Juan 1:1-11:21
Reina Valera Actualizada
La Palabra se hizo carne
1 En el principio era la Palabra[a], y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios. 2 Ella era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por medio de ella, y sin ella no fue hecho nada de lo que ha sido hecho. 4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6 Hubo un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan. 7 Él vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz para que todos creyeran por medio de él. 8 No era él la luz sino que vino para dar testimonio de la luz. 9 Aquel era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo. 10 En el mundo estaba y el mundo fue hecho por medio de él, pero el mundo no lo conoció. 11 A lo suyo vino pero los suyos no lo recibieron. 12 Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios, 13 los cuales nacieron no de sangre ni de la voluntad de la carne ni de la voluntad de varón sino de Dios.
14 Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él y proclamó diciendo: “Este es aquel de quien dije: El que viene después de mí ha llegado a ser antes de mí porque era primero que yo”. 16 Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia. 17 La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. 18 A Dios nadie lo ha visto jamás; el Dios[b] único que está en el seno del Padre, él lo ha dado a conocer.
Testimonio de Juan el Bautista
19 Este es el testimonio de Juan cuando los judíos le enviaron de Jerusalén unos sacerdotes y levitas para preguntarle:
—¿Quién eres tú?
20 Él confesó y no negó sino que confesó:
—Yo no soy el Cristo.
21 Y le preguntaron:
—¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?
Y dijo:
—No lo soy.
—¿Eres tú el profeta?
Y respondió:
—No.
22 Le dijeron entonces:
—¿Quién eres, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices en cuanto a ti mismo?
23 Dijo:
—Yo soy la voz de uno que proclama en el desierto:
“Enderecen el camino del Señor”[c],
como dijo el profeta Isaías.
24 Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. 25 Le preguntaron y le dijeron:
—¿Entonces, por qué bautizas si tú no eres el Cristo ni Elías ni el profeta?
26 Juan les respondió diciendo:
—Yo bautizo en agua, pero en medio de ustedes está uno a quien ustedes no conocen. 27 Él es el que viene después de mí[d], de quien yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
28 Estas cosas acontecieron en Betania[e], al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Juan el Bautista testifica de Jesús
29 Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo:
—¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! 30 Este es aquel de quien dije: “Después de mí viene un hombre que ha llegado a ser antes de mí porque era primero que yo”. 31 Yo no lo conocía; pero para que él fuera manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando en agua.
32 Juan dio testimonio diciendo:
—He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y posó sobre él. 33 Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: “Aquel sobre quien veas descender el Espíritu y posar sobre él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo”. 34 Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.
Los primeros discípulos
35 Al día siguiente, de nuevo estaba Juan con dos de sus discípulos. 36 Al ver a Jesús que andaba por allí, dijo:
—¡He aquí el Cordero de Dios!
37 Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús. 38 Jesús, al darse vuelta y ver que lo seguían, les dijo:
—¿Qué buscan?
Y ellos le dijeron:
—Rabí —que significa maestro—, ¿dónde moras?
39 Les dijo:
—Vengan y vean.
Por lo tanto, fueron y vieron dónde moraba; y se quedaron con él aquel día, porque eran como las cuatro de la tarde[f].
40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41 Este encontró primero a su hermano Simón y le dijo:
—Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).
42 Él lo llevó a Jesús y, al verlo, Jesús le dijo:
—Tú eres Simón hijo de Jonás. Tú serás llamado Cefas[g] (que significa piedra).
43 Al día siguiente, Jesús quiso salir para Galilea y encontró a Felipe. Y Jesús le dijo:
—Sígueme.
44 Felipe era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro. 45 Felipe encontró a Natanael y le dijo:
—Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en la Ley y también en los Profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de José.
46 Y le dijo Natanael:
—¿De Nazaret puede haber algo de bueno?
Le dijo Felipe:
—Ven y ve.
47 Jesús vio que Natanael venía hacia él y dijo de él:
—¡He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño!
48 Le dijo Natanael:
—¿De dónde me conoces?
Respondió Jesús y le dijo:
—Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
49 Le respondió Natanael:
—Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el rey de Israel!
50 Respondió Jesús y le dijo:
—¿Crees porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”? ¡Cosas mayores que estas verás!
51 Y les dijo:
—De cierto, de cierto les digo que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.
Jesús en la boda de Caná
2 Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. 2 Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda. 3 Y como faltó el vino, la madre de Jesús le dijo:
—No tienen vino.
4 Jesús le dijo:
—¿Qué tiene que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.
5 Su madre les dijo a los que servían:
—Hagan todo lo que él les diga.
6 Había allí seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la purificación. En cada una de ellas cabían de cuarenta a setenta y cuatro litros. 7 Jesús les dijo:
—Llenen de agua las tinajas.
Y las llenaron hasta el borde. 8 Luego les dijo:
—Saquen ahora y llévenlo al encargado del banquete.
Se lo llevaron; 9 y cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino (y no sabía de dónde venía aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio 10 y le dijo:
—Todo hombre sirve primero el buen vino y, cuando ya han tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. 12 Después de esto, él descendió a Capernaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días.
Jesús purifica el templo
13 Estaba próxima la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 14 Halló en el templo a los que vendían vacunos, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. 15 Y después de hacer un látigo de cuerdas, los echó a todos del templo junto con las ovejas y los vacunos. Desparramó el dinero de los cambistas y volcó las mesas. 16 A los que vendían palomas les dijo:
—¡Quiten de aquí estas cosas y no hagan más de la casa de mi Padre casa de mercado!
17 Entonces se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: El celo por tu casa me consumirá[h].
18 Los judíos respondieron y le dijeron:
—Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras?
19 Respondió Jesús y les dijo:
—Destruyan este templo y en tres días lo levantaré.
20 Por tanto, los judíos dijeron:
—Durante cuarenta y seis años se construyó este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días?
21 Pero él hablaba del templo de su cuerpo. 22 Por esto, cuando fue resucitado de entre los muertos sus discípulos se acordaron de que había dicho esto y creyeron la Escritura y las palabras que Jesús había dicho.
23 Mientras él estaba en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al observar las señales que hacía. 24 Pero Jesús mismo no confiaba en ellos, porque los conocía a todos 25 y porque no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que había en el hombre.
Jesús y Nicodemo
3 Y había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un gobernante de los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche y le dijo: —Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro porque nadie puede hacer estas señales que tú haces a menos que Dios esté con él.
3 Respondió Jesús y le dijo:
—De cierto, de cierto te digo que, a menos que nazca de nuevo[i], uno no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le dijo:
—¿Cómo puede nacer un hombre si ya es viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer?
5 Respondió Jesús:
—De cierto, de cierto te digo que, a menos que nazca de agua y del Espíritu, uno no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que ha nacido de la carne, carne es; y lo que ha nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: “Les es necesario nacer de nuevo[j]”. 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido pero no sabes ni de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que ha nacido del Espíritu.
9 Respondió Nicodemo y le dijo:
—¿Cómo puede suceder eso?
10 Respondió Jesús y le dijo:
—Tú eres el maestro de Israel, ¿y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo que hablamos de lo que sabemos; y testificamos de lo que hemos visto. Pero ustedes no reciben nuestro testimonio. 12 Si les hablé de cosas terrenales y no creen, ¿cómo creerán si les hablo de las celestiales? 13 Nadie ha subido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del Hombre[k]. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto[l], así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado 15 para que todo aquel que cree en él[m] tenga vida eterna.
16 »Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que cree en él no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz ha venido al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que practica lo malo aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras no sean censuradas. 21 Pero el que hace la verdad viene a la luz para que sus obras sean manifiestas que son hechas en Dios.
Otro testimonio de Juan el Bautista
22 Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la tierra de Judea; y pasó allí un tiempo con ellos y bautizaba. 23 Juan también estaba bautizando en Enón, junto a Salim, porque allí había mucha agua; y muchos venían y eran bautizados 24 ya que Juan todavía no había sido puesto en la cárcel.
25 Entonces surgió una discusión entre los discípulos de Juan y un judío[n] acerca de la purificación. 26 Fueron a Juan y le dijeron:
—Rabí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ¡he aquí él está bautizando, y todos van a él!
27 Respondió Juan y dijo:
—Ningún hombre puede recibir nada a menos que le haya sido dado del cielo. 28 Ustedes mismos son testigos de que dije: “Yo no soy el Cristo sino que he sido enviado delante de él”. 29 El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, que ha estado de pie y lo escucha, se alegra mucho a causa de la voz del novio. Así, pues, este mi gozo ha sido cumplido. 30 A él le es preciso crecer, pero a mí menguar.
31 El que viene de arriba está por encima de todos. El que procede de la tierra es terrenal y su habla procede de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. 32 Testifica de lo que ha visto y oído, y nadie recibe su testimonio. 33 El que recibe su testimonio atestigua que Dios es veraz. 34 Porque el que Dios envió habla las palabras de Dios pues Dios no da el Espíritu por medida. 35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en su mano. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece al Hijo no verá la vida sino que la ira de Dios permanece sobre él.
Jesús y la mujer samaritana
4 Cuando Jesús se enteró de que los fariseos habían oído que Jesús hacía y bautizaba más discípulos que Juan 2 (aunque Jesús mismo no bautizaba, sino sus discípulos), 3 dejó Judea y se fue otra vez a Galilea. 4 Le era necesario pasar por Samaria 5 así que llegó a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del campo que Jacob había dado a su hijo José[o]. 6 Estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era como el mediodía[p]. 7 Vino una mujer de Samaria para sacar agua, y Jesús le dijo:
—Dame de beber.
8 Pues los discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 Entonces la mujer samaritana le dijo:
—¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, siendo yo una mujer samaritana? —porque los judíos no se tratan con los samaritanos—[q].
10 Respondió Jesús y le dijo:
—Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le hubieras pedido a él y él te habría dado agua viva.
11 La mujer le dijo:
—Señor, no tienes con qué sacar y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob quien nos dio este pozo y quien bebió de él, y también sus hijos y su ganado?
13 Respondió Jesús y le dijo:
—Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed. 14 Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15 La mujer le dijo:
—Señor, dame esta agua para que no tenga sed ni venga más acá a sacarla.
16 Jesús le dijo:
—Ve, llama a tu marido y ven acá.
17 Respondió la mujer y le dijo:
—No tengo marido.
Le dijo Jesús:
—Bien has dicho: “No tengo marido” 18 porque cinco maridos has tenido, y el que tienes ahora no es tu marido. Esto has dicho con verdad.
19 Le dijo la mujer:
—Señor, veo que tú eres profeta. 20 Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar.
21 Jesús le dijo:
—Créeme, mujer, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. 22 Ustedes adoran lo que no saben; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación procede de los judíos. 23 Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca a tales que lo adoren. 24 Dios es espíritu; y es necesario que los que le adoran, lo adoren en espíritu y en verdad.
25 Le dijo la mujer:
—Sé que viene el Mesías —que es llamado el Cristo—. Cuando él venga, nos declarará todas las cosas.
26 Jesús le dijo:
—Yo soy, el que habla contigo.
27 En este momento llegaron sus discípulos y se asombraban de que hablara con una mujer; no obstante, ninguno dijo: “¿Qué buscas?” o “¿Qué hablas con ella?”. 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue a la ciudad y dijo a los hombres:
29 —¡Vengan! Vean a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿Será posible que este sea el Cristo?
30 Entonces salieron de la ciudad y fueron hacia él.
Campos blancos para la siega
31 Mientras tanto, los discípulos le rogaban diciendo:
—Rabí, come.
32 Pero les dijo:
—Yo tengo una comida para comer que ustedes no saben.
33 Entonces sus discípulos se decían el uno al otro:
—¿Acaso alguien le habrá traído algo de comer?
34 Jesús les dijo:
—Mi comida es que yo haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra. 35 ¿No dicen ustedes: “Todavía faltan cuatro meses para que llegue la siega”? He aquí les digo: ¡Alcen sus ojos y miren los campos que ya están blancos para la siega! 36 El que siega recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra y el que siega se gocen juntos. 37 Porque en esto es verdadero el dicho: “Uno es el que siembra y otro es el que siega”. 38 Yo los he enviado a segar lo que ustedes no han labrado. Otros han labrado, y ustedes han entrado en sus labores.
39 Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él a causa de la palabra de la mujer que daba testimonio diciendo: “Me dijo todo lo que he hecho”. 40 Entonces, cuando los samaritanos vinieron a él rogándole que se quedara con ellos, se quedó allí dos días. 41 Y muchos más creyeron a causa de su palabra. 42 Ellos decían a la mujer:
—Ya no creemos a causa de la palabra tuya, porque nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo[r].
Jesús sana al hijo de un oficial
43 Pasados los dos días salió de allí para Galilea 44 porque Jesús mismo dio testimonio de que un profeta no tiene honra en su propia tierra. 45 Luego, cuando entró en Galilea, los galileos lo recibieron ya que habían visto cuántas cosas había hecho en Jerusalén en la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.
46 Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea donde había convertido el agua en vino. Había un oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. 47 Cuando este oyó que Jesús había salido de Judea y estaba presente en Galilea, fue a él y le rogaba que descendiera y sanara a su hijo porque estaba a punto de morir. 48 Entonces Jesús le dijo:
—A menos que vean señales y prodigios, jamás creerán.
49 El oficial del rey le dijo:
—Señor, desciende antes que muera mi hijo.
50 Jesús le dijo:
—Ve, tu hijo vive.
El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se puso en camino. 51 Mientras todavía descendía, sus siervos salieron a recibirlo diciendo que su hijo vivía. 52 Entonces él les preguntó la hora en que comenzó a mejorarse, y le dijeron:
—Ayer a la una de la tarde[s] le dejó la fiebre.
53 El padre entonces entendió que era aquella hora cuando Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y creyó él con toda su casa. 54 También hizo Jesús esta segunda señal cuando vino de Judea a Galilea.
Jesús sana al paralítico en Betesda
5 Después de esto había una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2 En Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, hay un estanque con cinco pórticos que en hebreo se llama Betesda[t]. 3 En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos 4 [u].
5 Se encontraba allí cierto hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años. 6 Cuando Jesús lo vio tendido y supo que ya había pasado tanto tiempo así, le preguntó:
—¿Quieres ser sano?
7 Le respondió el enfermo:
—Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras me muevo yo, otro desciende antes que yo.
8 Jesús le dijo:
—Levántate, toma tu cama y anda.
9 Y en seguida el hombre fue sanado, tomó su cama y anduvo. Y aquel día era sábado.
10 Entonces los judíos le decían a aquel que había sido sanado:
—Es sábado y no te es lícito llevar tu cama.
11 Pero él les respondió:
—El que me sanó, él mismo me dijo: “Toma tu cama y anda”.
12 Entonces le preguntaron:
—¿Quién es el hombre que te dijo: “Toma tu cama y anda”?
13 Pero el que había sido sanado no sabía quién había sido, porque Jesús se había apartado pues había mucha gente en el lugar. 14 Después Jesús lo halló en el templo y le dijo:
—He aquí, has sido sanado; no peques más para que no te ocurra algo peor.
15 El hombre se fue y declaró a los judíos que Jesús era el que lo había sanado. 16 Por esta causa los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. 17 Pero Jesús les respondió:
—Mi Padre hasta ahora trabaja; también yo trabajo.
18 Por esta razón los judíos aún más procuraban matarle, porque no solo quebrantaba el sábado sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
Jesús habla de su autoridad
19 Por esto respondió Jesús y les decía:
—De cierto, de cierto les digo que el Hijo no puede hacer nada de sí mismo sino lo que ve hacer al Padre. Porque todo lo que él hace, esto también lo hace el Hijo de igual manera. 20 Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que él mismo hace. Y mayores obras que estas le mostrará, de modo que ustedes se asombrarán. 21 Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. 22 Porque el Padre no juzga a nadie sino que todo el juicio lo dio al Hijo 23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
24 »De cierto, de cierto les digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación sino que ha pasado de muerte a vida. 25 De cierto, de cierto les digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oyen vivirán. 26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en sí mismo. 27 Y también le dio autoridad para hacer juicio, porque él es el Hijo del Hombre. 28 No se asombren de esto, porque vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron el bien para la resurrección de vida pero los que practicaron el mal para la resurrección de condenación. 30 Yo no puedo hacer nada de mí mismo. Como oigo, juzgo; y mi juicio es justo porque no busco la voluntad mía sino la voluntad del que me envió.
Testimonio acerca de Jesús
31 »Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 El que da testimonio de mí es otro, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. 33 Ustedes enviaron mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. 34 Pero yo no recibo el testimonio de parte del hombre; más bien, digo esto para que ustedes sean salvos. 35 Él era antorcha que ardía y alumbraba, y ustedes quisieron regocijarse por un poco en su luz.
36 »Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha dado para cumplirlas, las mismas obras que hago dan testimonio de mí de que el Padre me ha enviado.
37 »Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Pero nunca han oído su voz ni han visto su apariencia 38 ni tienen su palabra permaneciendo en ustedes; porque ustedes no creen a quien él envió. 39 Escudriñen las Escrituras, porque les parece que en ellas tienen vida eterna y ellas son las que dan testimonio de mí. 40 Y ustedes no quieren venir a mí para que tengan vida.
41 »No recibo gloria de parte de los hombres. 42 Al contrario, yo los conozco que no tienen el amor de Dios en ustedes. 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me reciben. Si otro viniera en su propio nombre, a aquel recibirían. 44 ¿Cómo pueden ustedes creer? Pues recibiendo la gloria los unos de los otros no buscan la gloria que viene de parte del único Dios.
45 »No piensen que yo los acusaré delante del Padre. Hay quien los acusa: Moisés, en quien han puesto la esperanza. 46 Porque si ustedes creyeran a Moisés, me creerían a mí; pues él escribió de mí. 47 Pero si no creen a sus escritos, ¿cómo creerán a mis palabras?
Jesús alimenta a cinco mil
6 Después de esto fue Jesús a la otra orilla del mar de Galilea, o sea de Tiberias, 2 y lo seguía una gran multitud porque veían las señales que hacía en los enfermos. 3 Jesús subió a un monte y se sentó allí con sus discípulos. 4 Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
5 Cuando Jesús alzó los ojos y vio que se le acercaba una gran multitud, le dijo a Felipe:
—¿De dónde compraremos pan para que coman estos?
6 Pero decía esto para probarle, porque Jesús sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió:
—Ni con el pan comprado con el salario de más de seis meses bastaría para que cada uno de ellos reciba un poco.
8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 —Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescaditos. Pero, ¿qué es esto para tantos?
10 Entonces Jesús dijo:
—Hagan recostar a la gente.
Había mucha hierba en aquel lugar. Se recostaron, pues, como cinco mil hombres. 11 Entonces Jesús tomó los panes y, habiendo dado gracias, los repartió entre los que estaban recostados. De igual manera repartió de los pescados, cuanto querían. 12 Cuando fueron saciados, dijo a sus discípulos:
—Recojan los pedazos que han quedado para que no se pierda nada.
13 Recogieron, pues, y llenaron doce canastas de pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 14 Entonces, cuando los hombres vieron la señal que Jesús había hecho, decían:
—¡Verdaderamente este es el profeta[v] que ha de venir al mundo!
15 Como Jesús entendió que iban a venir para tomarlo por la fuerza y hacerlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.
Jesús camina sobre el agua
16 Cuando anochecía, sus discípulos descendieron al mar 17 y, entrando en una barca iban cruzando el mar hacia Capernaúm. Ya había oscurecido, y Jesús todavía no había venido a ellos. 18 Y se agitaba el mar porque soplaba un gran viento. 19 Entonces, cuando habían remado como cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre el mar y acercándose a la barca, y tuvieron miedo. 20 Pero él les dijo:
—¡Yo soy! ¡No teman!
21 Entonces ellos quisieron recibirlo en la barca y, de inmediato, la barca llegó a la tierra a donde iban.
Jesús: el pan de vida
22 Al día siguiente, la multitud que había estado al otro lado del mar se dio cuenta de que no había habido allí sino una sola barca, y que Jesús no había entrado en la barca con sus discípulos sino que estos se habían ido solos. 23 (Sin embargo, de Tiberias habían llegado otras barcas cerca del lugar donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias). 24 Entonces, cuando la multitud vio que Jesús no estaba allí ni tampoco sus discípulos, ellos entraron en las barcas y fueron a Capernaúm buscando a Jesús. 25 Cuando lo hallaron al otro lado del mar, le preguntaron:
—Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
26 Jesús les respondió diciendo:
—De cierto, de cierto les digo que me buscan, no porque han visto las señales sino porque comieron de los panes y se saciaron. 27 Trabajen, no por la comida que perece sino por la comida que permanece para vida eterna que el Hijo del Hombre les dará; porque en este, Dios el Padre ha puesto su sello.
28 Entonces le dijeron:
—¿Qué haremos para realizar las obras de Dios?
29 Respondió Jesús y les dijo:
—Esta es la obra de Dios: que crean en aquel que él ha enviado.
30 Entonces le dijeron:
—¿Qué señal, pues, haces tú para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer[w].
32 Por tanto Jesús les dijo:
—De cierto, de cierto les digo que no les ha dado Moisés el pan del cielo sino mi Padre les da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron:
—Señor, danos siempre este pan.
35 Jesús les dijo:
—Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás. 36 Pero les he dicho que me han visto, y no creen. 37 Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene jamás lo echaré fuera. 38 Porque yo he descendido del cielo no para hacer la voluntad mía sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de todo lo que me ha dado, sino que lo resucite en el día final. 40 Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final.
41 Entonces los judíos murmuraban de él porque había dicho: “Yo soy el pan que descendió del cielo”. 42 Y decían:
—¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: “He descendido del cielo”?
43 Jesús respondió y les dijo:
—No murmuren más entre ustedes. 44 Nadie puede venir a mí a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final. 45 Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios[x]. Así que todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que proviene de Dios, este ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto les digo: El que cree[y] tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo para que el que coma de él no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne.
52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo:
—¿Cómo puede este darnos a comer su carne?
53 Y Jesús les dijo:
—De cierto, de cierto les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y beben su sangre, no tienen vida en ustedes. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él. 57 Así como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, de la misma manera el que me come también vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo. No como los padres que comieron y murieron; el que come de este pan vivirá para siempre.
59 Estas cosas dijo en la sinagoga cuando enseñaba en Capernaúm.
Palabras de vida eterna
60 Entonces, al oírlo, muchos de sus discípulos dijeron:
—Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?
61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo:
—¿Esto los escandaliza? 62 ¿Y si vieran al Hijo del Hombre subir a donde estaba primero? 63 El Espíritu es el que da vida; la carne no aprovecha para nada. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay entre ustedes algunos que no creen.
Pues desde el principio Jesús sabía quiénes eran los que no creían y quién le había de entregar, 65 y decía:
—Por esta razón les he dicho que nadie puede venir a mí a menos que le haya sido concedido por el Padre.
66 Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él. 67 Entonces Jesús les dijo a los doce:
—¿Quieren acaso irse ustedes también?
68 Le respondió Simón Pedro:
—Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 69 Y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios[z].
70 Jesús les respondió:
—¿No los escogí yo a ustedes doce y uno de ustedes es diablo?
71 Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque este, siendo uno de los doce, estaba por entregarlo.
Jesús en la fiesta de los Tabernáculos
7 Después de esto, andaba Jesús por Galilea. No quería andar por Judea porque los judíos lo buscaban para matarlo. 2 Estaba próxima la fiesta de los Tabernáculos de los judíos. 3 Por tanto, le dijeron sus hermanos:
—Sal de aquí y vete a Judea para que también tus discípulos vean las obras que haces. 4 Porque nadie que procura darse a conocer hace algo en oculto. Puesto que haces estas cosas, manifiéstate al mundo.
5 Pues ni aun sus hermanos creían en él. 6 Entonces Jesús les dijo:
—Mi tiempo no ha llegado todavía pero el tiempo de ustedes siempre está a la mano. 7 El mundo no puede aborrecerlos a ustedes pero a mí me aborrece porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas. 8 Suban ustedes a la fiesta. Yo no subo todavía a esta fiesta porque mi tiempo aún no se ha cumplido.
9 Habiendo dicho esto, él se quedó en Galilea. 10 Pero cuando sus hermanos hubieron subido a la fiesta, entonces él también subió, no abiertamente sino en secreto. 11 Los judíos lo buscaban en la fiesta y decían:
—¿Dónde está aquel?
12 Había una gran murmuración acerca de él entre las multitudes. Unos decían: “Es bueno”. Pero otros decían: “No, sino que engaña a la gente”. 13 Sin embargo, nadie hablaba abiertamente de él por miedo de los judíos.
14 Cuando ya había pasado la mitad de la fiesta, subió Jesús al templo y enseñaba. 15 Entonces los judíos se asombraban diciendo:
—¿Cómo sabe este de letras sin haber estudiado?
16 Por tanto, Jesús les respondió y dijo:
—Mi doctrina no es mía sino de aquel que me envió. 17 Si alguien quiere hacer su voluntad, conocerá si mi doctrina proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta. 18 El que habla de sí mismo busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que lo envió, este es verdadero y en él no hay injusticia. 19 ¿No les dio Moisés la Ley? Y ninguno de ustedes la cumple. ¿Por qué buscan matarme?
20 La multitud respondió:
—Demonio tienes. ¿Quién busca matarte?
21 Jesús respondió y les dijo:
—Una sola obra hice, y todos se asombran. 22 Por esto Moisés les dio la circuncisión (no porque sea de Moisés sino de los padres), y en sábado circuncidan al hombre. 23 Si el hombre recibe la circuncisión en sábado a fin de que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿se enojan conmigo porque en sábado sané a un hombre por completo? 24 No juzguen según las apariencias sino juzguen con justo juicio.
¿Es Jesús el Cristo?
25 Decían entonces algunos de Jerusalén:
—¿No es este a quien buscan para matarle? 26 ¡He aquí, habla públicamente y no le dicen nada! ¿Será que los principales realmente han reconocido que él es el Cristo? 27 Pero este, sabemos de dónde es; pero cuando venga el Cristo nadie sabrá de dónde sea.
28 Entonces Jesús alzó la voz en el templo, enseñando y diciendo:
—A mí me conocen y saben de dónde soy. Y yo no he venido por mí mismo; más bien, el que me envió, a quien ustedes no conocen, es verdadero. 29 Yo lo conozco, porque de él provengo y él me envió.
30 Entonces procuraban prenderle, pero nadie puso su mano sobre él porque todavía no había llegado su hora. 31 Muchos del pueblo creyeron en él y decían: “Cuando venga el Cristo, ¿hará más señales que las que hizo este?”.
32 Los fariseos oyeron que la multitud murmuraba estas cosas acerca de él, y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para tomarlo preso. 33 Entonces dijo Jesús:
—Todavía estaré con ustedes un poco de tiempo; luego iré al que me envió. 34 Me buscarán y no me hallarán, y a donde yo estaré ustedes no podrán ir.
35 Entonces los judíos se decían entre sí:
—¿A dónde se ha de ir este, que nosotros no lo hallemos? ¿Acaso ha de ir a la dispersión entre los griegos para enseñar a los griegos? 36 ¿Qué significa este dicho que dijo: “Me buscarán y no me hallarán, y no podrán ir a donde yo estaré”?
37 Pero en el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y alzó la voz diciendo:
—Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su interior.
39 Esto dijo acerca del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él, pues todavía no había sido dado el Espíritu[aa] porque Jesús aún no había sido glorificado.
40 Entonces, cuando algunos de la multitud oyeron estas palabras, decían: “¡Verdaderamente, este es el profeta!”[ab]. 41 Otros decían: “Este es el Cristo”. Pero otros decían: “¿De Galilea habrá de venir el Cristo? 42 ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de la aldea de Belén, de donde era David[ac]?”. 43 Así que había disensión entre la gente por causa de él. 44 Algunos de ellos querían tomarlo preso, pero ninguno le echó mano.
Las autoridades se oponen a Jesús
45 Luego los guardias regresaron a los principales sacerdotes y a los fariseos, y estos les dijeron:
—¿Por qué no lo trajeron?
46 Los guardias respondieron:
—¡Nunca habló hombre alguno así!
47 Entonces los fariseos les respondieron:
—¿Será posible que ustedes también hayan sido engañados? 48 ¿Habrá creído en él alguno de los principales o de los fariseos? 49 Pero esta gente que no conoce la ley es maldita.
50 Nicodemo, el que fue a Jesús al principio y que era uno de ellos, les dijo:
51 —¿Juzga nuestra ley a un hombre si primero no se le oye y se entiende qué hace?
52 Le respondieron y dijeron:
—¿Eres tú también de Galilea? Escudriña y ve que de Galilea no se levanta ningún profeta.
La mujer sorprendida en adulterio
53 [ad][Y se fue cada uno a su casa.
8 Pero Jesús se fue al monte de los Olivos, 2 y muy de mañana volvió al templo. Todo el pueblo venía a él y sentado, les enseñaba. 3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio, 4 le dijeron:
—Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio. 5 Ahora bien, en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tú, pues, ¿qué dices?
6 Esto decían para probarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en la tierra con el dedo. 7 Pero, como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo:
—El de ustedes que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
8 Al inclinarse hacia abajo otra vez, escribía en tierra. 9 Pero cuando lo oyeron, salían uno por uno comenzando por los más viejos[ae]. Solo quedaron Jesús y la mujer, que estaba en medio. 10 Entonces Jesús se enderezó y le preguntó:
—Mujer, ¿dónde están?[af]. ¿Ninguno te ha condenado?
11 Y ella dijo:
—Ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo:
—Ni yo te condeno. Vete y, desde ahora, no peques más].
Testimonio de Jesús sobre sí mismo
12 Jesús les habló otra vez a los fariseos diciendo:
—Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida.
13 Entonces los fariseos le dijeron:
—Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.
14 Jesús respondió y les dijo:
—Aun si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero porque sé de dónde vine y a dónde voy. Pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. 15 Ustedes juzgan según la carne pero yo no juzgo a nadie. 16 Y aun si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no soy yo solo sino yo y el Padre que me envió. 17 En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí.
19 Entonces le decían:
—¿Dónde está tu Padre?
Respondió Jesús:
—Ni a mí me conocen, ni a mi Padre. Si a mí me hubieran conocido, a mi Padre también habrían conocido.
20 Estas palabras habló Jesús enseñando en el templo en el lugar de las ofrendas; y nadie lo prendió porque todavía no había llegado su hora.
21 Luego Jesús les dijo otra vez:
—Yo me voy, y me buscarán; pero en su pecado morirán. A donde yo voy ustedes no pueden ir.
22 Entonces los judíos decían:
—¿Será posible que se habrá de matar a sí mismo? Pues dice: “A donde yo voy, ustedes no pueden ir”.
23 Él les decía:
—Ustedes son de abajo; yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo. 24 Por esto les dije que morirán en sus pecados; porque a menos que crean que Yo Soy, en sus pecados morirán.
25 Así que le decían:
—Tú, ¿quién eres?
Entonces Jesús les dijo:
—Lo mismo que les vengo diciendo desde el principio. 26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de ustedes. Pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de parte de él, esto hablo al mundo.
27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre. 28 Entonces Jesús les dijo:
—Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderán que Yo Soy, y que nada hago de mí mismo sino que estas cosas hablo así como el Padre me enseñó. 29 Porque el que me envió, conmigo está. El Padre no me ha dejado solo porque yo hago siempre lo que le agrada a él.
30 Mientras él decía estas cosas, muchos creyeron en él.
La verdad los hará libres
31 Por tanto, Jesús decía a los judíos que habían creído en él:
—Si ustedes permanecen en mi palabra serán verdaderamente mis discípulos; 32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
33 Le respondieron:
—Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Llegarán a ser libres”?
34 Jesús les respondió:
—De cierto, de cierto les digo que todo aquel que practica el pecado es esclavo del pecado. 35 El esclavo no permanece en la casa para siempre; el Hijo sí queda para siempre. 36 Así que, si el Hijo los hace libres, serán verdaderamente libres. 37 Sé que son descendientes de Abraham; no obstante, procuran matarme porque mi palabra no tiene cabida en ustedes. 38 Yo hablo de lo que he visto estando con el Padre, y ustedes hacen lo que han oído de parte de su padre.
Los verdaderos hijos de Dios
39 Respondieron y le dijeron:
—Nuestro padre es Abraham.
Jesús les dijo:
—Puesto que son hijos de Abraham, hagan las obras de Abraham[ag]. 40 Pero ahora procuran matarme a mí, un hombre que les he hablado la verdad que oí de parte de Dios. ¡Esto no lo hizo Abraham! 41 Ustedes hacen las obras de su padre.
Entonces le dijeron:
—Nosotros no hemos nacido de inmoralidad sexual. Tenemos un solo padre, Dios.
42 Entonces Jesús les dijo:
—Si Dios fuera el padre de ustedes, me amarían; porque yo he salido y he venido de Dios. Yo no he venido por mí mismo sino que él me envió. 43 ¿Por qué no comprenden lo que digo? Porque no pueden oír mi palabra. 44 Ustedes son de su padre el diablo, y quieren satisfacer los deseos de su padre. Él era homicida desde el principio y no se basaba en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla porque es mentiroso y padre de mentira. 45 Pero a mí, porque les digo la verdad, no me creen. 46 ¿Quién de ustedes me halla culpable de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué ustedes no me creen? 47 El que es de Dios escucha las palabras de Dios. Por esta razón ustedes no las escuchan, porque no son de Dios.
Cristo y Abraham
48 Respondieron los judíos y le dijeron:
—¿No decimos bien nosotros que tú eres samaritano y que tienes demonio?
49 Respondió Jesús:
—Yo no tengo demonio. Más bien, honro a mi Padre; pero ustedes me deshonran. 50 Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzga. 51 De cierto, de cierto les digo que si alguno guarda mi palabra nunca verá la muerte para siempre.
52 Entonces los judíos le dijeron:
—¡Ahora sabemos que tienes demonio! Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: “Si alguno guarda mi palabra nunca gustará muerte para siempre”. 53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham quien murió, o los profetas quienes también murieron? ¿Quién pretendes ser?
54 Respondió Jesús:
—Si yo me glorifico a mí mismo mi gloria no es nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien ustedes dicen: “Es nuestro Dios”. 55 Y ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco. Si digo que no lo conozco seré mentiroso como ustedes. Pero lo conozco y guardo su palabra. 56 Abraham, el padre de ustedes, se regocijó de ver mi día. Él lo vio y se gozó.
57 Entonces le dijeron los judíos:
—Aún no tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?
58 Les dijo Jesús:
—De cierto, de cierto les digo que antes que Abraham existiera, Yo Soy[ah].
59 Entonces tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.
Jesús sana a un ciego de nacimiento
9 Mientras pasaba Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento, 2 y sus discípulos le preguntaron diciendo:
—Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?
3 Respondió Jesús:
—No es que este pecó, ni tampoco sus padres. Al contrario, fue para que las obras de Dios se manifestaran en él. 4 Me es preciso hacer las obras del que me envió mientras dure el día. La noche viene cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras yo esté en el mundo, luz soy del mundo.
6 Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y con el lodo untó los ojos del ciego. 7 Y le dijo:
—Ve, lávate en el estanque de Siloé (que significa enviado).
Por tanto fue, se lavó y regresó viendo. 8 Entonces los vecinos y los que antes lo habían visto que era mendigo decían:
—¿No es este el que se sentaba para mendigar?
9 Unos decían:
—Este es.
Y otros:
—No. Pero se parece a él.
Él decía:
—Yo soy.
10 Entonces le decían:
—¿Cómo te fueron abiertos los ojos?
11 Él respondió:
—El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: “Ve a Siloé y lávate”. Entonces, cuando fui y me lavé, recibí la vista.
12 Y le dijeron:
—¿Dónde está él?
Él dijo:
—No sé.
Los fariseos interrogan al sanado
13 Llevaron ante los fariseos al que antes era ciego, 14 porque el día en que Jesús hizo lodo y le abrió los ojos era sábado. 15 Entonces los fariseos le volvieron a preguntar de qué manera había recibido la vista, y les dijo:
—Él me puso lodo sobre los ojos, me lavé y veo.
16 Entonces algunos de los fariseos decían:
—Este hombre no es de Dios porque no guarda el sábado.
Pero otros decían:
—¿Cómo puede un hombre pecador hacer tales señales?
Había una división entre ellos. 17 Entonces volvieron a hablar al ciego:
—¿Qué dices tú de él, puesto que te abrió los ojos?
Y él dijo:
—Que es profeta.
18 Los judíos, pues, no creían que él había sido ciego y que había recibido la vista hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista 19 y les preguntaron diciendo:
—¿Es este su hijo, el que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?
20 Respondieron sus padres y dijeron:
—Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. 21 Pero cómo ve ahora, no sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Edad tiene; pregúntenle a él y él hablará por su cuenta.
22 Sus padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, porque ya los judíos habían acordado que si alguno confesaba que Jesús era el Cristo fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por esta razón dijeron sus padres: “Edad tiene; pregúntenle a él”. 24 Así que, por segunda vez, llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron:
—¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que este hombre es pecador.
25 Entonces él respondió:
—Si es pecador, no lo sé. Una cosa sé: que, habiendo sido ciego, ahora veo.
26 Luego le dijeron:
—¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?
27 Les contestó:
—Ya les dije y no escucharon. ¿Por qué lo quieren oír otra vez? ¿Acaso quieren también ustedes hacerse sus discípulos?
28 Entonces lo ultrajaron y dijeron:
—¡Tú eres discípulo de él! ¡Pero nosotros somos discípulos de Moisés! 29 Nosotros sabemos que Dios ha hablado por Moisés, pero este no sabemos de dónde sea.
30 Respondió el hombre y les dijo:
—¡Pues en esto sí tenemos una cosa maravillosa! Que ustedes no sepan de dónde es, y a mí me abrió los ojos. 31 Sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguien es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ese oye. 32 Desde la eternidad nunca se oyó que alguien abriera los ojos de uno que había nacido ciego. 33 Si este no procediera de Dios, no podría hacer nada.
34 Le contestaron diciendo:
—Tú naciste sumido en pecado, ¿y tú quieres enseñarnos a nosotros?
Y lo echaron fuera.
El ciego sanado cree en Jesús
35 Jesús oyó que lo habían echado fuera y, cuando lo halló, le dijo:
—¿Crees tú en el Hijo del Hombre?[ai].
36 Él respondió y dijo:
—Señor, ¿quién es para que yo crea en él?
37 Jesús le dijo:
—Lo has visto, y el que habla contigo, él es.
38 Y dijo:
—¡Creo, Señor!
Y lo adoró.
39 Y dijo Jesús:
—Para juicio yo he venido a este mundo; para que vean los que no ven, y los que ven sean hechos ciegos.
40 Al oír esto, algunos de los fariseos que estaban con él le dijeron:
—¿Acaso somos nosotros también ciegos?
41 Les dijo Jesús:
—Si fueran ciegos no tendrían pecado; pero ahora, porque dicen: “Vemos”, su pecado permanece.
Jesús: el buen pastor
10 “De cierto, de cierto les digo que el que no entra al redil de las ovejas por la puerta sino que sube por otra parte, ese es ladrón y asaltante. 2 Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. 3 A él le abre el portero, y las ovejas oyen su voz. A sus ovejas las llama por nombre y las conduce afuera. 4 Y cuando saca fuera a todas las suyas va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. 5 Pero al extraño jamás seguirán; más bien, huirán de él porque no conocen la voz de los extraños”.
6 Jesús les dijo esta figura, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. 7 Entonces Jesús les habló de nuevo: “De cierto, de cierto les digo que yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los oyeron. 9 Yo soy la puerta. Si alguien entra por mí será salvo; entrará, saldrá y hallará pastos. 10 El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 11 Yo soy el buen pastor; el buen pastor pone su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, que no es el pastor y a quien no le pertenecen las ovejas, ve que viene el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo arrebata y esparce las ovejas. 13 Huye porque es asalariado y a él no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. 15 Como el Padre me conoce, yo también conozco al Padre y pongo mi vida por las ovejas.
16 “También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también me es necesario traer, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17 Por esto me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”.
19 Hubo división otra vez entre los judíos a causa de estas palabras, 20 y muchos de ellos decían:
—Demonio tiene y está fuera de sí. ¿Por qué lo escuchan?
21 Otros decían:
—Estas palabras no son las de un endemoniado. ¿Podrá un demonio abrir los ojos de los ciegos?
Jesús declara ser Hijo de Dios
22 Se celebraba entonces la fiesta de la Dedicación en Jerusalén. Era invierno, 23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón. 24 Entonces lo rodearon los judíos y le dijeron:
—¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si tú eres el Cristo dínoslo abiertamente.
25 Jesús les contestó:
—Se lo he dicho y no creen. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, estas dan testimonio de mí. 26 Pero ustedes no creen porque no son de mis ovejas. 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen. 28 Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Mi Padre, que me las ha dado[aj], es mayor que todos y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre[ak]. 30 Yo y el Padre uno somos.
Los judíos rechazan a Jesús
31 Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. 32 Jesús les respondió:
—Muchas buenas obras les he mostrado de parte del Padre[al]. ¿Por cuál de estas obras me apedrean?
33 Los judíos le respondieron:
—No te apedreamos por obra buena sino por blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
34 Jesús les respondió:
—¿No está escrito en su ley, “Yo dije: Ustedes son dioses”[am]? 35 Si dijo “dioses” a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser anulada), 36 ¿dicen ustedes: “Tú blasfemas” a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dije: “Soy Hijo de Dios”? 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. 38 Pero si las hago, aunque a mí no me crean, crean a las obras para que conozcan y crean[an] que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
39 Procuraban otra vez tomarlo preso pero él se salió de las manos de ellos. 40 Y volvió al otro lado del Jordán, al lugar donde al principio Juan había estado bautizando, y se quedó allí. 41 Y muchos fueron a él y decían: “Juan, a la verdad, ninguna señal hizo pero todo lo que Juan dijo de este era verdad”.
42 Y muchos creyeron en él allí.
La muerte de Lázaro
11 Estaba, entonces, enfermo un hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. 2 María era la que ungió al Señor con perfume y secó sus pies con sus cabellos. Y Lázaro, que estaba enfermo, era su hermano. 3 Entonces sus hermanas enviaron a decir a Jesús: “Señor, he aquí el que amas está enfermo”. 4 Al oírlo, Jesús dijo:
—Esta enfermedad no es para muerte sino para la gloria de Dios; para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5 Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó aún dos días más en el lugar donde estaba 7 y luego, después de esto, dijo a sus discípulos:
—Vayamos a Judea otra vez.
8 Le dijeron sus discípulos:
—Rabí, hace poco los judíos procuraban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
9 Respondió Jesús:
—¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza porque ve la luz de este mundo. 10 Pero si uno camina de noche, tropieza porque no hay luz en él.
11 Habiendo dicho estas cosas, después les dijo:
—Nuestro amigo Lázaro duerme pero voy para despertarlo.
12 Entonces dijeron sus discípulos:
—Señor, si duerme se sanará.
13 Sin embargo, Jesús había dicho esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposo del sueño. 14 Así que luego Jesús les dijo claramente:
—Lázaro ha muerto; 15 y a causa de ustedes me alegro de que yo no haya estado allá para que crean. Pero vayamos a él.
16 Entonces Tomás, que se llamaba Dídimo, dijo a sus condiscípulos:
—Vayamos también nosotros para que muramos con él.
Jesús: la resurrección y la vida
17 Cuando llegó Jesús, halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros, 19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para consolarlas por su hermano. 20 Entonces, cuando oyó que Jesús venía, Marta salió a encontrarlo pero María se quedó sentada en casa.
21 Marta le dijo a Jesús:
—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Footnotes
- Juan 1:1 O: el Verbo.
- Juan 1:18 Algunos mss. antiguos tienen Hijo.
- Juan 1:23 Isa. 40:3.
- Juan 1:27 Algunos mss. tardíos agregan el cual es antes de mí; cf. vv. 15, 30.
- Juan 1:28 Algunos mss. antiguos tienen Betábara.
- Juan 1:39 Si la hora es de acuerdo al sistema judío; o como a las diez de la mañana, si es según el sistema romano.
- Juan 1:42 Cefas viene del arameo kefa, como Pedro del griego petros.
- Juan 2:17 Sal. 69:9.
- Juan 3:3 Otra trad., de arriba.
- Juan 3:7 Algunos mss. antiguos incluyen que está en el cielo.
- Juan 3:13 Cf. Núm. 21:9.
- Juan 3:14 Algunos mss. tardíos aquí incluyen no perezca, sino que…
- Juan 3:15 Algunos mss. antiguos tienen los judíos.
- Juan 3:25 Cf. Gén. 33:19; Jos. 24:32.
- Juan 4:5 Si la hora es de acuerdo al sistema judío: o como a las seis de la tarde, si es según el sistema romano.
- Juan 4:6 Algunos mss. antiguos omiten porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
- Juan 4:9 Algunos mss. tardíos tienen Salvador del mundo, el Cristo.
- Juan 4:42 Si la hora es de acuerdo al sistema judío; o como a las siete de la noche, si es según el sistema romano.
- Juan 4:52 Algunos mss. antiguos tienen Betzata o Betsaida en vez de Betesda.
- Juan 5:2 Algunos mss. antiguos incluyen, aunque con variantes: paralíticos que esperaban el movimiento del agua. 4. Porque un ángel del Señor descendía en ciertos tiempos en el estanque y agitaba el agua. Por tanto, el primero que entraba después del movimiento del agua era sanado de cualquier enfermedad que tuviera.
- Juan 5:4 Cf. Deut. 18:15, 18.
- Juan 6:14 Éxo. 16:4; Sal. 78:24.
- Juan 6:31 Isa. 54:13.
- Juan 6:45 Algunos mss. antiguos incluyen en mí.
- Juan 6:47 Algunos mss. antiguos tienen tú eres el Cristo, el Santo de Dios o tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente; cf. Mat. 16:16.
- Juan 6:69 Algunos mss. antiguos tienen Espíritu Santo.
- Juan 7:39 Deut. 18:15,18.
- Juan 7:40 Cf. Miq. 5:2.
- Juan 7:42 Algunos mss. antiguos no incluyen los vv. entre corchetes (7:53—8:11); en otros, el pasaje aparece después de Luc. 21:38 o 24:53 o después de Juan 7:36 o 21:25.
- Juan 7:53 Algunos mss. antiguos incluyen hasta los últimos.
- Juan 8:9 Algunos mss. antiguos incluyen …los que te acusaban?
- Juan 8:10 Algunos mss. antiguos tienen Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham.
- Juan 8:39 Cf. Éxo. 3:14.
- Juan 8:58 Algunos mss. antiguos tienen Hijo de Dios.
- Juan 9:35 Algunos mss. antiguos tienen Lo que mi Padre me ha dado es mayor…
- Juan 10:29 Algunos mss. antiguos tienen de mi Padre.
- Juan 10:29 Sal. 82:6.
- Juan 10:32 Algunos mss. muy antiguos tienen comprendan.
- Juan 10:34 Algunos mss. antiguos tienen cuando… salió, la siguieron diciendo que…
- Juan 10:38 Otra trad., le quería.
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