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25 Aquí me tienes, montaña asesina,
asesina de toda la tierra
—oráculo del Señor—.
Extenderé mi mano contra ti,
te lanzaré rodando desde las peñas,
te convertiré en montaña quemada.
26 Nadie acudirá donde ti
a buscar una piedra angular
o una piedra para cimentar,
pues serás una ruina perpetua
—oráculo del Señor—.
27 Alcen el estandarte sobre la tierra,
toquen a rebato entre los pueblos;
convoquen naciones
a una guerra santa contra ella,
recluten reinos contra ella:
Ararat, Miní y Asquenaz;
designen contra ella un general,
envíen caballos como langostas erizadas.

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