
las algas se enredaban en mi cabeza.
(7) Me hundí hasta el fondo de la tierra;
¡ya me sentía su eterno prisionero!
Pero tú, Señor, mi Dios,
me salvaste de la muerte.

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