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Se engañan unos a otros;
    no se hablan con la verdad.
Han enseñado a sus lenguas a mentir,
    y pecan hasta el cansancio.

»Tú, Jeremías, vives en medio de engañadores,
    que por su engaño no quieren reconocerme»,
            afirma el Señor.

Por eso, así dice el Señor Todopoderoso:

«Voy a refinarlos, a ponerlos a prueba.
    ¿Qué más puedo hacer con mi pueblo?
Su lengua es una flecha mortífera,
    su boca solo sabe engañar;
hablan cordialmente con su amigo,
    mientras en su interior le tienden una trampa.
¿Y no los he de castigar por esto?
    —afirma el Señor—.
¿Acaso no he de vengarme de semejante nación?»

10 Lloraré y gemiré por las montañas,
    haré lamentos por las praderas del desierto,
    porque están desoladas:
ya nadie las transita
    ni se escuchan los mugidos del ganado.
Desde las aves del cielo hasta los animales del campo,
    todos han huido.

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