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«¡Cómo quisiera que pusieran en la misma balanza
mi tormento por un lado y mi queja por el otro!
¡Verían que pesan más que la arena del mar!
¡Por eso he hablado sin ton ni son!
El Dios poderoso me ha clavado sus flechas,
y puedo sentir su veneno penetrar en mi espíritu;
¡los terrores de Dios me tienen asediado!

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