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«Oíd esto, ancianos,
y escuchad, todos los moradores de la tierra.
¿Ha acontecido algo semejante en vuestros días
o en los días de vuestros padres?
De esto contaréis a vuestros hijos,
y vuestros hijos a sus hijos,
y sus hijos a la siguiente generación.
Lo que dejó la oruga
se lo comió el saltón;
lo que dejó el saltón
se lo comió el revoltón;
y la langosta se comió
lo que el revoltón había dejado.

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