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Jonás en el vientre del gran pez

17 El SEÑOR había dispuesto un gran pez para que se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches dentro del estómago del pez.

Entonces Jonás oró así al SEÑOR su Dios desde el estómago del pez:

«Clamé a ti, SEÑOR, en medio de mi angustia
    ¡y me contestaste!
Desde las profundidades del sepulcro[a] pedí tu ayuda,
    ¡y me escuchaste!

»Me arrojaste a lo más hondo,
    a lo más profundo del mar;
la corriente me envolvía,
    y todas tus olas poderosas pasaban sobre mí.
Pensé: “Me has echado de tu presencia,
    pero así y todo yo seguiré rogando hacia tu santo templo”.[b]

»Las aguas me envolvieron hasta el cuello,
    estaba cubierto de mar por todas partes;
    las algas se enredaban en mi cabeza.
Me hundí en el mar
    hasta donde comienzan las montañas.
Bajé al mundo de los muertos
    y tras de mí sus rejas se cerraron para siempre.
Pero tú SEÑOR, Dios mío,
    me sacaste vivo de la fosa.
Al sentir que se me iba la vida,
    me acordé del SEÑOR
y mi oración llegó hasta ti,
    en tu santo templo.

»Los que adoran ídolos inútiles
    han dejado tu fiel amor[c];
pero yo con gratitud te alabaré
    y te ofreceré sacrificios.
Cumpliré la promesa que te hice.
    ¡La salvación viene del SEÑOR!»

10 Entonces el SEÑOR le ordenó al pez que vomitara a Jonás en tierra firme.

Dios llama y Jonás obedece

El SEÑOR habló por segunda vez con Jonás y le dijo: «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y avisa lo que te voy a decir».

Jonás obedeció al SEÑOR y se fue para Nínive, una ciudad tan grande que se necesitaban tres días para recorrerla.[d] Al llegar, Jonás recorrió la ciudad todo un día anunciando a gran voz: «¡Nínive será destruida dentro de 40 días!»

La gente de Nínive le creyó a Dios, anunciaron ayuno y desde el más importante hasta el más humilde se vistieron con ropa áspera. Cuando el rey de Nínive se enteró de la noticia, se levantó del trono, se quitó sus vestidos reales, se puso ropa áspera y se sentó sobre cenizas. Entonces el rey dio a conocer esta orden a todo el pueblo:

«Por orden del rey y sus altos funcionarios:

»Ninguna persona o animal, ni ganado ni rebaño, probará alimento alguno, ni pastará ni tomará agua. Al contrario, que se cubran todos, hombres y animales, con ropa áspera. Rueguen a Dios con todas sus fuerzas. Deje cada uno su mala conducta y abandone la violencia que ha estado cometiendo. ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, calme el ardor de su ira y así no tengamos que morir».

10 Dios vio lo que hicieron, se dio cuenta que dejaban su mala conducta, entonces cambió de parecer respecto al castigo que les tenía preparado y no lo llevó a cabo.

Footnotes

  1. 2:2 sepulcro o Seol, sitio donde van los muertos.
  2. 2:4 pero […] santo templo o ¿cómo volveré a ver tu santo templo?
  3. 2:8 han dejado tu fiel amor o han dejado de serte leales.
  4. 3:3 se necesitaban […] recorrerla o requería una visita de tres días.