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— Así dice el Señor: El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de peste. Pero el que se pase a los caldeos vivirá: su vida será su botín. Así dice el Señor: Esta ciudad será entregada en manos del ejército del rey de Babilonia, que la conquistará.

Los dignatarios dijeron al rey:

— Ese hombre debe morir, porque, al hablar de tal modo, está debilitando el ánimo de los soldados que quedan en la ciudad y del resto de la gente. En realidad, ese hombre no busca el bienestar del pueblo, sino su desgracia.

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