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Ismael mató también a todos los judíos y soldados babilonios que estaban allí.

Al día siguiente, nadie se había enterado todavía del asesinato de Guedalías. Entonces llegaron ochenta hombres de Siquem, Siló y Samaria. Iban al templo para presentar ofrendas y quemar incienso en honor de Dios. Iban sin barba, con la ropa rota y con el cuerpo lleno de heridas que ellos mismos se habían hecho.

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