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»¿Qué tengo yo que ver con ustedes, Tiro y Sidón,(A) y con todo el territorio de Filistea?(B) ¿Acaso quieren vengarse de mí? Porque, si ustedes se vengan de mí, ¡muy pronto haré que su merecido recaiga sobre su cabeza! Porque ustedes se llevaron mi plata y mi oro, y todas mis cosas bellas y hermosas, y las metieron en sus templos. Además, a los hijos de Judá y de Jerusalén los vendieron a los griegos, para alejarlos de su tierra. Por eso yo los traeré de ese país donde los vendieron, y a ustedes le daré su merecido: venderé sus hijos y sus hijas a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, que son una nación lejana; porque yo, el Señor, lo he dicho.

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El castigo para las naciones vecinas

La palabra profética del Señor está en contra de la tierra de Jadrac y de Damasco.(A) Ciertamente, todas las tribus de Israel, y la humanidad entera, deben volver los ojos al Señor, lo mismo que Jamat, vecina de Tiro y Sidón,(B) a pesar de su sabiduría.

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21 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón(A) se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que en cilicio y cubiertas de ceniza ellas habrían mostrado su arrepentimiento. 22 Por tanto les digo que, en el día del juicio, el castigo para Tiro y para Sidón será más tolerable que para ustedes.

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Ayes sobre las ciudades impenitentes(A)

13 »¡Ay de ti, Corazín! ¡Y ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón(B) se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ustedes, ya hace tiempo que, sentadas en cilicio y cubiertas de ceniza, habrían mostrado su arrepentimiento. 14 Por tanto, en el día del juicio, el castigo para Tiro y para Sidón será más tolerable que para ustedes.

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