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Ellos cortan en el campo la hierba del perverso
    y recogen las sobras de las viñas de los malos.
Pasan la noche desnudos, sin nada con qué arroparse.
    No hay cobija para ellos en el frío.
Empapados con la lluvia de las montañas,
    a falta de protección se esconden en los peñascos.

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