Añadir traducción en paralelo Imprimir Opciones de la página

Culto pagano en Jerusalén

29 ¡Jerusalén, córtate la cabellera y tírala!
¡Entona un canto triste en las lomas desiertas!
Porque el Señor está enojado con tu gente,
la ha abandonado y rechazado.

30 El Señor afirma: «La gente de Judá ha hecho algo que me disgusta: pusieron sus despreciables ídolos en el templo dedicado a mí, y lo profanaron. 31 En el valle de Ben-hinom construyeron el altar de Tófet para quemar a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les había ordenado y que ni siquiera me pasó por la mente. 32 Por eso yo, el Señor, afirmo que vendrá el día en que a ese lugar ya no lo llamarán Tófet ni Valle de Ben-hinom, sino Valle de la Matanza. Y en Tófet enterrarán a los muertos, por no haber más lugar. 33 Los cadáveres de esta gente servirán de comida a las aves de rapiña y a las fieras, y no habrá quien las espante. 34 Haré desaparecer de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén los cantos de fiesta y alegría, y los cantos de bodas; todo el país quedará convertido en un desierto.»

El Señor afirma: «En aquel tiempo sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes y de los jefes de Judá, de los sacerdotes, de los profetas y de los que vivieron en Jerusalén, y los dejarán tendidos al sol, a la luna y a todas las estrellas a las que habían amado, servido, seguido, consultado y adorado. Nadie los recogerá para enterrarlos. Quedarán en el suelo, como estiércol. Los que queden con vida de esta gente tan mala, en cualquier lugar en que se encuentren después que yo los disperse, preferirán la muerte a la vida. Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo.