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23 Al contrario, esto fue lo que les ordené: “Escuchen mi voz, y yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. Vayan siempre por el camino que yo les mande seguir, para que les vaya bien.”

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34 Dichoso el hombre que me escucha
y todo el tiempo se mantiene vigilante
a las puertas de mi casa.

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Inclinen su oído, y vengan a mí; escuchen y vivirán. Yo haré con ustedes un pacto eterno, que es el de mi invariable misericordia por David.(A)

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27 Las que son mis ovejas, oyen mi voz; y yo las conozco, y ellas me siguen.

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37 Le dijo entonces Pilato: «¿Así que tú eres rey?» Respondió Jesús: «Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.»

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Los dos cimientos(A)

46 »¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les mando hacer? 47 Les voy a decir como quién es el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica: 48 Es como quien, al construir una casa, cava hondo y pone los cimientos sobre la roca. En caso de una inundación, si el río golpea con ímpetu la casa, no logra sacudirla porque está asentada sobre la roca. 49 Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica, es como quien construye su casa sobre el suelo y no le pone cimientos. Si el río golpea con ímpetu la casa, la derrumba y la deja completamente en ruinas.»

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39 Marta tenía una hermana que se llamaba María,(A) la cual se sentó a los pies de Jesús para escuchar lo que él decía.

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