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26 ¡Hija de mi pueblo, cíñete de ropas ásperas
y revuélcate en ceniza!
¡Ponte de luto como por el hijo único, y llora amargamente,
porque pronto vendrá sobre nosotros el destructor!

27 «Por fortaleza y por torre de vigilancia te he puesto en mi pueblo: conoce, pues, y examina el camino de ellos.»

28 Todos ellos son rebeldes, porfiados y calumniadores.
Son bronce y hierro;
todos ellos son corruptores.

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