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12-13 El Señor replicó al ángel acusador:

―Tienes permiso para hacer con su riqueza lo que quieras; pero no lo perjudiques en su cuerpo.

Entonces el ángel acusador se fue; y como era de esperarse, no mucho después, en un banquete que los hijos e hijas de Job tuvieron en casa del hermano mayor, ocurrió la tragedia.

14-15 Llegó corriendo a casa de Job un mensajero con esta noticia:

―Estaban sus bueyes arando, y las burras pastaban junto a ellos, cuando nos asaltaron los sabeanos, se llevaron los animales y mataron a los demás siervos. ¡Sólo yo escapé!

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