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Aunque soy inocente e intachable,
y en otro tiempo Dios oía mis súplicas,
mis amigos se ríen de mí.
El que está seguro desprecia al infeliz;
no le importa empujar al que está a punto de caer.
Los bandidos tienen paz en sus hogares;
los que ofenden a Dios viven tranquilos,
pensando que lo tienen en un puño.

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