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Satanás respondió al Señor: «¡Piel por piel! Sí, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Sin embargo, extiende ahora Tu mano(A) y toca su hueso y su carne, verás si no te maldice en Tu misma cara(B)». Y el Señor dijo a Satanás: «Él está en tu mano; pero respeta su vida».

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—¡Una cosa por la otra! —respondió Satanás—. Con tal de salvar la vida, el hombre da todo lo que tiene. Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!

—Muy bien —dijo el Señor a Satanás—, Job está en tus manos. Eso sí, respeta su vida.

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Pero el acusador contestó al Señor:

—Mientras no lo tocan a uno en su propio pellejo, todo va bien. El hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida. Pero tócalo en su propia persona y verás cómo te maldice en tu propia cara.

El Señor respondió al acusador:

—Está bien, haz con él lo que quieras, con tal de que respetes su vida.

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