Job 33-38
Reina Valera Revisada
Eliú censura a Job
33 Por tanto, Job, oye ahora mis razones,
Y escucha todas mis palabras.
2 He aquí yo abriré ahora mi boca,
Y mi lengua habla ya en mi paladar.
3 Mis razones declararán la sinceridad de mi corazón,
Y lo que saben mis labios, lo hablarán con claridad.
4 El espíritu de Dios me hizo,
Y el soplo del Omnipotente me dio vida.
5 Respóndeme si puedes;
Ordena tus palabras, ponte en pie.
6 Yo estoy delante de Dios en el mismo lugar que tú;
De arcilla fui yo también formado.
7 He aquí, mi terror no te espantará,
Ni mi mano se agravará contra ti.
8 De cierto tú dijiste a oídos míos,
Y yo oí la voz de tus palabras que decían:
9 Yo soy limpio y sin defecto;
Soy inocente, y no hay maldad en mí.
10 Pero Dios buscó reproches contra mí,
Y me tiene por su enemigo;
11 Puso mis pies en el cepo,
Y vigiló todas mis sendas.
12 Pues mira, en esto no has hablado justamente;
Yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.
13 ¿Por qué contiendes contra él, de que él no da cuenta de ninguna de sus razones?
14 Sin embargo, de una o de otra manera habla Dios;
Pero el hombre no entiende.
15 Por sueño, en visión nocturna,
Cuando el sueño cae sobre los hombres,
Cuando se adormece sobre el lecho,
16 Entonces revela al oído de los hombres,
Y les señala su consejo,
17 Para quitar al hombre de su obra,
Y apartar del varón la soberbia.
18 Para librar su alma del sepulcro,
Y su vida de que perezca a espada.
19 También sobre su cama es corregido por el dolor,
Con el temblor continuo de todos sus huesos,
20 Que le hace que su vida aborrezca el pan,
Y su alma la comida suave.
21 Su carne desfallece, de manera que no se ve,
Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
22 Su alma se acerca al sepulcro,
Y su vida a la morada de los muertos.
23 Si tuviese cerca de él
Algún elocuente mensajero muy escogido,
Que anuncie al hombre su deber;
24 Que le diga que Dios tuvo de él misericordia,
Que lo libró de descender al sepulcro,
Que halló redención;
25 Su carne se tornará más tierna que la de un niño,
Volverá a los días de su juventud.
26 Orará a Dios, y éste le otorgará su favor.
Verá su faz con júbilo,
Y él restaurará al hombre su justicia.
27 Luego, éste cantará entre los hombres y dirá:
Pequé y me desvié de lo recto, pero Dios no me ha hecho según lo que yo merecía;
28 Antes bien, ha librado a mi alma de pasar al sepulcro,
Y mi vida ve ya la luz.
29 He aquí, todas estas cosas hace Dios
Dos y tres veces con el hombre,
30 Para retraer su alma del sepulcro,
Y para iluminarlo con la luz de la vida.
31 Escucha, Job, y óyeme;
Calla, y yo hablaré.
32 Si tienes razones, respóndeme;
Habla, porque yo querría darte la razón.
33 Y si no, óyeme tú a mí;
Calla, y te enseñaré la sabiduría.
Eliú justifica a Dios
34 Además Eliú dijo:
2 Oíd, sabios, mis palabras;
Y vosotros, doctos, estadme atentos.
3 Porque el oído discierne las palabras,
Como el paladar gusta lo que uno come.
4 Escojamos para nosotros lo que es justo,
Y reconozcamos entre nosotros lo que es bueno.
5 Porque Job ha dicho: Yo soy justo,
Y Dios me ha negado mi derecho.
6 ¿Se me ha de tener por mentiroso teniendo yo razón?
Dolorosa es mi herida sin haber hecho yo transgresión.
7 ¿Qué hombre hay como Job,
Que se bebe la insolencia como agua,
8 Y va en compañía de los que hacen iniquidad,
Y anda con los hombres malos?
9 Porque ha dicho: De nada servirá al hombre
El tratar de agradar a Dios.
10 Por tanto, varones de inteligencia, oídme:
Lejos está de Dios la impiedad,
Y del Omnipotente la iniquidad.
11 Porque él pagará al hombre según su obra,
Y le retribuirá conforme a su camino.
12 Sí, por cierto, Dios no hará injusticia,
Y el Omnipotente no pervertirá el derecho.
13 ¿Quién le ha encomendado a él la tierra?
¿Y quién puso en orden todo el mundo?
14 Si él retirase del hombre su atención,
Y recogiese así su espíritu y su aliento,
15 Toda carne perecería juntamente,
Y el género humano volvería al polvo.
16 Si, pues, hay en ti entendimiento, oye esto;
Escucha el son de mis palabras.
17 ¿Gobernará el que aborrece el derecho?
¿Y condenarás tú al que es tan justo?
18 ¿Se dirá al rey: Perverso;
Y a los príncipes: Impíos?
19 ¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de potentados,
Ni favorece más al rico que al pobre,
Porque todos son obra de sus manos?
20 De improviso morirán,
Y a medianoche se alborotarán los pueblos, y pasarán,
Y sin mano de hombre será quitado el poderoso.
21 Porque los ojos de Dios vigilan sobre los caminos del hombre,
Y ve todos sus pasos.
22 No hay tinieblas ni sombra de muerte
Donde se escondan los que hacen maldad.
23 No apremia, pues, él al hombre más de lo justo,
Para que vaya con Dios a juicio.
24 Él quebrantará a los fuertes sin indagación,
Y nombrará a otros en su lugar.
25 Por tanto, él hará notorias las obras de ellos,
Cuando los trastorne en la noche, y sean quebrantados.
26 Como a malos los herirá
En lugar donde sean vistos;
27 Por cuanto así se apartaron de él,
Y no consideraron ninguno de sus caminos,
28 Haciendo venir delante de él el clamor del pobre,
Y el clamor de los necesitados, que él siempre oye.
29 Si él da reposo, ¿quién inquietará?
Si esconde su rostro, ¿quién lo podrá ver?
Vela sobre una nación, lo mismo que sobre cada individuo;
30 Haciendo que no reine el hombre impío,
Ni enrede en sus mallas al pueblo.
31 De seguro que si alguien dice a Dios:
He llevado ya castigo, no ofenderé ya más;
32 Enséñame tú lo que yo no veo;
Si hice mal, no lo haré más.
33 ¿Acaso ha de retribuir conforme a lo que tú le dictes?
Él te retribuirá, ora rehúses, ora aceptes, y no yo;
Di, si no, lo que tú sabes.
34 Los hombres inteligentes dirán conmigo,
Y todo hombre sabio que me oiga:
35 Que Job no habla con sabiduría,
Y que sus palabras no son con entendimiento.
36 Deseo yo que Job sea examinado a fondo,
A causa de sus respuestas semejantes a las de los hombres inicuos.
37 Porque a su pecado añadió rebeldía;
En medio de nosotros habla con mucha insolencia,
Y contra Dios multiplica sus palabras.
35 Prosiguió Eliú en su razonamiento, y dijo:
2 ¿Piensas que es cosa recta lo que has dicho:
Más justo soy yo que Dios?
3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja tienes tú?
¿O qué provecho tendré de no haber pecado?
4 Yo te responderé a ti,
Y a tus compañeros contigo.
5 Mira a los cielos, y ve,
Y considera que las nubes están más altas que tú.
6 Si pecas, ¿qué habrás logrado contra él?
Y si tus rebeliones se multiplican, ¿qué daño le harás tú?
7 Si eres justo, ¿qué le darás a él?
¿O qué recibirá de tu mano?
8 Al hombre como tú dañará tu impiedad,
Y al hijo de hombre aprovechará tu justicia.
9 Verdad es que a causa de la multitud de las violencias, claman los hombres,
Y se lamentan bajo la opresión de los poderosos.
10 Y ninguno dice: ¿Dónde está Dios mi Hacedor,
Que da cánticos en la noche,
11 Que nos enseña más que a las bestias de la tierra,
Y nos hace sabios más que a las aves del cielo?
12 Allí clamarán, y él no oirá,
Por la soberbia de los malos.
13 Ciertamente Dios no oirá la vanidad,
Ni la mirará el Omnipotente.
14 ¿Cuánto menos cuando dices que no le ves,
Que la causa está delante de él y tú sigues esperando?
15 Mas ahora, porque en su ira no castiga,
Ni inquiere con rigor,
16 Por eso Job abre su boca vanamente,
Y multiplica palabras sin sabiduría.
Eliú exalta la grandeza de Dios
36 Añadió Eliú y dijo:
2 Espérame un poco, y te enseñaré;
Porque todavía tengo razones en defensa de Dios.
3 Traeré mi saber desde lejos,
Y atribuiré justicia a mi Hacedor.
4 Porque de cierto no son mentira mis palabras;
Contigo está uno que tiene perfecto conocimiento.
5 He aquí que Dios es grande, pero no desestima a nadie;
Es poderoso en fuerza y en sabiduría.
6 No otorgará vida al impío,
Pero a los afligidos dará su derecho.
7 No apartará de los justos sus ojos;
Antes bien como reyes los pondrá en trono para siempre,
Y serán exaltados.
8 Y cuando los ata con cadenas,
Y los aprisiona en las cuerdas de aflicción,
9 Es para darles a conocer la obra de ellos,
Y sus rebeliones, porque obraron con soberbia.
10 Despierta además el oído de ellos para su corrección,
Y les exhorta a que se conviertan de la iniquidad.
11 Si obedecen, y le sirven,
Acabarán sus días en bienestar,
Y sus años en dicha.
12 Pero si no obedecen, serán pasados a espada,
Y perecerán en su ignorancia.
13 Mas los obstinados de corazón atesoran para sí la ira,
Y no claman a él ni aun cuando él los castiga.
14 Fallecerá el alma de su juventud,
Y su vida entre los sodomitas.
15 Al pobre librará de su pobreza,
Y a través de la aflicción despertará su oído.
16 También a ti te apartará de la boca de la angustia
A lugar espacioso, libre de todo apuro,
Y te preparará mesa llena de grosura.
17 Mas tú estás lleno del juicio del impío,
En vez de sustentar el derecho y la justicia.
18 Por cuanto hay ira, ten cuidado de que no te seduzca la abundancia,
Ni te corrompa el rico soborno.
19 ¿Hará él estima de tus riquezas, del oro,
O de todas las fuerzas de tu poder?
20 No anheles en la noche,
El que los pueblos desaparezcan de su lugar.
21 Guárdate, no te vuelvas a la iniquidad;
Pues ésta escogiste a causa de tu aflicción.
22 He aquí que Dios es excelso en su poder;
¿Qué enseñador será semejante a él?
23 ¿Quién le ha prescrito su camino?
¿Y quién le dirá: Has obrado mal?
24 Acuérdate de engrandecer su obra,
La cual han ensalzado tantos otros hombres.
25 Los hombres todos la ven;
La miran los mortales de lejos.
26 He aquí, Dios es grande, y nosotros no le podemos comprender,
Ni se puede escrutar el número de sus años.
27 Él va soltando las gotas de las aguas,
Al transformarse el vapor en lluvia,
28 La cual destilan las nubes,
O caen en chaparrones sobre los hombres.
29 ¿Quién podrá comprender la extensión de las nubes,
Y el fragor estrepitoso de su morada?
30 He aquí que en torno a sí mismo extiende su luz,
Y asienta su trono en las profundidades del mar.
31 Bien que por esos medios castiga a los pueblos,
A la multitud él da sustento.
32 Cubre sus manos con relámpagos,
Y manda al rayo que vaya derecho a dar en el blanco.
33 El trueno declara su indignación,
Y la tempestad proclama su ira contra la iniquidad.
37 Por eso también se estremece mi corazón,
Y salta de su lugar.
2 Oíd atentamente el estrépito de su voz,
Y el rugido que sale de su boca.
3 Por debajo de todos los cielos lo suelta,
Y su luz hasta los fines de la tierra.
4 Después de ella brama el sonido,
Truena él con voz majestuosa;
Y mientras es oída su voz, no los retiene.
5 Truena Dios maravillosamente con su voz;
Él hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.
6 Cuando dice a la nieve: Desciende a la tierra;
También a los aguaceros: Lloved fuerte.
7 Así limita el poder de todo hombre,
Para que los hombres todos reconozcan que eso es obra suya.
8 Las bestias entran en su escondrijo,
Y se están en sus guaridas.
9 Del sur viene el torbellino,
Y el frío de los vientos del norte.
10 Por el soplo de Dios se forma el hielo,
Y las anchas aguas se congelan.
11 Regando también llega a disipar la densa nube,
Y con su luz esparce la niebla.
12 Asimismo bajo su mando, giran los relámpagos en todas direcciones;
Así ejecutan sus órdenes sobre la faz del orbe terráqueo.
13 Unas veces para azote a los pueblos de la tierra,
Otras, por misericordia las hará venir.
14 Escucha esto, Job;
Detente, y considera los prodigios de Dios.
15 ¿Sabes tú cómo Dios los pone en concierto,
Y hace resplandecer el rayo desde su nube?
16 ¿Sabes tú cómo están suspendidas las nubes,
Maravillas del Perfecto en sabiduría?
17 Tú, cuyos vestidos están calientes
Cuando él sosiega la tierra con el viento del sur,
18 ¿Extendiste con él los cielos,
Firmes como un espejo fundido?
19 Muéstranos qué le hemos de decir;
Porque nosotros no podemos ordenar las ideas a causa de nuestra ignorancia.
20 Si hablo yo, ¿se lo cuenta alguien?
Por más que el hombre razone, ¿le informará con riesgo de ser destruido?
21 Mas ahora ya no se puede mirar la luz esplendente en los cielos,
Luego que pasa el viento y los limpia,
22 Viniendo de la parte del norte la dorada claridad.
Dios se rodea de una majestad terrible.
23 Él es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en poder;
Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.
24 Lo temerán por tanto los hombres;
Él no respeta a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio.
Jehová convence a Job de su ignorancia
38 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:
2 ¿Quién es ése que oscurece el consejo
Con palabras sin sabiduría?
3 Ahora ciñe, como un luchador, tus lomos;
Yo te preguntaré, y tú me contestarás.
4 ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?
¿O quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus basas?
¿O quién puso su piedra angular,
7 Cuando alababan todas las estrellas del alba,
Y se regocijaban todos los hijos de Dios?
8 ¿Quién encerró con puertas el mar,
Cuando se derramaba saliéndose de su seno,
9 Cuando puse yo nubes por vestidura suya,
Y por pañales la oscuridad,
10 Y tracé para él frontera,
Le puse puertas y cerrojo,
11 Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,
Y ahí se romperá el orgullo de tus olas?
12 ¿Has mandado tú alguna vez en tu vida a la mañana?
¿Has señalado a la aurora su lugar,
13 Para que coja a la tierra por sus bordes,
Y sean sacudidos de ella los impíos?
14 Ella muda luego de aspecto como arcilla bajo el sello,
Y viene a estar todo como una vestidura;
15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos,
Y el brazo enaltecido es quebrantado.
16 ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar,
Y has andado escudriñando el abismo?
17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,
Y has visto las puertas de la sombra de muerte?
18 ¿Has calculado las anchuras de la tierra?
Declara si sabes todo esto.
19 ¿Por dónde se va a la morada de la luz,
Y dónde está el lugar de las tinieblas,
20 Para que las lleves a sus límites,
Y les muestres las sendas de su casa?
21 Lo sabrás, sin duda, porque ya habías nacido,
Y es muy grande el número de tus días.
22 ¿Has entrado tú en los depósitos de la nieve,
O has visto las reservas del granizo,
23 Que tengo guardado para el tiempo de angustia,
Para el día de la guerra y de la batalla?
24 ¿Por qué camino se reparte la luz,
Y se esparce el viento solano sobre la tierra?
25 ¿Quién abre un canal al aguacero,
Y camino a los relámpagos y truenos,
26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada,
Sobre el desierto, donde no habita el hombre,
27 Para saciar la tierra desierta e inculta,
Y para hacer brotar la tierna hierba?
28 ¿Tiene padre la lluvia?
¿O quién engendra las gotas del rocío?
29 ¿De qué seno sale el hielo?
Y la escarcha del cielo, ¿quién la da a luz,
30 Cuando las aguas se endurecen a manera de piedra,
Y se congela la superficie del mar?
31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades,
O desatar las ligaduras de Orión?
32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones del Zodíaco,
O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?
33 ¿Conoces las leyes de los cielos?
¿Dispondrás tú sus poderes sobre la tierra?
34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz,
Para que te cubra muchedumbre de aguas?
35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan?
¿Y te dirán ellos: Henos aquí?
36 ¿Quién puso sabiduría en la nube?
¿O quién dio al meteoro inteligencia?
37 ¿Quién puso por cuenta las nubes con sabiduría?
Y los odres de los cielos, ¿quién los hace vaciar,
38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza,
Y los terrones se han pegado unos con otros?
39 ¿Cazarás tú la presa para el león?
¿Saciarás el hambre de los leoncillos,
40 Cuando están echados en sus guaridas,
O se agazapan en la maleza para acechar?
41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento,
Cuando sus polluelos claman a Dios,
Y andan alocados por falta de comida?
Texto bíblico tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.
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