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19 Por todos los rincones del país
mi pueblo llora y exclama:
“Nuestro Dios nos ha abandonado;
ya no está en Jerusalén”».

Dios respondió:

«¿Por qué me hacen enojar los israelitas
con sus dioses inútiles y extraños?»

20 El pueblo dijo:

«Ya el verano terminó,
y la cosecha llegó a su fin,
pero nosotros seguimos sufriendo».

Y yo respondí:

21 «Veo sufrir a mi pueblo,
y eso me duele,
me entristece y me asusta.

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