Jeremías 52 - Ezequiel 3
Nueva Versión Internacional
La caída de Jerusalén(A)(B)(C)
52 Sedequías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar; reinó en Jerusalén once años. Su madre se llamaba Jamutal, hija de Jeremías, oriunda de Libná. 2 Al igual que Joacim, Sedequías hizo lo malo ante los ojos del Señor, 3 a tal grado que el Señor, en su ira, los echó de su presencia. Todo esto sucedió en Jerusalén y en Judá.
Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.
4 En el año noveno del reinado de Sedequías, a los diez días del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó con todo su ejército y atacó a Jerusalén. Acampó frente a la ciudad y construyó torres de asalto a su alrededor. 5 La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado de Sedequías.
6 A los nueve días del mes cuarto, cuando el hambre se agravó en la ciudad y no había más alimento para el pueblo, 7 se abrió una brecha en el muro de la ciudad, de modo que, aunque los babilonios[a] la tenían cercada, todo el ejército se escapó. Salieron de noche por la puerta que estaba entre los dos muros, junto al jardín real. Huyeron camino al Arabá,[b] 8 pero el ejército babilonio persiguió al rey Sedequías hasta alcanzarlo en la llanura de Jericó. Sus soldados se dispersaron, abandonándolo, 9 y los babilonios lo capturaron.
Luego lo llevaron ante el rey de Babilonia, que estaba en Riblá, en el territorio de Jamat. Allí Nabucodonosor dictó su sentencia contra Sedequías. 10 Después, ante sus propios ojos, el rey hizo degollar a sus hijos y a todos los oficiales de Judá. 11 Luego mandó que a Sedequías le sacaran los ojos y le pusieran cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia, donde permaneció preso hasta el día en que murió.
12 A los diez días del mes quinto del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su servidor Nabuzaradán, que era el comandante de la guardia, fue a Jerusalén 13 y prendió fuego al Templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes. 14 Entonces todo el ejército de los babilonios bajo su mando derribó todas las murallas que rodeaban la ciudad. 15 Además, Nabuzaradán, comandante de la guardia, deportó a la gente que quedaba en la ciudad; es decir, a algunos de los más pobres, al resto de los artesanos y a los que se habían aliado con el rey de Babilonia. 16 Sin embargo, dejó a algunos de los más pobres para que se encargaran de los viñedos y de los campos.
17 Los babilonios quebraron las columnas de bronce, las bases y la fuente[c] de bronce que estaban en el Templo del Señor, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. 18 También se llevaron las ollas, las tenazas, los cortapabilos, los tazones, la vajilla y todos los utensilios de bronce que se usaban para el culto. 19 Además, el comandante de la guardia tomó las vasijas, los incensarios, los tazones, las ollas, los candelabros, los platos y fuentes para las ofrendas líquidas, todo lo cual era de oro y de plata.
20 El bronce de las dos columnas, de la fuente, de los doce toros de bronce que estaban debajo de la fuente[d] y de las bases, que el rey Salomón había hecho para el Templo del Señor, era tanto que no se podía pesar. 21 Cada columna medía dieciocho codos de alto por doce codos de circunferencia[e] y era hueca por dentro. 22 El capitel de bronce que estaba encima de cada columna medía cinco codos[f] de altura y estaba decorado alrededor con una red y con granadas de bronce. Las dos columnas tenían el mismo adorno. 23 De cada columna pendían noventa y seis granadas, y las granadas que estaban alrededor de la red eran cien en total.
24 El comandante de la guardia tomó presos a Seraías, sacerdote principal, a Sofonías, sacerdote de segundo rango, y a los tres porteros. 25 De los que quedaban en la ciudad, apresó al oficial encargado de las tropas, a siete de los servidores personales del rey, al cronista principal del ejército —encargado de reclutar soldados de entre el pueblo— y a sesenta ciudadanos que todavía estaban dentro de la ciudad. 26 Después de apresarlos, Nabuzaradán, comandante de la guardia, se los llevó al rey de Babilonia, que estaba en Riblá. 27 Allí, en el territorio de Jamat, el rey los hizo ejecutar.
Así Judá fue desterrado y llevado cautivo.
28 Este es el número de personas desterradas por Nabucodonosor:
en el año séptimo de su reinado,
tres mil veintitrés judíos;
29 en el año dieciocho de su reinado,
ochocientas treinta y dos personas de Jerusalén;
30 en el año veintitrés de su reinado,
Nabuzaradán, el comandante de la guardia real, desterró a setecientos cuarenta y cinco judíos.
En total fueron desterradas cuatro mil seiscientas personas.
Liberación del rey Joaquín(D)
31 En el día veintisiete del mes duodécimo del año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, indultó a Joaquín y lo sacó de la cárcel. 32 Lo trató amablemente y le dio una posición más alta que la de los otros reyes que estaban con él en Babilonia. 33 Joaquín dejó su ropa de prisionero y por el resto de su vida comió a la mesa del rey. 34 Además, durante toda su vida y hasta el día de su muerte, Joaquín gozó de una pensión diaria que le proveía el rey de Babilonia.
Álef
[g]1 ¡Cuán solitaria se encuentra
la que fue ciudad populosa!
¡Tiene apariencia de viuda
la que fue grande entre las naciones!
¡Hoy es esclava de las provincias
la que fue gran señora entre ellas!
Bet
2 Amargamente llora por la noche;
corren las lágrimas por sus mejillas.
No hay entre sus amantes
uno solo que la consuele.
Todos sus amigos la traicionaron;
se volvieron sus enemigos.
Guímel
3 En aflicción y con trabajos forzados
Judá marchó al exilio.
Habita entre las naciones
sin encontrar reposo.
Todos sus perseguidores la acosan,
la ponen en aprietos.
Dálet
4 Los caminos a Sión están de duelo;
ya nadie asiste a sus fiestas solemnes.
Las puertas de la ciudad se ven desoladas:
sollozan sus sacerdotes,
se turban sus doncellas,
¡toda ella es amargura!
He
5 Sus enemigos se volvieron sus amos;
tranquilos se ven sus adversarios.
El Señor la ha acongojado
por causa de sus muchos pecados.
Sus hijos marcharon al cautiverio,
arrastrados por sus enemigos.
Vav
6 La hija de Sión ha perdido
todo su esplendor.
Sus príncipes parecen ciervos
que vagan en busca de pastos.
Exhaustos, se dan a la fuga
frente a sus perseguidores.
Zayin
7 Jerusalén trae a la memoria los tristes días de su peregrinaje;
se acuerda de todos los tesoros
que en el pasado fueron suyos.
Cuando su pueblo cayó en manos enemigas
nadie acudió en su ayuda.
Sus enemigos vieron su caída
y se burlaron de ella.
Jet
8 Grave es el pecado de Jerusalén;
por eso se ha vuelto impura.
Los que antes la honraban ahora la desprecian,
pues han visto su desnudez.
Ella misma gime
y no se atreve a dar la cara.
Tet
9 Sus vestidos están llenos de inmundicia;
no tomó en cuenta lo que le esperaba.
Su caída fue sorprendente;
no hubo nadie que la consolara.
«¡Mira, Señor, mi aflicción!
¡El enemigo ha triunfado!».
Yod
10 El enemigo se adueñó
de todos sus tesoros.
Ella vio naciones paganas
entrar en su santuario,
a las que tú prohibiste
entrar en tu asamblea.
Caf
11 Todo su pueblo solloza
y anda en busca de pan;
para mantenerse con vida
cambian por comida sus tesoros.
«¡Mira, Señor, date cuenta
de cómo me han despreciado!».
Lámed
12 «Fíjense ustedes, los que pasan por el camino:
¿Acaso no les importa?
Miren si hay un sufrimiento comparable al mío,
como el que el Señor me ha hecho padecer,
como el que el Señor lanzó sobre mí
en el día de su furor.
Mem
13 »Desde lo alto él envió un fuego
que penetró en mis huesos.
A mi paso tendió una trampa
y me hizo retroceder.
Me abandonó por completo;
a todas horas me sentía desfallecer.
Nun
14 »Mis pecados fueron atados a un yugo;
sus manos los ataron juntos.[h]
Me los ha colgado al cuello,
y ha debilitado mis fuerzas.
Me ha entregado en manos de gente
a la que no puedo ofrecer resistencia.
Sámej
15 »En mi ciudad el Señor ha rechazado
a todos los guerreros.
Convocó un ejército contra mí,
para despedazar[i] a mis jóvenes.
El Señor ha pisado como en un lagar
a la virginal hija de Judá.
Ayin
16 »Todo esto me hace llorar;
mis ojos se inundan de lágrimas.
No tengo cerca a nadie que me consuele;
no tengo a nadie que me reanime.
Mis hijos quedaron abandonados
porque el enemigo salió victorioso».
Pe
17 Sión clama pidiendo ayuda,[j]
pero no hay quien la consuele.
Por decreto del Señor
los vecinos de Jacob son ahora sus enemigos;
Jerusalén ha llegado a ser
inmundicia en medio de ellos.
Tsade
18 «El Señor es justo,
pero yo me rebelé contra su palabra.
Escuchen, todos los pueblos,
y vean mi sufrimiento.
Mis doncellas y mis jóvenes
han marchado al destierro.
Qof
19 »Llamé a mis amantes,
pero ellos me traicionaron.
Mis sacerdotes y mis ancianos
perecieron en la ciudad,
mientras buscaban alimentos
para mantenerse con vida.
Resh
20 »¡Mírame, Señor, que me encuentro angustiada!
¡Siento una profunda agonía![k]
Mi corazón se agita dentro de mí,
pues he sido muy rebelde.
Allá afuera, la espada me deja sin hijos;
dentro de la casa hay ambiente de muerte.
Shin
21 »La gente ha escuchado mi gemir,
pero no hay quien me consuele.
Todos mis enemigos conocen mi pesar
y se alegran de lo que has hecho conmigo.
¡Manda ya tu castigo anunciado,
para que sufran lo que he sufrido!
Tav
22 »¡Que llegue a tu presencia
toda su maldad!
¡Trátalos como me has tratado a mí
por causa de todos mis pecados!
Son muchos mis quejidos,
y mi corazón desfallece».
Álef
[l]2 ¡Ay, el Señor cubrió a la hija de Sión
con la nube de su furor![m]
Desde el cielo echó por tierra
el esplendor de Israel;
en el día de su ira se olvidó
del estrado de sus pies.
Bet
2 Sin compasión el Señor ha devorado
todas las moradas de Jacob;
en su furor ha derribado
los baluartes de la hija de Judá
y ha puesto su honra por los suelos,
al humillar al reino y a sus príncipes.
Guímel
3 Dio rienda suelta a su furor
y deshizo todo el poder[n] de Israel.
Nos vimos frente al enemigo
y el Señor nos negó su ayuda.[o]
Ardió en Jacob como un fuego encendido
que consumía cuanto le rodeaba.
Dálet
4 Como enemigo, tensó el arco;
lista estaba su mano derecha.
Como enemigo, eliminó
lo placentero a la vista.
Como fuego, derramó su ira
sobre las tiendas de la hija de Sión.
He
5 El Señor se porta como enemigo:
ha devorado a Israel.
Ha devorado todos sus palacios
y destruido sus baluartes.
Ha multiplicado el luto y los lamentos
por la hija de Judá.
Vav
6 Ha destrozado su morada como a un jardín;
ha derribado su lugar de reunión.
El Señor ha hecho que Sión olvide
sus fiestas solemnes y sus sábados;
en el ardor de su ira
rechazó al rey y al sacerdote.
Zayin
7 El Señor ha rechazado su altar;
ha abandonado su santuario.
Ha puesto en manos del enemigo
las murallas de sus palacios.
¡Lanzan gritos en la casa del Señor
como en día de fiesta!
Jet
8 El Señor decidió derribar
la muralla que rodea a la hija de Sión.
Tomó la vara y midió;
destruyó sin compasión.
Hubo lamentos en rampas y muros;
todos ellos se derrumbaron.
Tet
9 Las puertas se han desplomado;
él rompió por completo sus cerrojos.
Su rey y sus príncipes
andan entre las naciones;
ya no hay Ley
y sus profetas no reciben visiones de parte del Señor.
Yod
10 En la hija de Sión los ancianos
se sientan silenciosos en el suelo;
se echan ceniza sobre la cabeza
y se visten de luto.
Las jóvenes de Jerusalén
bajan sus cabezas de vergüenza.
Caf
11 Las lágrimas inundan mis ojos;
siento una profunda agonía.[p]
Estoy con el ánimo[q] por los suelos
porque mi pueblo ha sido destruido.
Niños e infantes desfallecen
por las calles de la ciudad.
Lámed
12 «¿Dónde hay pan y vino?»,
preguntan a sus madres
mientras caen por las calles
como heridos de muerte,
mientras en los brazos maternos
exhalan el último suspiro.
Mem
13 ¿Qué puedo decir de ti,
hija de Jerusalén?
¿A qué te puedo comparar?
¿Qué ejemplo darte como consuelo,
virginal hija de Sión?
Profundas como el mar son tus heridas.
¿Quién podría sanarte?
Nun
14 Tus profetas te anunciaron
visiones falsas y engañosas.
No denunciaron tu maldad;
no evitaron tu cautiverio.
Los mensajes que te anunciaban
eran falsos y engañosos.
Sámej
15 Todos los que pasan por el camino
aplauden burlones al verte.
Ante ti, hija de Jerusalén, menean sus cabezas
y entre silbidos preguntan:
«¿Es esta la ciudad llamada perfecta en su hermosura?
¿El gozo de toda la tierra?».
Pe
16 Todos tus enemigos abren la boca
para hablar mal de ti;
rechinando los dientes, declaran burlones:
«Nos la hemos comido viva.
Llegó el día tan esperado;
¡hemos vivido para verlo!».
Ayin
17 El Señor ha llevado a cabo sus planes;
ha cumplido su palabra,
que decretó hace mucho tiempo.
Sin piedad, te echó por tierra;
dejó que el enemigo se burlara de ti,
y enalteció el poder[r] de tus oponentes.
Tsade
18 El corazón de la gente
clama al Señor con angustia.
Muralla de la hija de Sión,
¡deja que día y noche
corran tus lágrimas como un río!
¡No te des un momento de descanso!
¡No retengas el llanto de tus ojos![s]
Qof
19 Levántate y clama por las noches,
cuando empiece la vigilancia nocturna.
Deja correr el llanto de tu corazón
como agua derramada ante el Señor.
Eleva tus manos a Dios en oración
por la vida de tus hijos,
que desfallecen de hambre
y quedan tendidos por las calles.
Resh
20 «Mira, Señor, y considera:
¿A quién trataste alguna vez así?
¿Habrán de comerse las mujeres
a sus hijos, fruto de sus entrañas?
¿Habrán de matar a sacerdotes y profetas
en el santuario del Señor?
Shin
21 »Jóvenes y ancianos por igual
yacen en el polvo de las calles;
mis jóvenes y mis doncellas
cayeron a filo de espada.
En tu enojo les quitaste la vida;
¡los masacraste sin piedad!
Tav
22 »Como si convocaras a un día de fiesta,
convocaste contra mí terror de todas partes.
En el día de la ira del Señor
nadie pudo escapar, nadie quedó con vida.
A mis seres queridos, a los que eduqué,
los aniquiló el enemigo».
Álef
[t]3 Yo soy aquel que ha sufrido la aflicción
bajo la vara de su ira.
2 Me ha hecho andar en las tinieblas
y no en la luz.
3 Todo el día, una y otra vez,
su mano se ha vuelto contra mí.
Bet
4 Ha hecho que mi carne y mi piel envejezcan;
me ha quebrantado los huesos.
5 Me ha tendido un cerco
de amargura y tribulaciones.
6 Me obliga a vivir en las tinieblas,
como a los que hace tiempo murieron.
Guímel
7 Me tiene encerrado, no puedo escapar;
me ha puesto pesadas cadenas.
8 Por más que grito y pido ayuda,
él rechaza mi oración.
9 Cerró mi camino con bloques de piedra;
ha torcido mis senderos.
Dálet
10 Me acecha como oso,
como león escondido.
11 Me aparta del camino para despedazarme;
¡me deja sin ayuda!
12 Con el arco tenso,
me ha hecho blanco de sus flechas.
He
13 Me ha partido el corazón
con las flechas de su aljaba.
14 Soy el motivo de risa de todo mi pueblo;
todo el día me cantan parodias.
15 Me ha llenado de amargura,
me ha hecho beber hiel.
Vav
16 Con piedras me ha quebrado los dientes;
me ha hecho morder el polvo.
17 Me ha quitado la paz;
ya no recuerdo lo que es la dicha.
18 Y digo: «Me he quedado sin fuerzas
y sin esperanza en el Señor».
Zayin
19 Recuerda que estoy afligido y ando errante,
que estoy saturado de hiel y amargura.
20 Recuerdo esto bien
y por eso me deprimo.
21 Pero algo más me viene a la memoria,
lo cual me llena de esperanza:
Jet
22 Por el gran amor del Señor no hemos sido consumidos[u]
y su compasión jamás se agota.
23 Cada mañana se renuevan sus bondades;
¡muy grande es su fidelidad!
24 Me digo a mí mismo:
«El Señor es mi herencia.
¡En él esperaré!».
Tet
25 Bueno es el Señor con quienes esperan en él,
con todos los que lo buscan.
26 Bueno es esperar calladamente
la salvación del Señor.
27 Bueno es que el hombre aprenda
a llevar el yugo desde su juventud.
Yod
28 ¡Déjenlo estar solo y en silencio,
porque el Señor se lo ha impuesto!
29 ¡Que hunda el rostro en el polvo!
¡Tal vez haya esperanza todavía!
30 ¡Que dé la otra mejilla a quien lo hiera,
y quede así cubierto de deshonra!
Caf
31 El Señor nos ha rechazado,
pero no será para siempre.
32 Nos hace sufrir, pero también muestra compasión,
porque es muy grande su amor.
33 El Señor nos hiere y nos aflige,
pero no porque sea de su agrado.
Lámed
34 Cuando se aplasta bajo el pie
a todos los prisioneros de la tierra,
35 cuando en presencia del Altísimo
se le niegan al pueblo sus derechos
36 y no se hace justicia,
¿el Señor no se da cuenta?
Mem
37 ¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad
sin que el Señor dé la orden?
38 ¿No es acaso por la boca del Altísimo
que acontece lo bueno y lo malo?
39 ¿Por qué habría de quejarse en vida
quien es castigado por sus pecados?
Nun
40 Examinemos y pongamos a prueba nuestras conductas
y volvamos al Señor.
41 Elevemos al Dios de los cielos
nuestro corazón y nuestras manos.
42 Hemos pecado, hemos sido rebeldes
y tú no nos has perdonado.
Sámej
43 Te cubriste de ira y nos persigues;
nos matas sin piedad.
44 Te cubriste con una nube
para no escuchar nuestra oración.
45 Como a escoria despreciable
nos has arrojado entre las naciones.
Pe
46 Todos nuestros enemigos abren la boca
para hablar mal de nosotros.
47 Hemos sufrido terrores y trampas,
ruina y destrucción.
48 Ríos de lágrimas corren por mis mejillas
porque ha sido destruida la hija de mi pueblo.
Ayin
49 Se inundarán en llanto mis ojos,
sin cesar y sin consuelo,
50 hasta que el Señor
contemple desde el cielo y vea.
51 Me duele en lo más profundo del alma
ver sufrir a las mujeres de mi ciudad.
Tsade
52 Mis enemigos me persiguen sin razón,
y quieren atraparme como a un ave.
53 Me quieren enterrar vivo
y me tiraron piedras.
54 Las aguas me han cubierto la cabeza;
tal parece que me ha llegado el fin.
Qof
55 Desde lo más profundo de la fosa
invoqué, Señor, tu nombre,
56 y tú escuchaste mi plegaria:
«No cierres tus oídos a mi clamor de alivio».
57 Te invoqué, y viniste a mí;
«No temas», me dijiste.
Resh
58 Tú, Señor, te pusiste de mi parte;
tú redimiste mi vida.
59 Tú, Señor, viste el mal que me causaron;
¡hazme justicia!
60 Tú notaste su sed de venganza
y todas sus maquinaciones en mi contra.
Shin
61 Señor, tú has escuchado sus insultos
y todos sus planes en mi contra;
62 tú sabes que todo el día mis enemigos
murmuran y se confabulan contra mí.
63 ¡Míralos! Hagan lo que hagan,[v]
se burlan de mí en sus canciones.
Tav
64 ¡Dales, Señor, su merecido
por todo lo que han hecho!
65 Pon un velo sobre sus corazones,
¡y caiga sobre ellos tu maldición!
66 Persíguelos, Señor, en tu enojo,
y bórralos de debajo de tus cielos.
Álef
[w]4 ¡Cómo ha perdido el oro su brillo!
¡Se ha empañado el oro fino!
¡Regadas por las esquinas de las calles
se han quedado las joyas sagradas!
Bet
2 A los valiosos hijos de Sión,
que antes valían su peso en oro,
hoy se les ve como vasijas de barro,
como la obra de un alfarero.
Guímel
3 Hasta los chacales ofrecen el pecho
y dan leche a sus cachorros,
pero mi pueblo[x] ya no tiene sentimientos;
¡es como los avestruces del desierto!
Dálet
4 Tanta es la sed que tienen los niños
que la lengua se les pega al paladar.
Piden pan los pequeñuelos,
pero nadie se lo da.
He
5 Quienes antes comían los más ricos manjares
hoy desfallecen de hambre por las calles.
Quienes antes se vestían de fina lana color púrpura
hoy se revuelcan en medio de la basura.
Vav
6 Más grande que los pecados de Sodoma
es la iniquidad de mi pueblo;
¡fue derribada en un instante
y nadie tendió la mano para ayudarla!
Zayin
7 Más radiantes que la nieve eran sus príncipes
y más blancos que la leche;
más rosado que el coral era su cuerpo;
su apariencia era la del zafiro.
Jet
8 Pero ahora se ven más sucios que el hollín;
en la calle nadie los reconoce.
Su piel, reseca como la leña,
se les pega a los huesos.
Tet
9 ¡Dichosos los que mueren por la espada,
más que los que mueren de hambre!
Torturados por el hambre desfallecen,
pues no cuentan con los frutos del campo.
Yod
10 Con sus manos, mujeres compasivas
cocinaron a sus propios hijos,
y esos niños fueron su alimento
cuando mi pueblo fue destruido.
Caf
11 El Señor dio rienda suelta a su enojo;
dejó correr el ardor de su ira.
Prendió fuego a Sión
y la consumió hasta sus cimientos.
Lámed
12 No creían los reyes de la tierra,
ni tampoco los habitantes del mundo,
que los enemigos y adversarios de Jerusalén
cruzarían alguna vez sus puertas.
Mem
13 Pero sucedió por los pecados de sus profetas,
por las iniquidades de sus sacerdotes,
¡por derramar sangre inocente
en las calles de la ciudad!
Nun
14 Manchados de sangre
andan por las calles como ciegos.
No hay nadie que se atreva
a tocar siquiera sus vestidos.
Sámej
15 «¡Largo de aquí, impuros!», les grita la gente.
«¡Fuera! ¡Fuera! ¡No nos toquen!».
El pueblo de otras naciones paganas les dice:
«Son unos vagabundos que andan huyendo.
No pueden quedarse aquí más tiempo».
Pe
16 El Señor mismo los ha dispersado;
ya no se preocupa por ellos.
Ya no hay respeto para los sacerdotes
ni compasión para los ancianos.
Ayin
17 Para colmo, desfallecen nuestros ojos
esperando en vano que alguien nos ayude.
Desde nuestras torres estamos en espera
de una nación que no puede salvarnos.
Tsade
18 A cada paso nos acechan;
no podemos ya andar por las calles.
Nuestro fin se acerca, nos ha llegado la hora;
¡nuestros días están contados!
Qof
19 Nuestros perseguidores resultaron
más veloces que las águilas del cielo;
nos persiguieron por las montañas,
nos acecharon en el desierto.
Resh
20 También cayó en sus redes el ungido del Señor,
que era el aliento de nuestras vidas.
Era él de quien decíamos:
¡Viviremos bajo su sombra entre las naciones!
Shin
21 ¡Regocíjate y alégrate, hija de Edom,
que vives como reina en la tierra de Uz!
¡Pero ya tendrás que beber de esta copa,
y quedarás embriagada y desnuda!
Tav
22 Tu castigo se ha cumplido, hija de Sión;
Dios no volverá a desterrarte.
Pero a ti, hija de Edom, te castigará por tu maldad
y pondrá al descubierto tus pecados.
5 ¡Recuerda, Señor, lo que nos ha sucedido!
¡Contempla y ve nuestra deshonra!
2 Nuestra heredad ha caído en manos extrañas;
nuestro hogar, en manos de extranjeros.
3 No tenemos padre, hemos quedado huérfanos;
viudas han quedado nuestras madres.
4 El agua que bebemos, tenemos que pagarla;
la leña, tenemos que comprarla.
5 Los que nos persiguen nos pisan los talones;[y]
estamos fatigados y no hallamos descanso.
6 Entramos en tratos[z] con Egipto y con Asiria
para conseguir alimentos.
7 Nuestros antepasados pecaron y murieron,
pero a nosotros nos tocó el castigo.
8 Ahora nos gobiernan los esclavos
y no hay quien nos libre de sus manos.
9 Conseguimos pan a riesgo de nuestras vidas,
al enfrentar las espadas del desierto.
10 La piel nos arde como un horno;
de hambre nos da fiebre.
11 Las mujeres fueron violadas en Sión
y las vírgenes, en las ciudades de Judá.
12 A nuestros príncipes los colgaron de las manos
y a nuestros ancianos no los honraron.
13 A nuestros mejores jóvenes los pusieron a moler;
los niños tropezaban bajo el peso de la leña.
14 Ya no se sientan los ancianos a las puertas de la ciudad;
ni se escucha la música de los jóvenes.
15 En nuestro corazón no hay gozo;
nuestra danza se convirtió en lamento.
16 Nuestra cabeza se ha quedado sin corona.
¡Ay de nosotros que hemos pecado!
17 Desfallece nuestro corazón;
se apagan nuestros ojos,
18 porque el monte Sión se halla desolado,
y sobre él rondan los chacales.
19 Pero tú, Señor, reinas eternamente;
tu trono permanece de generación en generación.
20 ¿Por qué siempre nos olvidas?
¿Por qué nos abandonas tanto tiempo?
21 Permítenos volver a ti, Señor, y volveremos;
renueva nuestra vida como antes.
22 La verdad es que nos has rechazado
y te has excedido en tu enojo contra nosotros.
1 En el día quinto del mes cuarto del año treinta, mientras me encontraba entre los deportados a orillas del río Quebar, los cielos se abrieron y recibí visiones de Dios.
2 Habían transcurrido cinco años y cinco meses desde que el rey Joaquín fue deportado. 3 En este tiempo, mientras el sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, estaba a orillas del río Quebar, en la tierra de los babilonios,[aa] el Señor le dirigió la palabra y su mano estaba sobre él.
4 De pronto me fijé y vi que del norte venía un viento huracanado con una nube inmensa rodeada de un fuego fulgurante y gran resplandor. En medio del fuego se veía algo semejante a un metal refulgente. 5 También en medio del fuego vi algo parecido a cuatro seres vivientes que tenían forma humana. 6 Cada uno de ellos tenía cuatro caras y cuatro alas. 7 Sus piernas eran rectas; y sus pies parecían pezuñas de becerro y brillaban como el bronce bruñido. 8 En sus cuatro costados, debajo de las alas, tenían manos humanas. Los cuatro seres tenían alas y caras, 9 y las alas se tocaban entre sí. Cuando avanzaban no se volvían, sino que cada uno caminaba de frente.
10 Sus rostros tenían el siguiente aspecto: de frente, los cuatro tenían rostro humano; a la derecha tenían cara de león; a la izquierda, de toro; y por detrás, de águila. 11 Así eran sus caras. Sus alas se desplegaban hacia arriba. Con dos alas se tocaban entre sí, mientras que con las otras dos se cubrían el cuerpo. 12 Los cuatro seres avanzaban de frente, iban adonde el espíritu los impulsaba y no se volvían al andar. 13 Estos seres vivientes parecían carbones encendidos o antorchas que se movían de un lado a otro. El fuego resplandecía y de él se desprendían relámpagos. 14 Los seres vivientes se desplazaban de un lado a otro con la rapidez de un rayo.
15 Miré a los seres vivientes de cuatro caras; entonces vi que en el suelo, junto a cada uno de ellos, había una rueda. 16 Las cuatro ruedas tenían el mismo aspecto, es decir, brillaban como el topacio y tenían la misma forma. Su estructura era tal que cada rueda parecía estar encajada dentro de la otra. 17 Las ruedas podían avanzar en las cuatro direcciones sin tener que volverse. 18 Las cuatro ruedas tenían aros altos e impresionantes, y estaban llenas de ojos por todas partes.
19 Cuando los seres vivientes avanzaban, las ruedas se movían con ellos y, cuando se levantaban del suelo, también se levantaban las ruedas. 20 Los seres iban adonde el espíritu los impulsaba, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. 21 Cuando los seres se movían, las ruedas también se movían; cuando se detenían, las ruedas también se detenían; cuando se elevaban del suelo, las ruedas también se elevaban. Las ruedas hacían lo mismo que ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
22 Sobre las cabezas de los seres vivientes había una gran expansión, muy hermosa y reluciente como el cristal. 23 Debajo de esa expansión, las alas de estos seres se extendían y se tocaban entre sí. Además, cada uno de ellos tenía otras dos alas con las que se cubría el cuerpo. 24 Cuando los seres avanzaban, yo podía oír el ruido de sus alas: era como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso, como el tumultuoso ruido de un ejército. Cuando se detenían, replegaban sus alas.
25 Luego, mientras estaban parados con sus alas replegadas, se produjo un estruendo por encima de la expansión que estaba sobre sus cabezas. 26 Por encima de esa expansión había algo semejante a un trono de zafiro. Sobre lo que parecía un trono había una figura de aspecto humano. 27 De lo que parecía ser su cintura para arriba, vi algo que brillaba como el metal refulgente, rodeado de fuego. De su cintura para abajo, vi algo semejante al fuego y un resplandor a su alrededor. 28 El resplandor era semejante al del arcoíris cuando aparece en las nubes en un día de lluvia.
Tal era el aspecto de la gloria del Señor. Ante esa visión, caí rostro en tierra y oí que la voz de alguien que hablaba.
Llamamiento de Ezequiel
2 Esa voz me dijo: «Hijo de hombre,[ab] ponte en pie, que voy a hablarte».
2 Mientras me hablaba, el Espíritu entró en mí, hizo que me pusiera de pie y pude oír al que me hablaba.
3 Me dijo: «Hijo de hombre, te voy a enviar a los israelitas. Es una nación rebelde que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han sublevado contra mí hasta el día de hoy. 4 Te estoy enviando a un pueblo obstinado y terco, al que deberás advertirle: “Así dice el Señor y Dios”. 5 Tal vez te escuchen, tal vez no, pues son un pueblo rebelde; pero al menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos. 6 Tú, hijo de hombre, no tengas miedo de ellos ni de sus palabras, por más que estés en medio de cardos y espinas, y vivas rodeado de escorpiones. No temas por lo que digan ni te sientas atemorizado, porque son un pueblo rebelde. 7 Tal vez te escuchen, tal vez no, pues son un pueblo rebelde; pero tú les proclamarás mis palabras. 8 Tú, hijo de hombre, atiende bien a lo que te voy a decir y no seas rebelde como ellos. Abre tu boca y come lo que te voy a dar».
9 Entonces miré y vi que una mano con un rollo escrito se extendía hacia mí. 10 La mano abrió ante mis ojos el rollo. Estaba escrito por ambos lados; contenía lamentos, quejidos y dolores.
3 Y me dijo: «Hijo de hombre, cómete este rollo escrito y luego ve a hablarle al pueblo de Israel».
2 Yo abrí la boca y él me hizo comer el rollo. 3 Luego me dijo: «Hijo de hombre, cómete el rollo que te estoy dando hasta que te sacies». Me lo comí y era tan dulce como la miel.
4 Otra vez me dijo: «Hijo de hombre, ve al pueblo de Israel y proclámale mis palabras. 5 No te envío a un pueblo de idioma confuso y difícil de entender, sino al pueblo de Israel. 6 No te mando a muchos pueblos de lenguaje complicado y difícil que no puedas comprender, aunque si te hubiera mandado a ellos seguramente te escucharían. 7 Pero el pueblo de Israel no va a escucharte porque no quiere escucharme. Todo el pueblo de Israel es terco y obstinado. 8 No obstante, yo te haré tan terco y obstinado como ellos. 9 ¡Te haré inquebrantable como el diamante, inconmovible como la roca! No les tengas miedo ni te asustes, por más que sean un pueblo rebelde».
10 Luego me dijo: «Hijo de hombre, escucha bien todo lo que voy a decirte y atesóralo en tu corazón. 11 Ahora ve adonde están exiliados tus compatriotas. Tal vez te escuchen, tal vez no; pero tú adviérteles: “Así dice el Señor y Dios”».
12 Entonces me levantó el Espíritu[ac] y detrás de mí oí decir con el estruendo de un terremoto: «¡Bendita sea la gloria del Señor, donde él habita!». 13 Oí el ruido de las alas de los seres vivientes al rozarse unas con otras y el de las ruedas que estaban junto a ellas; el ruido era estruendoso. 14 El Espíritu me levantó y se apoderó de mí. Y me fui amargado y enardecido en mi espíritu, mientras la mano del Señor me sujetaba con fuerza. 15 Así llegué a Tel Aviv, a orillas del río Quebar, adonde estaban los israelitas exiliados y, totalmente abatido, me quedé con ellos durante siete días.
Advertencia a Israel
16 Al cabo de los siete días, la palabra del Señor vino a mí y me dijo: 17 «Hijo de hombre, a ti te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Por tanto, cuando oigas mi palabra, adviértele de mi parte. 18 Cuando yo diga al malvado: “¡Vas a morir!”, y tú al malvado no le hayas advertido sobre su mala conducta —para que siga viviendo—, ese malvado morirá por causa de su pecado, pero yo te pediré cuentas de su muerte. 19 En cambio, si tú se lo adviertes y él no se arrepiente de su maldad ni de su mala conducta, morirá por causa de su pecado, pero tú habrás salvado tu vida.
20 »Por otra parte, si una persona justa se desvía de su buena conducta y hace lo malo, y yo la hago tropezar y tú no se lo adviertes, morirá por su pecado. Las cosas justas que hizo no se tomarán en cuenta y yo te haré responsable de su muerte. 21 Pero si tú adviertes al justo para que no peque y en efecto él no peca, él seguirá viviendo porque hizo caso a tu advertencia y tú habrás salvado tu vida».
22 Luego el Señor puso su mano sobre mí y me dijo: «Levántate y dirígete al campo que allí voy a hablarte». 23 Yo me levanté y salí al campo. Allí vi la gloria del Señor, tal como la había visto a orillas del río Quebar, y caí rostro en tierra. 24 Entonces el Espíritu entró en mí, hizo que me pusiera de pie y me dijo: «Ve y enciérrate en tu casa.
Footnotes
- 52:7 Lit. caldeos.
- 52:7 Arabá. Alt. valle del Jordán.
- 52:17 la fuente. Lit. el mar; también en v. 20.
- 52:20 debajo de la fuente (LXX y Siríaca); debajo (TM).
- 52:21 Es decir, aprox. 8 m de alto por 5.4 m de circunferencia.
- 52:22 Es decir, aprox. 2.3 m.
- Lm 1 Este capítulo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
- 1:14 a un yugo; … juntos. Texto de difícil traducción.
- 1:15 Convocó … despedazar. Alt. ha establecido mi tiempo, / cuando él despedazará.
- 1:17 clama pidiendo ayuda. Lit. extiende las manos.
- 1:20 ¡Siento … agonía! Lit. Mis entrañas se agitan.
- Lm 2 Este capítulo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
- 2:1 ¡Ay … furor! Alt. ¡Cómo el Señor, en su enojo, / ha tratado con reproches a la hija de Sión!
- 2:3 todo el poder. Lit. todo cuerno.
- 2:3 nos negó su ayuda. Lit. retiró su mano derecha.
- 2:11 siento … agonía. Lit. mis entrañas se agitan.
- 2:11 Estoy con el ánimo. Lit. Mi hígado está derramado.
- 2:17 poder. Lit. cuerno.
- 2:18 no retengas … ojos. Lit. no acalles a la niña de tus ojos.
- Lm 3 Este capítulo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
- 3:22 Por el gran … consumidos (TM); El gran amor del Señor nunca se acaba (Siríaca y Targum).
- 3:63 ¡Míralos! Hagan lo que hagan. Lit. Su sentarse y su levantarse mira.
- Lm 4 Este capítulo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
- 4:3 mi pueblo. Lit. la hija de mi pueblo; también en vv. 6 y 10.
- 5:5 Los que … los talones. Lit. Sobre nuestro cuello nos persiguen.
- 5:6 Entramos en tratos. Lit. Dimos la mano.
- 1:3 Lit. caldeos.
- 2:1 La frase hebrea ben adam significa ser humano. La frase hijo de hombre se retiene en este libro como una manera de dirigirse al profeta debido a su posible asociación con el título «Hijo del hombre» en el Nuevo Testamento.
- 3:12 Espíritu o viento; también en v. 24.
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