25 Miré y no quedaba nadie;
    habían huido todas las aves del cielo.
26 Miré y la tierra fértil era un desierto;
    estaban en ruinas todas las ciudades,
por la acción del Señor,
    por causa de su ardiente ira.

27 Así dice el Señor:

«Toda la tierra quedará desolada,
    pero no la destruiré por completo.

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