41 En el mes séptimo, Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisama, de estirpe real y que había sido uno de los oficiales del rey, vino a Mizpa con diez hombres y se presentó ante Guedalías, hijo de Ajicán. Y ahí en Mizpa, mientras comían juntos, Ismael, hijo de Netanías, se levantó con los diez hombres que lo acompañaban e hirió a filo de espada a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, quitándole la vida. Así hicieron con quien había sido nombrado gobernador del país por el rey de Babilonia. Ismael mató también a todos los judíos y soldados babilonios[a] que se encontraban en Mizpa con Guedalías.

Al día siguiente del asesinato de Guedalías, cuando todavía nadie se había enterado, llegaron de Siquén, Siló y Samaria ochenta hombres con la barba afeitada, la ropa rasgada y el cuerpo lleno de cortaduras que ellos mismos se habían hecho. Traían ofrendas de cereales e incienso para presentarlas en el Templo del Señor. Desde Mizpa salió a su encuentro Ismael, hijo de Netanías; iba llorando y, cuando los encontró, dijo:

—Vengan a ver a Guedalías, hijo de Ajicán.

Pero no habían llegado al centro de la ciudad cuando Ismael, hijo de Netanías, y sus secuaces los mataron y los arrojaron en una cisterna. Había entre ellos diez hombres que rogaron a Ismael:

—¡No nos mates; tenemos escondidos en el campo trigo, cebada, aceite y miel!

Ismael accedió y no los mató como a sus compañeros. El rey Asá había hecho una cisterna para defenderse de Basá, rey de Israel, y en esa fosa fue donde Ismael, hijo de Netanías, arrojó los cadáveres de los hombres que había matado, junto con Guedalías, llenándola de cadáveres.

10 Después Ismael se llevó en cautiverio a las hijas del rey y a todo el remanente del pueblo que había quedado en Mizpa, a quienes Nabuzaradán, comandante de la guardia, había puesto bajo el mando de Guedalías, hijo de Ajicán. Ismael, hijo de Netanías, salió con sus cautivos hacia el territorio de los amonitas.

11 Cuando Johanán, hijo de Carea, y todos los oficiales del ejército que estaban con él, se enteraron del crimen que había cometido Ismael, hijo de Netanías, 12 reunieron a todos sus hombres y fueron a pelear contra él. Lo encontraron cerca del gran estanque que está en Gabaón. 13 Y sucedió que toda la gente que estaba con Ismael se alegró al ver a Johanán, hijo de Carea, acompañado de todos los oficiales del ejército. 14 Todo el pueblo que Ismael llevaba cautivo desde Mizpa se dio la vuelta y se fue con Johanán, hijo de Carea. 15 Pero Ismael, hijo de Netanías, y ocho de sus hombres se escaparon de Johanán y huyeron hacia Amón.

Huida a Egipto

16 Entonces Johanán, hijo de Carea, junto con todos los oficiales del ejército que lo acompañaban, tomaron y rescataron al remanente del pueblo que desde Mizpa se había llevado Ismael, hijo de Netanías, luego de haber asesinado a Guedalías, hijo de Ajicán: eran soldados, mujeres, niños y altos funcionarios que Johanán había hecho volver desde Gabaón. 17 Se pusieron en marcha hasta llegar a Guerut Quimán, que está junto a Belén, desde donde pensaban continuar a Egipto 18 para huir de los babilonios. Estaban con temor, ya que Ismael, hijo de Netanías, había matado a Guedalías, hijo de Ajicán, a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país.

42 Entonces se acercaron Johanán, hijo de Carea, y Jezanías,[b] hijo de Osaías, junto con todos los oficiales del ejército y todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande, y dijeron al profeta Jeremías:

—Por favor, atiende a nuestra súplica y ruega al Señor tu Dios por todo este remanente. Como podrás darte cuenta, antes éramos muchos, pero ahora quedamos solo unos cuantos. Ruega para que el Señor tu Dios nos indique el camino que debemos seguir, y lo que debemos hacer.

Jeremías respondió:

—Ya los he oído. Voy a rogar al Señor, al Dios de ustedes, tal como me lo han pedido. Les comunicaré todo lo que el Señor me diga y no les ocultaré absolutamente nada.

Ellos dijeron a Jeremías:

—Que el Señor tu Dios, sea un testigo fiel y verdadero contra nosotros si no actuamos conforme a todo lo que él nos ordene por medio de ti. Sea o no de nuestro agrado, obedeceremos la voz del Señor nuestro Dios, a quien te enviamos a consultar. Así, al obedecer la voz del Señor nuestro Dios, nos irá bien.

Diez días después, la palabra del Señor vino a Jeremías. Este llamó a Johanán, hijo de Carea, a todos los oficiales del ejército que lo acompañaban y a todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande y les dijo: «Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien ustedes me enviaron para interceder por ustedes: 10 “Si se quedan en este país, yo los edificaré y no los derribaré, los plantaré y no los arrancaré, porque me duele haberles causado esa calamidad. 11 No teman al rey de Babilonia, al que ahora temen —afirma el Señor—, no le teman, porque yo estoy con ustedes para salvarlos y librarlos de su poder. 12 Yo tendré compasión de ustedes, y él también, y les permitirá volver a su tierra”».

13 Pero si desobedecen la voz del Señor, Dios de ustedes, y dicen: «No nos quedaremos en esta tierra, 14 sino que nos iremos a Egipto donde no veremos la guerra, ni escucharemos el sonido de la trompeta, ni pasaremos hambre y allí viviremos», 15 entonces presten atención a la palabra del Señor, ustedes que son el remanente de Judá. Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: «Si insisten en trasladarse a Egipto para vivir allá, 16 la guerra que tanto temen los alcanzará, el hambre que los aterra los seguirá de cerca hasta Egipto y en ese lugar morirán. 17 Todos los que están empecinados en trasladarse a Egipto para vivir allá morirán por la guerra, el hambre y la plaga. Ninguno sobrevivirá ni escapará a la calamidad que haré caer sobre ellos». 18 Porque así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: «Así como se ha derramado mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi furor sobre ustedes si se van a Egipto. Se convertirán en objeto de maldición, de horror, de condenación y deshonra; nunca más volverán a ver este lugar».

19 Remanente de Judá, el Señor les ha dicho que no vayan a Egipto. Sepan bien que hoy les hago una advertencia seria. 20 Ustedes cometieron un error fatal cuando me enviaron al Señor, Dios de ustedes, y me dijeron: «Ruega por nosotros al Señor nuestro Dios, y comunícanos todo lo que él te diga para que lo cumplamos». 21 Hoy se lo he hecho saber a ustedes, pero no han querido obedecer la voz del Señor su Dios, en nada de lo que él me encargó comunicarles. 22 Por lo tanto, sepan bien que en el lugar donde quieren residir morirán por la guerra, el hambre y la plaga.

43 Cuando Jeremías terminó de comunicar al pueblo todo lo que el Señor su Dios había encomendado decirles, Azarías, hijo de Osaías, Johanán, hijo de Carea, y todos los arrogantes respondieron a Jeremías: «¡Lo que dices es una mentira! El Señor, nuestro Dios, no te mandó a decirnos que no vayamos a vivir a Egipto. Es Baruc, hijo de Nerías, el que te incita contra nosotros, para entregarnos en poder de los babilonios,[c] para que nos maten o nos lleven cautivos a Babilonia».

Así que ni Johanán, hijo de Carea, ni los oficiales del ejército, ni nadie del pueblo obedecieron el mandato del Señor de quedarse a vivir en la tierra de Judá. Por el contrario, Johanán, hijo de Carea, y todos los oficiales del ejército se llevaron a todo el remanente de Judá; es decir, a los que habían vuelto para vivir en Judá luego de haber sido dispersados por todas las naciones: los hombres, las mujeres y los niños, las hijas del rey y todos los que Nabuzaradán, comandante de la guardia, había confiado a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán; también a Jeremías el profeta y a Baruc, hijo de Nerías. Desobedeciendo la orden del Señor, se dirigieron al país de Egipto, llegando hasta la ciudad de Tafnes.

En Tafnes, la palabra del Señor vino a Jeremías: «Toma en tus manos unas piedras grandes y, a la vista de los judíos, entiérralas con argamasa en el pavimento, frente a la entrada del palacio del faraón en Tafnes. 10 Luego comunícales que así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Voy a mandar a buscar a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia; voy a colocar su trono sobre estas piedras que he enterrado, y él armará sobre ellas su tienda real. 11 Vendrá al país de Egipto y lo atacará: el que esté destinado a la muerte, morirá; el que esté destinado al exilio, será exiliado; el que esté destinado a la espada, morirá por la espada. 12 Prenderá[d] fuego a los templos de los dioses de Egipto; los quemará y los llevará cautivos. Sacudirá a Egipto, como un pastor que se sacude los piojos de la ropa, y luego se irá de allí en paz. 13 Destruirá los obeliscos de Bet Semes[e] y prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto”».

Desastre causado por la idolatría

44 Esta palabra vino a Jeremías para todos los judíos que habitaban en Egipto; es decir, para los que vivían en las ciudades de Migdol, Tafnes y Menfis,[f] y en la región de Patros: «Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Ustedes han visto todas las calamidades que yo provoqué sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Hoy están desiertas y en ruinas, sin morador alguno, a causa de las maldades que cometieron. Ellos provocaron mi enojo al adorar y ofrecer incienso a otros dioses que ni ellos, ni ustedes, ni sus antepasados conocieron. Una y otra vez envié a mis siervos los profetas para que les advirtieran que no incurrieran en estas cosas tan abominables que yo detesto. Pero ellos no escucharon ni prestaron atención; no se arrepintieron de sus maldades, sino que siguieron ofreciendo incienso a otros dioses. Por eso se derramó mi ira y se encendió mi furor contra las ciudades de Judá y las calles de Jerusalén, las cuales se convirtieron en ruina hasta el día de hoy”.

»Y ahora, así dice el Señor, el Dios de los Ejércitos, el Dios de Israel: “¿Por qué se provocan ustedes mismos un mal tan grande? ¿Por qué provocan la muerte de la gente de Judá, de hombres, mujeres, niños y recién nacidos, sin que quede un remanente? Me agravian con las obras de sus manos, al ofrecer incienso a otros dioses en el país de Egipto, donde han ido a vivir. Lo único que están logrando es ganarse su propia destrucción, además de convertirse en maldición y deshonra entre todas las naciones de la tierra. ¿Acaso ya se han olvidado de todas las maldades que cometieron sus antepasados, las de los reyes de Judá y sus esposas, además de las que ustedes y sus esposas cometieron en Judá y en las calles de Jerusalén? 10 Sin embargo, hasta el día de hoy no se han humillado ni han sentido temor; no se han comportado según mi Ley y mis estatutos, que les di a ustedes y a sus antepasados”.

11 »Por eso, así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “He decidido ponerme en contra de ustedes, para su mal, y destruir a todo Judá. 12 Tomaré al remanente de Judá, que decidió ir a vivir a Egipto y todos perecerán allí; caerán a filo de espada o el hambre los exterminará. Desde el más pequeño hasta el más grande, morirán a filo de espada o de hambre. Se convertirán en objeto de maldición, de horror, de condenación y deshonra. 13 Con la espada, el hambre y la plaga castigaré a los que habitan en Egipto, como castigué a Jerusalén. 14 No escapará ninguno del remanente de Judá que se fue a vivir a Egipto ni sobrevivirá para volver a Judá. Aunque deseen y añoren volver a vivir en Judá, no podrán regresar, salvo algunos fugitivos”».

15 Entonces los hombres que sabían que sus esposas ofrecían incienso a otros dioses, así como las mujeres que estaban presentes; es decir, un grupo numeroso, junto a todo el pueblo que vivía en la región de Patros, respondieron a Jeremías:

16 «No le haremos caso al mensaje que nos diste en el nombre del Señor. 17 Al contrario, seguiremos haciendo lo que ya hemos dicho: Ofreceremos incienso y ofrendas líquidas a la Reina del Cielo,[g] como lo hemos hecho nosotros, y como antes lo hicieron nuestros antepasados, nuestros reyes y nuestros oficiales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. En aquel tiempo teníamos comida en abundancia, nos iba muy bien y no sufríamos ninguna calamidad. 18 Pero desde que dejamos de ofrecer incienso y ofrendas líquidas a la Reina del Cielo nos ha faltado todo; el hambre y la espada están acabando con nosotros».

19 Y las mujeres añadieron:

«Cuando nosotras ofrecíamos incienso y ofrendas líquidas a la Reina del Cielo, ¿acaso no sabían nuestros maridos que hacíamos tortas con su imagen y que les ofrecíamos ofrendas líquidas?».

20 Entonces Jeremías respondió a todo el pueblo, es decir, a los hombres y mujeres que habían contestado:

21 «¿Piensan ustedes que el Señor no se acuerda o no se daba cuenta de que ustedes y sus antepasados, sus reyes y sus oficiales y todo el pueblo, ofrecían incienso en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 22 Cuando el Señor ya no pudo soportar más las malas acciones y las cosas abominables que ustedes hacían, su país se convirtió en objeto de maldición, en un lugar desértico, desolado y sin habitantes, tal como está hoy. 23 Ustedes ofrecieron incienso y pecaron contra el Señor; no obedecieron su voz ni cumplieron con su Ley, sus estatutos y mandatos. Por eso en este día les ha sobrevenido esta desgracia».

24 Jeremías dijo a todo el pueblo, incluyendo a las mujeres: «Escuchen la palabra del Señor todos ustedes, gente de Judá que vive en Egipto. 25 Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: Cuando ustedes y sus mujeres dicen: “Ciertamente cumpliremos nuestras promesas de ofrecer incienso y ofrendas líquidas a la Reina del Cielo”, demuestran con sus acciones que cumplen lo que prometen.

»¡Está bien, vayan y cumplan sus promesas, lleven a cabo sus promesas! 26 Pero escuchen la palabra del Señor todos ustedes, gente de Judá que vive en Egipto: “Juro por mi nombre soberano —dice el Señor—, que ninguno de los de Judá que vive en Egipto volverá a invocar mi nombre diciendo: ¡Tan cierto como el Señor y Dios vive! 27 Porque yo los estoy vigilando para mal y no para bien. La espada y el hambre acabarán con todos los judíos que viven en Egipto. 28 Tan solo unos pocos lograrán escapar de la espada y regresar a Judá. Entonces todo el remanente de Judá que se fue a vivir a Egipto sabrá si se cumple mi palabra o la de ellos.

29 »”Esta será la señal de que voy a castigarlos en este lugar, para que sepan que mis amenazas contra ustedes se habrán de cumplir”, afirma el Señor. 30 Así dice el Señor: “Voy a entregar al faraón Hofra, rey de Egipto, en poder de los enemigos que atentan contra su vida, tal como entregué a Sedequías, rey de Judá, en poder de su enemigo Nabucodonosor, rey de Babilonia, que atentaba contra su vida”».

Footnotes

  1. 41:3 Lit. caldeos.
  2. 42:1 Jezanías (TM). Azarías (LXX; véase 43:2).
  3. 43:3 Lit. caldeos.
  4. 43:12 Prenderá (LXX, Siríaca y Vulgata); Prenderé (TM).
  5. 43:13 En hebreo, Bet Semes significa casa del sol; posible alusión al templo del sol o a la ciudad de Heliópolis.
  6. 44:1 Menfis. Lit. Nof.
  7. 44:17 Reina del Cielo. Nombre de una diosa.

Gedalías asesinado

41 Y en[a] el mes séptimo fue Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la familia[b] real, y uno de los oficiales principales del rey, junto con diez hombres, adonde estaba Gedalías(A), hijo de Ahicam(B), en Mizpa(C). Y mientras comían pan juntos(D) allí en Mizpa, se levantó Ismael, hijo de Netanías, y los diez hombres que estaban con él, e hirieron a espada a Gedalías(E), hijo de Ahicam, hijo de Safán, y mataron al que el rey de Babilonia había puesto para gobernar sobre la tierra(F). Ismael mató también a todos los judíos que estaban con él, es decir, con Gedalías, en Mizpa, y a los hombres de guerra caldeos que se encontraban allí.

Y sucedió que al siguiente[c] día del asesinato de Gedalías, cuando nadie lo sabía aún, ochenta hombres vinieron(G) de Siquem(H), de Silo(I) y de Samaria(J), con las barbas rapadas(K), las vestiduras rasgadas(L) y cubiertos de incisiones[d], y con ofrendas de cereal e incienso en sus manos, para llevarlos a la casa del Señor(M). Entonces Ismael, hijo de Netanías, salió a su encuentro desde Mizpa, llorando mientras iba; y[e] cuando los encontró, les dijo: Venid(N) a Gedalías, hijo de Ahicam. Y sucedió que cuando entraron en[f] la ciudad, Ismael, hijo de Netanías, y los hombres que con él estaban, los degollaron(O) y los echaron en la cisterna. Pero diez hombres que se encontraban entre ellos, dijeron a Ismael: No nos mates; pues tenemos escondidos(P) en el campo, depósitos de trigo, cebada, aceite y miel. Y él se contuvo y no los mató como a sus compañeros. Y la cisterna(Q) donde Ismael había echado todos los cadáveres de los hombres que él había matado por causa[g] de Gedalías, era la que el rey Asa había hecho por causa de Baasa, rey de Israel(R); Ismael, hijo de Netanías, la llenó de muertos. 10 Después Ismael tomó cautivo a todo el resto del pueblo que estaba en Mizpa, a las hijas del rey y a todo el pueblo que había quedado en Mizpa, a los cuales Nabuzaradán, capitán de la guardia, había puesto bajo el mando de Gedalías, hijo de Ahicam(S). Los tomó, pues, cautivos Ismael, hijo de Netanías(T), y fue a pasarse a los hijos de Amón.

11 Y oyó Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes de las tropas que estaban con él de todo el mal que había hecho Ismael, hijo de Netanías(U). 12 Entonces tomaron a todos sus hombres y fueron a pelear(V) contra Ismael, hijo de Netanías, y lo encontraron junto al gran estanque[h] que está en Gabaón(W). 13 Y sucedió que cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán, hijo de Carea, y a los capitanes de las tropas que estaban con él, se alegraron. 14 Y todo el pueblo al que Ismael llevaba cautivo a Mizpa dio la vuelta y regresó y se fue con Johanán, hijo de Carea. 15 Pero Ismael, hijo de Netanías, escapó(X) de Johanán con ocho hombres y se fue con los hijos de Amón. 16 Entonces Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes de las tropas que estaban con él tomaron de Mizpa a todo el resto del pueblo que él había recobrado[i] de Ismael, hijo de Netanías, después que este había matado a Gedalías, hijo de Ahicam(Y), es decir, a los hombres de guerra, las mujeres, los niños y los eunucos, que había traído de Gabaón. 17 Y fueron y se quedaron en Gerut-quimam[j](Z), que está junto a Belén, a fin de ir y entrar en Egipto(AA), 18 a causa de los caldeos, porque les temían, ya que Ismael, hijo de Netanías, había matado a Gedalías, hijo de Ahicam, a quien el rey de Babilonia(AB) había puesto para gobernar la tierra(AC).

Jeremías se opone a la huida a Egipto

42 Entonces se acercaron todos los capitanes[k] de las tropas, Johanán, hijo de Carea, Jezanías(AD), hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor(AE), y dijeron al profeta Jeremías: Llegue[l] ahora ante ti nuestra súplica(AF), y ruega al Señor tu Dios por nosotros(AG), por todo este remanente, porque quedamos pocos de muchos que éramos(AH), como pueden ver tus ojos, para que el Señor tu Dios nos indique el camino por donde debemos ir(AI) y lo que debemos hacer. Entonces el profeta Jeremías les dijo: Os he oído. He aquí, voy a orar al Señor vuestro Dios conforme a vuestras palabras(AJ), y[m] todas las palabras que el Señor os responda, yo os las declararé(AK). No os ocultaré palabra alguna(AL). Y ellos dijeron a Jeremías: Que el Señor sea un testigo(AM) veraz y fiel contra nosotros si no obramos conforme a toda palabra que el Señor tu Dios te mande para nosotros. Sea buena o mala, escucharemos la voz del Señor nuestro Dios(AN) a quien te enviamos, para que nos vaya bien cuando escuchemos la voz del Señor nuestro Dios(AO).

Y sucedió que al cabo de diez días, vino la palabra del Señor(AP) a Jeremías. Entonces llamó a Johanán, hijo de Carea, y a todos los capitanes[n] de las tropas que estaban con él, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor, y les dijo: Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien me enviasteis(AQ) para presentar delante de Él vuestra súplica: 10 «Si os quedáis en esta tierra, entonces os edificaré y no os derribaré, os plantaré y no os arrancaré(AR), porque estoy arrepentido del[o] mal que os he hecho(AS). 11 No temáis al rey de Babilonia(AT), a quien teméis; no le temáis» —declara el Señor— «porque yo estoy con vosotros para salvaros y libraros de su mano(AU). 12 También tendré compasión de vosotros(AV), para que él tenga compasión de vosotros y os restaure a vuestra tierra. 13 Pero si decís: “No nos quedaremos en esta tierra”, no obedeciendo así la voz del Señor vuestro Dios(AW), 14 diciendo: “No, sino que iremos a la tierra de Egipto(AX), donde no veremos guerra, ni oiremos el sonido de la trompeta, ni tendremos hambre de pan(AY), y allí nos quedaremos”; 15 en este caso[p], oíd la palabra del Señor, remanente de Judá. Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Si os obstináis en[q] entrar en Egipto, y entráis para residir allí(AZ), 16 entonces sucederá que la espada que vosotros teméis, os alcanzará allí en la tierra de Egipto, y el hambre que os preocupa(BA), os seguirá de cerca allí en Egipto, y allí moriréis. 17 Así pues, todos los hombres que se obstinen en[r] ir a Egipto para residir allí, morirán a espada, de hambre y de pestilencia(BB); no les quedará sobreviviente(BC) ni quien escape del mal que voy a traer sobre ellos”».

18 Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Como se derramó mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén(BD), así se derramará mi furor sobre vosotros cuando entréis en Egipto. Y seréis motivo de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio(BE); y no veréis más este lugar(BF). 19 El Señor os ha hablado(BG), remanente de Judá: No entréis en Egipto. Sabedlo bien(BH), que hoy lo he declarado contra vosotros(BI). 20 Porque os engañáis a vosotros mismos[s], pues fuisteis vosotros los que me enviasteis al Señor vuestro Dios, diciendo(BJ): Ruega por nosotros al Señor nuestro Dios, y lo que el Señor nuestro Dios diga, nos lo haces saber y lo haremos. 21 Y hoy os lo he declarado, pero no habéis escuchado la voz del Señor vuestro Dios(BK), ni en cosa alguna de lo que Él me ha enviado a deciros(BL). 22 Ahora pues, sabedlo bien, que moriréis(BM) a espada, de hambre y de pestilencia(BN) en el lugar adonde deseáis ir a residir.

Huida del pueblo a Egipto

43 Pero sucedió que cuando Jeremías terminó de hablar a todo el pueblo todas las palabras del Señor su Dios, es decir, todas estas palabras con las cuales el Señor(BO) su Dios le había enviado, Azarías, hijo de Osaías, y Johanán, hijo de Carea(BP), y todos los hombres arrogantes dijeron a Jeremías: Es mentira lo que dices(BQ). El Señor nuestro Dios no te ha enviado a decir: «No debéis entrar en Egipto para residir allí»; sino que Baruc, hijo de Nerías(BR), te incita contra nosotros para entregarnos en mano de los caldeos, a fin de que nos maten o nos deporten a Babilonia. No obedeció, pues, Johanán, hijo de Carea, ni ninguno de los capitanes[t] de las tropas, ni nadie del pueblo(BS), la voz del Señor(BT), de quedarse en la tierra(BU) de Judá, sino que Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes[u] de las tropas, tomaron a todo el remanente de Judá(BV) que había vuelto de todas las naciones a las cuales habían sido dispersados, para residir en la tierra de Judá, a hombres, mujeres y niños, a las hijas del rey y a toda persona que Nabuzaradán, capitán de la guardia, había dejado con Gedalías, hijo de Ahicam(BW) y nieto[v] de Safán, y también al profeta Jeremías(BX) y a Baruc, hijo de Nerías, y entraron en la tierra de Egipto (pues no escucharon la voz del Señor) y se adentraron hasta Tafnes(BY).

Entonces vino la palabra del Señor a Jeremías en Tafnes, diciendo(BZ): Toma en tus manos[w] piedras grandes y escóndelas en la mezcla en la terraza de ladrillo[x] que está a la entrada del palacio[y] de Faraón en Tafnes, a vista de los[z] judíos, 10 y diles: «Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “He aquí, enviaré a traer a Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo mío(CA), y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido(CB), y él extenderá su pabellón sobre ellas. 11 Vendrá y herirá la tierra de Egipto; los que sean para la muerte, a la muerte, los que para el cautiverio, al cautiverio, y los que para la espada(CC), a la espada(CD). 12 Y prenderá[aa] fuego a los templos[ab] de los dioses de Egipto(CE), los quemará, y se[ac] llevará cautivos a sus ídolos. Y se envolverá de la tierra de Egipto como el pastor se envuelve con su capa(CF), y saldrá de allí en paz. 13 También quebrará los obeliscos[ad] de Heliópolis[ae], que está en la tierra de Egipto, y prenderá fuego a los templos[af] de los dioses de Egipto”».

Profecía de Jeremías a los judíos en Egipto

44 Palabra que vino a Jeremías para todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, los que moraban en Migdol, en Tafnes(CG), en Menfis[ag](CH) y en la tierra de Patros(CI), diciendo: Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «Vosotros habéis visto toda la calamidad que he traído sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá, y que he aquí, hoy están en ruinas y no hay en ellas morador(CJ), a causa de la maldad que ellos cometieron(CK) para provocarme a ira(CL), quemando constantemente sacrificios[ah] y sirviendo a otros dioses que no habían conocido, ni ellos, ni vosotros, ni vuestros padres(CM). Con todo, os envié a todos mis siervos los profetas repetidas veces[ai](CN), diciendo: “No hagáis ahora esta cosa abominable que yo aborrezco(CO)”. Pero no escucharon ni inclinaron su oído para apartarse de su maldad, para dejar de quemar sacrificios a otros dioses(CP). Por tanto, se derramó mi ira y mi furor y ardió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén(CQ), que fueron convertidas en ruinas y en desolación(CR), como lo están hoy. Ahora pues, así dice el Señor Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: “¿Por qué os hacéis un daño tan grande a vosotros mismos(CS) cortando de entre vosotros a hombre y mujer, niño(CT) y lactante de en medio de Judá, sin que os quede remanente, provocándome a ira con la obra de vuestras manos, quemando sacrificios a otros dioses(CU) en la tierra de Egipto(CV), adonde habéis entrado a residir, de modo que seáis exterminados y vengáis a ser maldición y oprobio entre todas las naciones de la tierra(CW)? ¿Habéis olvidado las maldades de vuestros padres, las maldades de los reyes de Judá y las maldades de sus mujeres, vuestras propias maldades y las maldades de vuestras mujeres, que cometieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén(CX)? 10 Pero hasta hoy no se han humillado[aj](CY), ni han temido, ni han andado en mi ley ni en mis estatutos que puse delante de vosotros(CZ) y delante de vuestros padres”».

11 Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: «He aquí, volveré el rostro contra vosotros para mal(DA), y para destruir a todo Judá. 12 Y quitaré el remanente de Judá que ha decidido[ak] entrar en la tierra de Egipto para residir allí, y serán acabados en la tierra de Egipto; caerán a espada, por el hambre serán acabados(DB). Tanto el pequeño como el grande morirán a espada y de hambre(DC); seréis motivo de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio(DD). 13 Y castigaré a los que moran en la tierra de Egipto, como he castigado a Jerusalén, con espada, con hambre(DE) y con pestilencia. 14 Y no quedará quien escape ni quien sobreviva del remanente de Judá que ha entrado en la tierra de Egipto(DF) para residir allí, para luego volver a la tierra de Judá a la cual añoran volver[al] a fin de morar allí(DG), porque ninguno volverá(DH), excepto algunos fugitivos».

15 Entonces todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban sacrificios a otros dioses, junto con todas las mujeres que estaban presentes, una gran multitud, y todo el pueblo(DI) que moraba en la tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: 16 En cuanto al mensaje[am](DJ) que nos has hablado en el nombre del Señor, no vamos a escucharte(DK), 17 sino que ciertamente cumpliremos toda palabra que ha salido de nuestra boca(DL), y quemaremos[an] sacrificios a la reina del cielo(DM), derramándole libaciones, como hacíamos nosotros, nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén(DN). Entonces teníamos bastante alimento[ao](DO), prosperábamos y no veíamos mal alguno. 18 Pero desde que dejamos de quemar sacrificios a la reina del cielo y derramarle libaciones, carecemos de todo(DP), y por la espada y por el hambre hemos sido acabados. 19 Y, dijeron las mujeres, cuando nosotras quemábamos sacrificios a la reina del cielo(DQ) y le derramábamos libaciones, ¿acaso sin saberlo nuestros maridos(DR) le hacíamos tortas con su imagen[ap] y le derramábamos libaciones?

20 Entonces Jeremías habló a todo el pueblo, a hombres y a mujeres, a todo el pueblo que así le respondía, diciendo: 21 En cuanto a los sacrificios que habéis quemado en las ciudades(DS) de Judá y en las calles de Jerusalén(DT), vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra, ¿no se ha acordado el Señor de ellos, y no ha venido esto a su mente[aq](DU)? 22 El Señor no pudo soportar más, a causa de la maldad de vuestras obras(DV) y a causa de las abominaciones que habíais cometido(DW); por eso vuestra tierra fue convertida en ruinas, objeto de horror y maldición, sin habitantes(DX), como está hoy. 23 Porque quemasteis sacrificios y pecasteis contra el Señor y no obedecisteis la voz del Señor ni anduvisteis en su ley(DY), ni en sus estatutos, ni en sus testimonios, por tanto, os ha sobrevenido esta calamidad(DZ), como sucede hoy(EA). 24 Entonces Jeremías dijo a todo el pueblo y a todas las mujeres: Oíd la palabra del Señor(EB), todo Judá, los que estáis en la tierra de Egipto(EC): 25 Así dice el Señor(ED) de los ejércitos, el Dios de Israel[ar]: «Vosotros y vuestras mujeres habéis hablado con vuestra boca y lo habéis realizado con vuestras manos, diciendo: “Ciertamente cumpliremos los votos que hemos hecho de quemar sacrificios a la reina del cielo y de derramarle libaciones(EE)”. ¡Id a cumplir[as] vuestros votos! ¡Poned por obra vuestros votos!». 26 Pero[at] oíd la palabra del Señor, todo Judá, los que habitáis en la tierra de Egipto: «He aquí, he jurado por mi gran nombre» —dice el Señor(EF)— «que nunca más será invocado mi nombre(EG) en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: “Vive el Señor Dios[au](EH)”. 27 He aquí, velo sobre ellos para mal y no para bien(EI), y serán acabados todos los hombres de Judá que están en la tierra de Egipto por la espada y por el hambre hasta que sean totalmente exterminados[av](EJ). 28 Y los que escapen de la espada, pocos en número[aw], volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá(EK). Entonces sabrá todo el remanente de Judá que ha ido a la tierra de Egipto(EL) para residir allí, qué palabra ha de permanecer, si la mía(EM) o la de ellos. 29 Y esta será la señal para vosotros» —declara el Señor(EN)— «de que os voy a castigar en este lugar, para que sepáis que ciertamente mis palabras permanecerán(EO) para mal contra vosotros». 30 Así dice el Señor: «He aquí, entregaré a Faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, en manos de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia(EP), su enemigo, que buscaba su vida(EQ)».

Footnotes

  1. Jeremías 41:1 Lit., Y sucedió que
  2. Jeremías 41:1 Lit., simiente
  3. Jeremías 41:4 Lit., segundo
  4. Jeremías 41:5 Lit., habiéndose sajado
  5. Jeremías 41:6 Lit., y sucedió que
  6. Jeremías 41:7 Lit., en medio de
  7. Jeremías 41:9 O, mano
  8. Jeremías 41:12 Lit., a las grandes aguas
  9. Jeremías 41:16 Lit., hecho volver
  10. Jeremías 41:17 O, la posada de Quimam
  11. Jeremías 42:1 O, príncipes
  12. Jeremías 42:2 Lit., Caiga
  13. Jeremías 42:4 Lit., Y sucederá que
  14. Jeremías 42:8 O, príncipes
  15. Jeremías 42:10 O, porque habré cambiado de opinión sobre el
  16. Jeremías 42:15 Lit., ahora, pues
  17. Jeremías 42:15 Lit., ponéis vuestro rostro para
  18. Jeremías 42:17 Lit., pongan su rostro para
  19. Jeremías 42:20 O, habéis errado en vuestras almas
  20. Jeremías 43:4 O, príncipes
  21. Jeremías 43:5 O, príncipes
  22. Jeremías 43:6 Lit., hijo
  23. Jeremías 43:9 Lit., tu mano
  24. Jeremías 43:9 O, enladrillado
  25. Jeremías 43:9 Lit., de la casa
  26. Jeremías 43:9 Lit., hombres
  27. Jeremías 43:12 Así en algunas versiones antiguas; en el T.M., yo prenderé
  28. Jeremías 43:12 Lit., las casas
  29. Jeremías 43:12 Lit., y los
  30. Jeremías 43:13 O, columnas de piedra
  31. Jeremías 43:13 Heb., Bet-semes, i.e., la casa del dios-sol
  32. Jeremías 43:13 Lit., las casas
  33. Jeremías 44:1 O, Nof
  34. Jeremías 44:3 O, incienso, y así en el resto del cap.
  35. Jeremías 44:4 Lit., madrugando y enviando
  36. Jeremías 44:10 Lit., quebrantado
  37. Jeremías 44:12 Lit., puesto su rostro para
  38. Jeremías 44:14 Lit., levantan su alma
  39. Jeremías 44:16 Lit., a la palabra
  40. Jeremías 44:17 O, para quemar
  41. Jeremías 44:17 Lit., pan
  42. Jeremías 44:19 Lit., para hacer una imagen de ella
  43. Jeremías 44:21 Lit., corazón
  44. Jeremías 44:25 Lit., Israel, diciendo
  45. Jeremías 44:25 Lit., Ciertamente afirmad
  46. Jeremías 44:26 Lit., Por tanto
  47. Jeremías 44:26 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor
  48. Jeremías 44:27 Lit., lleguen a su fin
  49. Jeremías 44:28 Lit., hombres contados

41 En el mes séptimo, Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la descendencia real, fue a Mispá para visitar a Gedalías hijo de Ajicán, y allí en Mispá comieron pan juntos. Lo acompañaban algunos príncipes del rey y otros diez hombres. De pronto, Ismael hijo de Netanías y los diez hombres que con él estaban se levantaron y, con sus espadas, hirieron a Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán. Así mataron a quien el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país. Ismael mató también a todos los judíos que estaban en Mispá con Gedalías, y a los soldados caldeos que allí se encontraban.(A)

Un día después, cuando aún nadie sabía que Ismael había matado a Gedalías, unos ochenta hombres llegaron de Siquén, de Silo y de Samaria. Venían con la barba raída y con los vestidos rasgados, y con heridas en el cuerpo, y en sus manos traían una ofrenda e incienso para llevarlos a la casa del Señor. Desde Mispá, Ismael hijo de Netanías les salió al encuentro. Iba todo lloroso. Cuando los encontró, les dijo:

«Vengan a ver a Gedalías hijo de Ajicán.»

En cuanto aquellos hombres estuvieron dentro de la ciudad, Ismael hijo de Netanías y los hombres que estaban con él los degollaron, y luego los echaron dentro de una cisterna. Pero entre esos hombres había diez que le dijeron a Ismael:

«No nos mates. En el campo tenemos mucho trigo y cebada, y aceite y miel.»

A esos diez, Ismael los dejó con vida.

La cisterna en donde Ismael hijo de Netanías arrojó los cadáveres de todos los hombres que había matado por causa de Gedalías era la misma que el rey Asa había hecho para defenderse de Basá rey de Israel. Pero Ismael la llenó de muertos. 10 Después Ismael se pasó al bando de los amonitas, y se llevó cautivos a los sobrevivientes que había en Mispá, a las hijas del rey, y a todo el pueblo que Nabuzaradán, el capitán de la guardia, había dejado a cargo de Gedalías hijo de Ajicán.

11 Cuando Johanán hijo de Careaj y todos los jefes de los soldados que estaban con él supieron todo el mal que había hecho Ismael hijo de Netanías, 12 tomaron a todos sus hombres y fueron a pelear contra Ismael hijo de Netanías, al que hallaron junto al gran estanque que está en Gabaón. 13 Toda la gente que Ismael tenía prisionera se alegró al ver a Johanán hijo de Careaj y a todos los capitanes de soldados que lo acompañaban. 14 Entonces todos los cautivos que Ismael había traído desde Mispá se volvieron contra él y se unieron a Johanán hijo de Careaj, 15 pero Ismael hijo de Netanías se escapó de Johanán con ocho hombres, y se fue al país de los amonitas. 16 Entonces Johanán hijo de Careaj y todos los jefes de soldados que estaban con él tomaron al resto del pueblo que había rescatado de manos de Ismael hijo de Netanías, es decir, a los soldados, mujeres, niños y eunucos que Johanán había traído de Gabaón y que Ismael se había llevado de Mispá después de matar a Gedalías hijo de Ajicán, 17 y se fueron y habitaron en Guerut Quimán, que está cerca de Belén, con la intención de emigrar a Egipto, 18 pues por haberle dado muerte Ismael hijo de Netanías a Gedalías hijo de Ajicán, al cual el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra, tenían miedo de los caldeos.

Mensaje a Johanán

42 Todos los oficiales militares y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, junto con Johanán hijo de Careaj, Jezanías hijo de Osaías, fueron y le dijeron al profeta Jeremías:

«Acepta ahora nuestra súplica, y ruega al Señor tu Dios por nosotros, por todo este remanente. Como puedes ver, éramos muchos y sólo hemos quedado unos pocos. Pide al Señor tu Dios que nos muestre el camino que debemos seguir, y qué es lo que debemos hacer.»

El profeta Jeremías les dijo:

«Los he escuchado y, tal y como me lo han pedido, voy a orar al Señor su Dios. Todo lo que el Señor les responda, yo se lo diré a ustedes. No les ocultaré una sola palabra.»

Ellos le dijeron a Jeremías:

«Que el Señor sea testigo fiel y verdadero entre nosotros, si acaso no cumplimos con todo lo que, por tu conducto, el Señor tu Dios nos mande hacer. Nosotros obedeceremos a la voz del Señor nuestro Dios, a quien te hemos pedido suplicarle. Sea bueno o sea malo, obedeceremos a la voz del Señor nuestro Dios, para que nos vaya bien.»

Diez días después, sucedió que la palabra del Señor vino a Jeremías. Entonces llamó a Johanán hijo de Careaj y a todos los oficiales militares que estaban con él, lo mismo que a todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, y les dijo:

«Así ha dicho el Señor y Dios de Israel, ante quien me pidieron presentar sus ruegos. 10 Si ustedes deciden quedarse en esta tierra, él los levantará y no volverá a destruirlos; los plantará, y no volverá a arrancarlos. El Señor lamenta mucho haberles causado tanto daño. 11 Ustedes tienen miedo de la presencia del rey de Babilonia, pero no hay razón de que le teman, porque el Señor está con ustedes para salvarlos y librarlos de sus manos.

—Palabra del Señor.

12 »El Señor tendrá compasión de ustedes, y hará que también el rey de Babilonia se compadezca de ustedes, para que puedan volver a su tierra. 13 Pero si ustedes deciden no habitar este país, y por lo tanto no obedecer a la voz del Señor su Dios, 14 sino que deciden emigrar a Egipto y quedarse a vivir allá, donde creen que no sabrán nada de guerras, ni oirán sonido de trompetas, ni padecerán hambre, 15 escuchen ustedes, remanente de Judá, la palabra del Señor. Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Si ustedes deciden emigrar a Egipto, y se internan para vivir allá, 16 va a suceder que la espada que tanto temen los alcanzará allá, en la tierra de Egipto, y el hambre que tanto temen, también los alcanzará allá, en Egipto, y allí morirán. 17 Todos los que decidan emigrar a Egipto y quedarse a vivir allá, morirán por causa de la espada, el hambre y la peste; ni uno solo de ellos quedará con vida, ni podrá escapar del mal que traeré sobre ellos.”

18 »Porque así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Así como mi enojo y mi ira se derramaron sobre los habitantes de Jerusalén, así también se derramará mi ira sobre ustedes, cuando entren en Egipto. Serán motivo de imprecaciones y de espanto, de maldiciones y de afrentas, y no volverán a ver este lugar.”

19 »El Señor ha hablado acerca de ustedes, remanente de Judá. No vayan a Egipto. Queden advertidos de lo que hoy les digo. 20 Ustedes están poniendo en peligro su vida, pues ustedes mismos me enviaron a suplicarle al Señor su Dios, a rogarle que les diera a conocer lo que él quiere que hagan, y se comprometieron a obedecerlo. 21 En este día les he dado a conocer su palabra, y ustedes no han obedecido a la voz del Señor su Dios, ni a nada de lo que él me envió a decirles. 22 Sepan, pues, que allí donde ustedes decidieron emigrar para vivir, allí morirán por la espada, el hambre y la peste.»

La emigración a Egipto

43 En cuanto Jeremías terminó de comunicar al pueblo todas las palabras por las que el Señor su Dios lo había enviado a hablar con ellos, tanto Azarías hijo de Osaías y Johanán hijo de Careaj como otros insolentes le dijeron a Jeremías:

«¡Lo que dices es una mentira! El Señor nuestro Dios no te ha enviado a decirnos que no vayamos a vivir en Egipto. Es Baruc hijo de Nerías quien te incita contra nosotros, para entregarnos en manos de los caldeos, y matarnos y hacer que nos lleven cautivos a Babilonia.»

Así que Johanán hijo de Careaj no hizo caso a esta advertencia del Señor para que se quedaran en la tierra de Judá, ni tampoco ninguno de los oficiales militares, ni nadie entre el pueblo. Más bien, Johanán hijo de Careaj y todos los oficiales militares tomaron a todos los sobrevivientes de Judá que habían regresado de todas las naciones por las que habían sido dispersados y que querían vivir en tierra de Judá, es decir, a todos los que Nabuzaradán, el capitán de la guardia, había dejado con Gedalías hijo de Ajicán, hijo de Safán (hombres, mujeres y niños, las hijas del rey, el profeta Jeremías y Baruc hijo de Nerías), y se internaron en Egipto,(B) en desobediencia a la voz del Señor. Y así llegaron a Tafnes.

Allí en Tafnes, la palabra del Señor vino a Jeremías, y le dijo:

«Ve a la entrada del palacio del faraón en Tafnes, y allí toma unas piedras grandes y entiérralas en el pavimento, y cúbrelas luego con barro, a la vista de los hombres de Judá. 10 Y diles de mi parte: “Yo, el Señor de los ejércitos y Dios de Israel declaro que voy a traer hasta este lugar a mi siervo, el rey Nabucodonosor de Babilonia. Sobre estas piedras que Jeremías ha enterrado pondré su trono, y él extenderá su pabellón. 11 Porque Nabucodonosor vendrá y atacará a Egipto. Unos morirán porque tenían que morir, otros serán llevados cautivos, y otros más morirán a filo de espada. 12 Y le prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto, y a sus dioses los llevará al cautiverio. Arrasará con la tierra de Egipto, como cuando el pastor limpia su capa, y luego saldrá del país en paz. 13 Además, despedazará las estatuas de Bet Semes y les prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto.”»

Jeremías profetiza a los judíos en Egipto

44 Jeremías recibió un mensaje acerca de todos los judíos que vivían en Migdol, Tafnes, Menfis y Patros, en la tierra de Egipto. Éste fue el mensaje:

«Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Ustedes han visto todo el mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Como pueden ver, hoy se encuentran asoladas y no hay quien habite en ellas. Esto sucedió por la maldad que ellos cometieron, la cual provocó mi enojo, pues se fueron a ofrecer incienso y a honrar a dioses ajenos, dioses que ni ellos ni ustedes ni sus padres habían conocido. Una y otra vez envié a todos mis siervos, los profetas, para que les dijeran que no hicieran lo que yo detesto y me es tan repugnante. Pero ellos no me hicieron caso ni oyeron ni se apartaron de su maldad, ni tampoco dejaron de ofrecer incienso a dioses ajenos. Por eso ya no pude contener mi ira, y mi furor se derramó sobre las ciudades de Judá y por las calles de Jerusalén, las cuales quedaron destruidas y abandonadas hasta el día de hoy.”

»Ahora, pues, así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “¿Por qué cometen tan grande mal contra ustedes mismos? ¿Por qué han de ser borrados de entre Judá hombres y mujeres, jóvenes y niños de pecho, sin que les quede un sólo sobreviviente? ¿Por qué me hacen enojar con las obras de sus manos y ofrecen incienso a dioses ajenos en Egipto, adonde han llegado para vivir? ¿Por qué quieren ser eliminados y acabar siendo motivo de maldición y de oprobio a todas las naciones de la tierra? ¿Se han olvidado ya de las maldades de sus padres, las cuales cometieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? ¿O de las maldades de los reyes de Judá y de sus mujeres? 10 Hasta el día de hoy, ustedes no se han humillado ni han mostrado temor de mí. Tampoco han caminado en mi ley ni en mis estatutos, los cuales les expuse a ustedes y a sus padres.”

11 »Por tanto, así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Para mal de ustedes, y para la destrucción de todo Judá, voy a darles la espalda. 12 A los sobrevivientes de Judá, esos que decidieron emigrar a Egipto para establecerse allí, en Egipto serán destruidos por completo. Morirán a filo de espada, o consumidos por el hambre. Desde el menor hasta el mayor, morirán a filo de espada, o de hambre, y serán objeto de execración y espanto, de maldición y oprobio. 13 Yo castigaré a los que viven en Egipto como antes castigué a los de Jerusalén: ¡con la espada, el hambre y la peste! 14 De los sobrevivientes de Judá que se internaron en Egipto para vivir allá, no habrá uno solo que escape. Ninguno de ellos quedará con vida para volver a la tierra de Judá, tierra por la cual suspiran y quisieran habitar. Sólo volverán unos cuantos fugitivos.”»

15 Todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y toda la gran concurrencia de mujeres allí presentes, y todo el pueblo que vivía en Patros, en Egipto, le respondieron a Jeremías:

16 «Tú dices que nos has hablado en nombre del Señor, pero no vamos a hacerte caso. 17 Más bien, vamos a cumplir con la promesa que hemos hecho, de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramar libaciones en su honor, como lo hemos hecho nosotros y lo hicieron nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén. Porque entonces teníamos abundancia de pan, y vivíamos alegres, y no sufrimos ninguna calamidad. 18 En cambio, desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo. ¡O nos matan a filo de espada, o nos morimos de hambre!»

19 Las mujeres dijeron:

«Cuando nosotras ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, o cuando le hicimos tortas para rendirle culto, ¿acaso lo hicimos sin el consentimiento de nuestros maridos?»

20 Jeremías dijo entonces a todo el pueblo, es decir, a todos los hombres y mujeres que le habían respondido:

21 «¿Y acaso el Señor no se acuerda? ¿Acaso no tiene presente en su memoria el incienso que ustedes y sus padres, y sus reyes y príncipes, y el pueblo de la tierra ofrecieron en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 22 Pero por causa de sus malas obras y de sus hechos repugnantes el Señor no pudo soportarlo más. Por eso su tierra quedó hecha un desierto, un motivo de espanto y de maldición, por eso se quedó deshabitada, como lo está hoy. 23 Y es que ustedes ofrecieron incienso y pecaron contra el Señor. No obedecieron su voz ni siguieron su ley ni sus estatutos y testimonios. Por eso hasta el día de hoy les ha sobrevenido este mal.»

24 Jeremías dijo también a todo el pueblo, y a todas las mujeres:

«Ustedes, gente de Judá que están en tierra de Egipto, oigan la palabra del Señor. 25 Así ha dicho el Señor de los ejércitos y Dios de Israel: “Ustedes y sus mujeres lo han dicho con la boca, y lo han cumplido con las manos. Se han comprometido a cumplir sus votos de ofrecer incienso a la reina del cielo y derramarle libaciones. Pues bien, ¡confirmen sus votos, y pónganlos por obra!” 26 Ahora escuchen la palabra del Señor, todos ustedes, gente de Judá que habita en Egipto. El Señor ha dicho: “Juro por mi gran nombre, que nunca más nadie de Judá invocará mi nombre en Egipto. Nadie volverá a decir ‘¡Vive el Señor!’ 27 Yo los estoy vigilando, para su mal y no para su bien. Todos los hombres de Judá que ahora están en Egipto serán exterminados por la espada o por el hambre, hasta que perezcan por completo. 28 Los pocos sobrevivientes de Judá que han emigrado a Egipto, y que logren escapar de la espada, volverán de Egipto a Judá, y entonces sabrán la palabra de quién se cumplió, si la mía, o la de ellos. 29 Y para que sepan que mis palabras ciertamente permanecerán, para mal de ustedes, voy a darles una señal de que los castigaré en este lugar.”»

—Palabra del Señor.

30 Así ha dicho el Señor:

«Voy a entregar en manos de sus enemigos al faraón Jofra, rey de Egipto. Voy a entregarlo en manos de los que quieren matarlo, así como entregué al rey Sedequías de Judá en manos de su enemigo Nabucodonosor, el rey de Babilonia,(C) que también quería matarlo.»