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Primera reprensión de Elifaz a Job

Elifaz, el temanita, respondió:

«Tratar de hablarte te será molesto;
pero, ¿quién podría quedarse callado?
Yo recuerdo que tus sabias enseñanzas
infundían fortaleza a los débiles.
Si alguien caía, tus palabras lo levantaban;
tú sostenías al que estaba por caer.
Pero ahora que eres tú quien sufre,
¡te desanimas y no logras superar tu turbación!
¿Desconfías acaso de tu temor a Dios?
¿Ya no crees que tu integridad puede salvarte?

»Piensa en esto: ¿quién castiga al inocente?
¿Dónde has visto que el justo sufra algún daño?
Lo que sí he llegado a ver es lo siguiente:
los que siembran maldad, cosechan lo que siembran;
el aliento de Dios sopla sobre ellos,
y su enojo contra ellos los consume.
10 Aunque rujan como leones y gruñan como cachorros,
Dios los calla y les rompe los colmillos.
11 El león viejo muere por falta de presa,
y los cachorros de la leona se van por su camino.

12 »Mucho de esto lo desconocía;
pero una noche escuché un rumor.
13 En mis tenebrosas pesadillas,
y cuando mi sueño era más profundo,
14 algo me hizo temblar de miedo;
¡algo hizo que me estremeciera hasta los huesos!
15 Sentí sobre mi piel el soplo de un espíritu,
y el pelo de mi cuerpo se erizó.
16 Delante de mis ojos estaba una silueta;
y aunque no pude ver su rostro,
alcancé a escuchar que susurraba:
17 “¿Acaso el hombre es más justo que Dios?
¿Es acaso más puro que su propio creador?
18 Si Dios no confía ni en sus ángeles,
pues ve la torpeza de sus propios siervos,
19 ¿cómo puede confiar en el hombre,
que habita en casas construidas sobre el barro,
y que un día será pasto de los gusanos?
20 Nace por la mañana y muere por la noche,
y se pierde para siempre, sin que nadie lo recuerde;
21 ¡es arrancado, como las estacas de una carpa,
y muere antes de alcanzar sabiduría!”

»Grita cuanto puedas; a ver quién te responde.
¿A qué dioses puedes apelar?
Es un hecho que al necio lo mata la ira,
y a los que todo codician los mata la envidia.
He visto cómo prospera el malvado,
pero al mismo tiempo he deseado su desgracia;
he deseado que sus hijos vivan inseguros,
y que en el tribunal no se les haga justicia,
que no haya quién los defienda;
que los hambrientos se coman su cosecha,
y que ellos la rebusquen entre los espinos;
que los sedientos los dejen en la ruina.
Ni la aflicción ni los sufrimientos
brotan de la tierra sin razón alguna;
en cambio nosotros somos como las chispas:
saltamos por el aire tan sólo para morir.

»Yo, en tu lugar, recurriría a Dios
y me pondría en sus manos.
Dios hace cosas grandes e incomprensibles;
¡imposible contar las maravillas que realiza!
10 Con su lluvia cubre toda la tierra;
con el agua empapa los campos.
11 A los humildes los enaltece,
y a los afligidos los consuela;
12 Desbarata los planes de los astutos,
y hace que sus proyectos fracasen;
13 atrapa a los malvados con sus propias artimañas(A)
y desbarata sus planes perversos.
14 En pleno día caminan como ciegos;
a pleno sol andan a tientas, como de noche.
15 Dios libra a los pobres del poder de los impíos;
los libra del poder de los violentos
y de sus lacerantes ofensas.
16 Dios es la esperanza de los débiles;
Dios les tapa la boca a los malvados.

17 »¡Dichoso aquél a quien Dios corrige!
Así que agradece la corrección del Todopoderoso.(B)
18 Dios abre heridas, pero también las sana;
hiere tu cuerpo, pero te devuelve la salud.
19 Cuando te vengan seis desgracias,
en la séptima te librará del mal.
20 Aunque haya hambre, él te dará vida;
aunque haya guerra, te librará de la espada.
21 Te librará de la gente de lengua mordaz,
y ante un desastre no tendrás nada que temer.
22 Podrás reírte de la destrucción y del hambre;
no temerás que te ataquen las fieras salvajes.
23 Estarás en paz con las piedras del campo,
y los animales salvajes serán tus amigos.
24 Sabrás lo que es vivir en paz,
tendrás tu propio ganado, y nada te faltará.
25 Disfrutarás de una vasta descendencia,
que crecerá como la hierba del campo.
26 Morirás tras haber vivido una larga vida;
en plena madurez, como las espigas de trigo.
27 Esto lo hemos indagado, y sabemos que es verdad;
óyelo bien, pues tú mismo puedes comprobarlo.»

Elifaz reprende a Job

Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:

Si probáremos a hablarte, te será molesto;

Pero ¿quién podrá detener las palabras?

He aquí, tú enseñabas a muchos,

Y fortalecías las manos débiles;

Al que tropezaba enderezaban tus palabras,

Y esforzabas las rodillas que decaían.

Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas;

Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.

¿No es tu temor a Dios tu confianza?

¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos?

Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido?

Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos?

Como yo he visto, los que aran iniquidad

Y siembran injuria, la siegan.

Perecen por el aliento de Dios,

Y por el soplo de su ira son consumidos.

10 Los rugidos del león, y los bramidos del rugiente,

Y los dientes de los leoncillos son quebrantados.

11 El león viejo perece por falta de presa,

Y los hijos de la leona se dispersan.

12 El asunto también me era a mí oculto;

Mas mi oído ha percibido algo de ello.

13 En imaginaciones de visiones nocturnas,

Cuando el sueño cae sobre los hombres,

14 Me sobrevino un espanto y un temblor,

Que estremeció todos mis huesos;

15 Y al pasar un espíritu por delante de mí,

Hizo que se erizara el pelo de mi cuerpo.

16 Paróse delante de mis ojos un fantasma,

Cuyo rostro yo no conocí,

Y quedo, oí que decía:

17 ¿Será el hombre más justo que Dios?

¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?

18 He aquí, en sus siervos no confía,

Y notó necedad en sus ángeles;

19 ¡Cuánto más en los que habitan en casas de barro,

Cuyos cimientos están en el polvo,

Y que serán quebrantados por la polilla!

20 De la mañana a la tarde son destruidos,

Y se pierden para siempre, sin haber quien repare en ello.

21 Su hermosura, ¿no se pierde con ellos mismos?

Y mueren sin haber adquirido sabiduría.

Ahora, pues, da voces; ¿habrá quien te responda?

¿Y a cuál de los santos te volverás?

Es cierto que al necio lo mata la ira,

Y al codicioso lo consume la envidia.

Yo he visto al necio que echaba raíces,

Y en la misma hora maldije su habitación.

Sus hijos estarán lejos de la seguridad;

En la puerta serán quebrantados,

Y no habrá quién los libre.

Su mies comerán los hambrientos,

Y la sacarán de entre los espinos,

Y los sedientos beberán su hacienda.

Porque la aflicción no sale del polvo,

Ni la molestia brota de la tierra.

Pero como las chispas se levantan para volar por el aire,

Así el hombre nace para la aflicción.

Ciertamente yo buscaría a Dios,

Y encomendaría a él mi causa;

El cual hace cosas grandes e inescrutables,

Y maravillas sin número;

10 Que da la lluvia sobre la faz de la tierra,

Y envía las aguas sobre los campos;

11 Que pone a los humildes en altura,

Y a los enlutados levanta a seguridad;

12 Que frustra los pensamientos de los astutos,

Para que sus manos no hagan nada;

13 Que prende a los sabios en la astucia de ellos,(A)

Y frustra los designios de los perversos.

14 De día tropiezan con tinieblas,

Y a mediodía andan a tientas como de noche.

15 Así libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos,

Y de la mano violenta;

16 Pues es esperanza al menesteroso,

Y la iniquidad cerrará su boca.

17 He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;

Por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.(B)

18 Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará;

Él hiere, y sus manos curan.

19 En seis tribulaciones te librará,

Y en la séptima no te tocará el mal.

20 En el hambre te salvará de la muerte,

Y del poder de la espada en la guerra.

21 Del azote de la lengua serás encubierto;

No temerás la destrucción cuando viniere.

22 De la destrucción y del hambre te reirás,

Y no temerás de las fieras del campo;

23 Pues aun con las piedras del campo tendrás tu pacto,

Y las fieras del campo estarán en paz contigo.

24 Sabrás que hay paz en tu tienda;

Visitarás tu morada, y nada te faltará.

25 Asimismo echarás de ver que tu descendencia es mucha,

Y tu prole como la hierba de la tierra.

26 Vendrás en la vejez a la sepultura,

Como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo.

27 He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así;

Óyelo, y conócelo tú para tu provecho.