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¡que Dios me pese en una balanza justa,
    y así sabrá que soy inocente!
Si mis pies se han apartado del camino,
    o mi corazón se ha dejado llevar por mis ojos,
    o mis manos se han llenado de ignominia,
¡que se coman otros lo que yo he sembrado,
    y que sean destruidas mis cosechas!

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