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«¿Hasta cuándo seguirán causándome dolor
    y destruyéndome con sus palabras?
Ya me han insultado diez veces.
    No les da vergüenza; me hacen daño.
Aunque fuera cierto que me he extraviado,
    soy yo quien recibiría el castigo.
Si en verdad piensan que ustedes son mejores que yo,
    y usan mi desgracia como prueba contra mí,
entonces sepan ustedes que fue Dios el que me causó mal.
    Él fue quien tendió su red para atraparme.

»Yo grito: “¡Auxilio, me agreden!”,
    pero nadie me responde; no hay justicia.

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