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18 ¡No hay consuelo para mi tristeza; tengo el corazón lleno de dolor! 19 Escuchen el llanto de mi pueblo por toda la tierra: «¿En dónde está el Señor?», preguntan, «¿nos ha abandonado Dios?». ¡Ay! ¿Por qué me han provocado con sus ídolos labrados y sus perversos ritos extraños?, responde el Señor.

20 Pasó la cosecha, se fue el verano y nosotros seguimos esperando nuestra salvación. 21 Lloro por la herida de mi pueblo; estoy atónito, silencioso, mudo de dolor. 22 ¿No hay remedio en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué no hace Dios algo? ¿Por qué no nos brinda su auxilio?

¡Hay tanto dolor que parece que no me alcanzarán todas las lágrimas para llorar por tanta desgracia! ¡Ay, ya las lágrimas no me alcanzan para llorar por tantos muertos de mi pueblo! ¡Quisiera poder retirarme al desierto y no tener que estar viendo tantas infidelidades de parte de mi pueblo! ¡Todos se han vuelto adeptos de ídolos, me han traicionado! ¡Todos son grandes mentirosos, para nada se preocupan de hablar con la verdad! Nada les importa la justicia y van de mal en peor. Nada les importo yo, dice el Señor.

¡Cuídate de tu vecino! ¡Cuídate de tu hermano! Cada cual se aprovecha del otro y siempre andan hablando mal de todo el mundo. Se han vuelto especialistas en la mentira y el chisme, ¡y no tienen otra cosa en la cabeza que hacer maldades! Están bien instalados en su mundo de mentiras, ahí se sienten como en su propia casa y de plano rehúsan acudir a mí, dice el Señor.

Por lo tanto, esto dice el Señor de los ejércitos: Los haré pasar por grandes pruebas para comprobar su calidad, así como se hace con los metales para librarlos de las impurezas. ¿Qué otra cosa puedo hacer con ellos? Porque siempre andan dañando con sus palabras mentirosas, como cuando saludan a un vecino diciéndole «que tengas paz», pero en su interior están pensando cómo dañarlo. ¿No habré de castigarlos por toda esta situación?, pregunta el Señor, ¿no habré de corregir con toda autoridad a este pueblo?

10 Entonces se soltarán llorando por todos lados, hasta en los lugares desiertos, porque hay mucha desgracia, muerte de gente, de aves y ganados. 11 Convertiré a Jerusalén en un montón de casas ruinosas, en guarida de chacales. Ciudades fantasmas serán las de Judá, sin nadie que habite en ellas.