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La plaga de langostas

La palabra del Señor vino a Joel, hijo de Petuel:

«Ustedes los ancianos, ¡oigan esto! Y ustedes, los habitantes de toda la tierra, ¡escuchen! ¿Acaso sucedió algo así en sus días, o en los días de sus padres? Esto lo contarán ustedes a sus hijos, y sus hijos a sus propios hijos, y ellos a la generación siguiente. Lo que la oruga dejó se lo comió el saltón, y lo que dejó el saltón se lo comió el revoltón, y lo que el revoltón dejó se lo comió la langosta.

»Despierten, borrachos, y lloren; y todos ustedes, los que beben vino, giman por causa del mosto, porque se les va a quitar de la boca. Un pueblo fuerte y muy numeroso viene contra mi tierra. Sus dientes y sus muelas parecen de león.(A) Ha asolado mi viña, y descortezado mi higuera; la ha dejado completamente pelada y por el suelo; ¡sus ramas se han quedado desnudas!

»Llora tú, como la joven que guarda luto por el esposo de su juventud. En la casa del Señor ya no hay ofrendas ni libaciones; los sacerdotes que sirven al Señor están de luto. 10 Los campos están asolados y de luto, porque el trigo ha sido destruido. Mosto no hay, y el aceite se ha perdido.

11 »Ustedes, labradores y viñateros, preocúpense por el trigo y la cebada, porque se han perdido las cosechas. 12 Las vides están secas; perecieron las higueras y los granados, las palmeras y los manzanos; ¡secos están todos los árboles del campo! Por eso no hay para nadie motivo de alegría.

13 »Ustedes los sacerdotes, ministros del altar, ¡vístanse de luto y lloren! Vengan y duerman con el cilicio puesto, ministros de mi Dios, porque en la casa de su Dios ya no hay ofrendas ni libaciones. 14 Proclamen ayuno, convoquen a una asamblea; congreguen en la casa del Señor su Dios a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra, e imploren su ayuda.

15 »¡Ay del día del Señor! Cercano está, y viene como un día de destrucción de parte del Todopoderoso.(B) 16 Ante nuestros propios ojos nos ha sido arrebatado el alimento, la alegría y el placer de estar en la casa de nuestro Dios.

17 »El trigo se ha secado, o bien se pudre bajo los terrones; los graneros han sido derribados y los alfolíes han sido destruidos. 18 Gimen las bestias, los hatos de bueyes y los rebaños de ovejas, porque ya no hay pastos.»

19 Clamo a ti, Señor, porque el fuego ha consumido los pastos del desierto; las llamas redujeron a cenizas a todos los árboles del campo. 20 También las bestias del campo braman pidiendo tu ayuda, porque se han secado los arroyos, y el fuego ha consumido las praderas del desierto.

Toquen la trompeta en Sión; den la alarma en mi santo monte; tiemblen todos los habitantes de la tierra, porque el día del Señor viene, y ya se acerca. Será un día de tinieblas y de oscuridad, un día de nubes y sombras. Se aproxima un ejército pueblo grande y poderoso, como nunca antes lo hubo ni lo habrá después durante muchas generaciones. Viene como el alba, cuando se extiende sobre los montes. Lo precede un fuego consumidor, y llamas destructoras cierran su marcha. Antes de que pasen, la tierra es como el huerto de Edén; pero después de que han pasado queda la tierra como un desierto deshabitado. ¡Nadie puede librarse de ellos! Su aspecto y su carrera es semejante al de los caballos y al de los soldados de caballería. Cuando saltan sobre las cumbres de los montes, su estruendo es como el de los carros de guerra, como el crujir de las llama de fuego cuando consumen la hojarasca, ¡como el de un ejército poderoso y dispuesto para la batalla!(C) Ante ellos, los pueblos se llenan de miedo y todos los rostros palidecen. Corren como soldados, trepan por los muros como guerreros; cada uno de ellos mantiene la marcha, sin cambiar el rumbo. Ninguno estorba a su compañero; cada uno mantiene el paso; ¡no hay espada que los detenga! Como ladrones, caen sobre la ciudad, corren por la muralla, trepan por las casas, ¡entran por las ventanas!

10 Ante ellos, tiembla la tierra y se estremecen los cielos; el sol y la luna se oscurecen, y se apaga el resplandor de las estrellas.(D) 11 El Señor mismo da las órdenes al frente de su ejército. Muy grandes son sus batallones, y fuertes son los que cumplen la orden. ¡Grande y terrible es el día del Señor! ¿Quién podrá resistir?(E)

La misericordia del Señor

12 Por eso, vuélvanse ya al Señor de todo corazón, y con ayuno, lágrimas y lamentos.

—Palabra del Señor.

13 Desgárrense el corazón, no los vestidos, y vuélvanse al Señor su Dios, porque él es misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia, y le pesa castigar. 14 Tal vez el Señor su Dios cambie de parecer y deje bendiciones tras de sí, es decir, trigo y vino para que le presenten ofrendas y libaciones.

15 ¡Toquen la trompeta en Sión! ¡Proclamen ayuno! ¡Convoquen a una asamblea! 16 ¡Reúnan al pueblo y santifiquen la reunión! ¡Junten a los ancianos y a los niños de pecho! ¡Que salgan de la cámara nupcial el novio y la novia! 17 Y ustedes los sacerdotes, ministros del Señor, lloren entre la entrada y el altar, y digan:

«Señor, ¡perdona a tu pueblo! No los entregues al oprobio, ni dejes que las naciones los dominen! ¡No permitas que entre los pueblos se diga que nuestro Dios nos ha abandonado!»

18 Entonces el Señor mostrará su amor por su tierra, y perdonará a su pueblo. 19 El Señor responderá y dirá a su pueblo:

«Voy a enviarles pan, y mosto y aceite, para que coman hasta saciarse, y nunca más volveré a entregarlos al oprobio entre las naciones. 20 Haré que esa gente del norte se aleje de ustedes, y los lanzaré a una tierra seca y desierta; su vanguardia la arrojaré hacia el mar oriental, y su retaguardia la echaré al mar occidental. Su hedor putrefacto se esparcirá por los aires, porque yo hago grandes cosas.»

21 Y tú, tierra, ¡alégrate y llénate de gozo! No temas, que el Señor hará grandes cosas. 22 Y ustedes, animales del campo, no teman, porque los pastos del desierto volverán a reverdecer, y los árboles, las higueras y las vides volverán a dar su fruto. 23 Y ustedes también, hijos de Sión, alégrense y llénense de gozo en el Señor su Dios; porque él les ha dado la primera lluvia a su tiempo, y enviará sobre ustedes lluvias tempranas y tardías, como al principio. 24 Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. 25 Yo les resarciré por los daños que les causaron la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, ese gran ejército que el Señor envió contra ustedes.

Derramamiento del espíritu de Dios

26 «Ustedes comerán hasta saciarse, y alabarán mi nombre, pues yo, el Señor su Dios, haré maravillas entre ustedes. Y nunca más mi pueblo será avergonzado. 27 Entonces sabrán ustedes que yo estoy en medio de Israel, y que yo soy el Señor su Dios, y nadie más. Y mi pueblo nunca más será avergonzado.

28 »Después de esto, derramaré mi espíritu sobre la humanidad entera, y los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; los ancianos tendrán sueños, y los jóvenes recibirán visiones.

29 »En aquellos días, también sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu. 30 Y haré prodigios en el cielo y en la tierra, con sangre y fuego y columnas de humo.»

31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre,(F) antes de que venga el día grande y terrible del Señor. 32 Y todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo,(G)(H) y entre ellos estará el remanente al cual el Señor ha llamado, porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, tal y como el Señor lo ha dicho.

Juicio del Señor sobre las naciones

«En esos días, y llegado el momento, haré que Judá y Jerusalén vuelvan del cautiverio. Entonces reuniré a todas las naciones, y las llevaré al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas, porque ellas esparcieron entre las naciones a mi pueblo Israel, y repartieron mi propia tierra, echaron suertes sobre mi pueblo, entregaron a los niños a cambio de una prostituta, y vendieron a las niñas a cambio de vino para emborracharse.

»¿Qué tengo yo que ver con ustedes, Tiro y Sidón,(I) y con todo el territorio de Filistea?(J) ¿Acaso quieren vengarse de mí? Porque, si ustedes se vengan de mí, ¡muy pronto haré que su merecido recaiga sobre su cabeza! Porque ustedes se llevaron mi plata y mi oro, y todas mis cosas bellas y hermosas, y las metieron en sus templos. Además, a los hijos de Judá y de Jerusalén los vendieron a los griegos, para alejarlos de su tierra. Por eso yo los traeré de ese país donde los vendieron, y a ustedes le daré su merecido: venderé sus hijos y sus hijas a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, que son una nación lejana; porque yo, el Señor, lo he dicho.

»¡Proclamen la guerra entre las naciones! ¡Despierten a los valientes y acérquense! ¡Vengan todos los hombres de guerra! 10 ¡Tomen sus azadones y sus hoces, y con ese metal hagan espadas y lanzas!(K) ¡Que saque el débil fuerza de flaqueza! 11 Y ustedes todas, naciones vecinas, ¡júntense y vengan! ¡Reúnanse! Yo, el Señor, haré que tus fuertes acudan a este llamado. 12 ¡Que se despierten las naciones y suban al valle de Josafat! Yo voy a sentarme allí para juzgar a todas las naciones de alrededor. 13 ¡Echen mano a la hoz, que la mies ya está madura!(L) ¡Vengan acá, que el lagar está rebosante!(M) ¡Llenen las cubas, que ya es demasiada la maldad de ellos!»

Liberación de Judá

14 Son muchos los pueblos en el valle de la decisión, porque ya se acerca el día del Señor en el valle de la decisión. 15 El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas opacarán su resplandor. 16 Desde Sión, el Señor lanzará un rugido; desde Jerusalén, dejará oír su voz.(N) Los cielos y la tierra se estremecerán, pero el Señor será la esperanza de su pueblo y la fortaleza de los hijos de Israel.

17 «Entonces sabrán ustedes que yo soy el Señor su Dios, y que habito en Sión, mi santo monte. Jerusalén será una ciudad santa, y ningún extraños volverá a pasar por ella.»

18 Cuando llegue ese momento, los montes destilarán mosto, por las colinas fluirá leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas. En la casa del Señor brotará un manantial, que regará el valle de Sitín. 19 Por causa de la injuria inferida a los hijos de Judá, Egipto será destruido, y Edom quedará hecho un desierto desolado, pues en su tierra derramaron sangre inocente. 20 Pero Judá será habitada para siempre, lo mismo que Jerusalén por todas las generaciones. 21 Y el Señor limpiará la sangre derramada, la cual no quedará sin castigo. Y el Señor habitará en Sión.

Devastación de la tierra por la langosta

Palabra de Jehová que vino a Joel, hijo de Petuel.

Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres? De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación. Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado.

Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca. Porque pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra; sus dientes son dientes de león,(A) y sus muelas, muelas de león. Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas.

Llora tú como joven vestida de cilicio por el marido de su juventud. Desapareció de la casa de Jehová la ofrenda y la libación; los sacerdotes ministros de Jehová están de duelo. 10 El campo está asolado, se enlutó la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió el aceite.

11 Confundíos, labradores; gemid, viñeros, por el trigo y la cebada, porque se perdió la mies del campo. 12 La vid está seca, y pereció la higuera; el granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles del campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres.

13 Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación.

14 Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová.

15 ¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso.(B) 16 ¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios?

17 El grano se pudrió debajo de los terrones, los graneros fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque se secó el trigo. 18 ¡Cómo gimieron las bestias! ¡Cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! También fueron asolados los rebaños de las ovejas.

19 A ti, oh Jehová, clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo. 20 Las bestias del campo bramarán también a ti, porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderas del desierto.

Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones.

Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto de Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape. Su aspecto, como aspecto de caballos, y como gente de a caballo correrán. Como estruendo de carros saltarán sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como pueblo fuerte dispuesto para la batalla.(C) Delante de él temerán los pueblos; se pondrán pálidos todos los semblantes. Como valientes correrán, como hombres de guerra subirán el muro; cada cual marchará por su camino, y no torcerá su rumbo. Ninguno estrechará a su compañero, cada uno irá por su carrera; y aun cayendo sobre la espada no se herirán. Irán por la ciudad, correrán por el muro, subirán por las casas, entrarán por las ventanas a manera de ladrones.

10 Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.(D) 11 Y Jehová dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?(E)

La misericordia de Jehová

12 Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13 Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. 14 ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios?

15 Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. 16 Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. 17 Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?

18 Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. 19 Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones. 20 Y haré alejar de vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta; su faz será hacia el mar oriental, y su fin al mar occidental; y exhalará su hedor, y subirá su pudrición, porque hizo grandes cosas.

21 Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. 22 Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos. 23 Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. 24 Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. 25 Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.

26 Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. 27 Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.

Derramamiento del Espíritu de Dios

28 Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29 Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.

30 Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. 31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre,(F) antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. 32 Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo;(G)(H) porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.

Juicio de Jehová sobre las naciones

Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra; y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber.

Y también, ¿qué tengo yo con vosotras, Tiro y Sidón,(I) y todo el territorio de Filistea?(J) ¿Queréis vengaros de mí? Y si de mí os vengáis, bien pronto haré yo recaer la paga sobre vuestra cabeza. Porque habéis llevado mi plata y mi oro, y mis cosas preciosas y hermosas metisteis en vuestros templos; y vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén a los hijos de los griegos, para alejarlos de su tierra. He aquí yo los levantaré del lugar donde los vendisteis, y volveré vuestra paga sobre vuestra cabeza; y venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, nación lejana; porque Jehová ha hablado.

Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes, acérquense, vengan todos los hombres de guerra. 10 Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces;(K) diga el débil: Fuerte soy. 11 Juntaos y venid, naciones todas de alrededor, y congregaos; haz venir allí, oh Jehová, a tus fuertes. 12 Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor. 13 Echad la hoz, porque la mies está ya madura.(L) Venid, descended, porque el lagar está lleno,(M) rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. 14 Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión. 15 El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.

Liberación de Judá

16 Y Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén,(N) y temblarán los cielos y la tierra; pero Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel.

17 Y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que habito en Sion, mi santo monte; y Jerusalén será santa, y extraños no pasarán más por ella.

18 Sucederá en aquel tiempo, que los montes destilarán mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas; y saldrá una fuente de la casa de Jehová, y regará el valle de Sitim.

19 Egipto será destruido, y Edom será vuelto en desierto asolado, por la injuria hecha a los hijos de Judá; porque derramaron en su tierra sangre inocente. 20 Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén por generación y generación. 21 Y limpiaré la sangre de los que no había limpiado; y Jehová morará en Sion.

Saludo

Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios y según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo,(A) amado hijo: Que tengas gracia, misericordia y paz, de Dios el Padre y de Jesucristo nuestro Señor.

Testificando de Cristo

Doy gracias a Dios, a quien, como mis antepasados, sirvo con limpia conciencia, de que siempre, día y noche, me acuerdo de ti en mis oraciones. Al acordarme de tus lágrimas siento deseos de verte, para llenarme de gozo; pues me viene a la memoria la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre(B) Eunice, y estoy seguro que habita en ti también. Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios, que por la imposición de mis manos está en ti. Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, preso suyo. Al contrario, participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y nos llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, quien quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio, 11 del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los no judíos.(C) 12 Por eso mismo padezco esto. Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro de que él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 13 Retén la forma de las sanas palabras que oíste de mí, en la fe y en el amor que es en Cristo Jesús. 14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

15 Ya sabes que me abandonaron todos los que están en Asia, dos de los cuales son Figelo y Hermógenes. 16 Que el Señor tenga misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me reanimó, y no se avergonzó de mis cadenas, 17 sino que cuando estuvo en Roma, me buscó afanosamente y me halló. 18 Que en aquel día el Señor le conceda hallar misericordia cerca del Señor. Tú mejor que nadie sabes cuánto nos ayudó en Éfeso.

Salutación

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo,(A) amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.

Testificando de Cristo

Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre(B) Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, 11 del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.(C) 12 Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 13 Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. 14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.

15 Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. 16 Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, 17 sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló. 18 Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor.